Que el peronismo se debe desde hace bastante
tiempo (incluso antes de la derrota electoral del 2015) un profundo debate
interno, no es ninguna novedad; como tampoco que esa cuestión es tan urgente
como la de aportar con urgencia a la construcción de una alternativa opositora
eficaz para ponerle freno a las políticas del gobierno de Macri.
Desde el triunfo de
Macri para acá, muchos en el peronismo plantean la cuestión, pero si se
desbroza la maleza de las declaraciones cruzadas, en realidad no dicen nada: tal
como la renovación de los 80’ que se limitaba a las cuestiones metodológicas
sin adentrarse en definiciones de contenido político, hoy se habla de
“modernizar” el peronismo, para “adaptarlo a los tiempos que corren”.
Acaso eso diga más
de lo que parece a simple vista, y este sugiriendo adaptar el rol histórico del
peronismo, para convertirlo en la pata “semi populista” de un régimen político estabilizado en el que ninguno de los protagonistas cuestiona a fondo el rumbo
del país.
Tras la derrota
electoral a manos de Alfonsín en el 83’, el peronismo entró en una etapa de
discusión, fracturas enfrentamientos e interrogantes como la que atraviesa hoy;
y a los pocos meses de comenzado el gobierno radical, la “ley Mucci” vendida
como de “democratización sindical” actuó -en palabras del propio Perón- como el
catalizador de la agresión externa: todos los sectores del PJ (políticos y
sindicales) dejaron las diferencias de lado para estrechar filas en la defensa
del modelo sindical surgido en el peronismo, porque entendieron que la avanzada era
en realidad un golpe a la columna vertebral del movimiento.
La reforma laboral que hoy está planteando
Macri debería cumplir el mismo rol, en circunstancias sin dudas más difíciles y
apremiantes: el fin del peronismo no es una obsesión de columnistas de los
diarios o de investigadores del CONICET, sino un objetivo permanente de los
sectores dominantes de la Argentina desde hace más de 70 años, que hoy parecen
estar al alcance de concretar, instalados como están en la Casa Rosada por el voto
ciudadano.
La reforma
demuestra claramente que el gobierno de Macri no quiere volver a los 90’ ni a
la dictadura, sino aun más hacia atrás en el tiempo, a la Argentina anterior a
1943: ya se vio en estos meses con el feroz ataque desatado por el propio
presidente contra el fuero laboral, creado por Perón en 1944, durante su paso
por la Secretaría de Trabajo y Previsión.
Una reforma
profundamente regresiva ,que ataca instituciones básicas del derecho del
trabajo como el principio “in dubio pro operario” o el concepto mismo de
trabajo, atentando contra el mismo fundamento histórico, económico y social de
éste: equilibrar con la regulación del Estado las desigualdades que crea el
modo de producción capitalista.
El peronismo nunca
fue un partido clasista ni se planteó como tal, y el ensayo laborista terminó
apenas Perón llegó al gobierno, porque siempre tuvo en claro que encabezaba un
frente nacional policlasista, para liberar al país de su situación de
dominación neocolonial.
Sin embargo, el
peronismo nació para darles visibilidad, participación política y derechos
concretos a los trabajadores; y nació en los talleres y fábricas del conurbano,
en los obrajes chaqueños o los cañaverales tucumanos mucho antes de que Perón
llegara a la Casa Rosada.
Si su fecha
bautismal fue el 17 de octubre de 1945, no se concibe un peronismo sin
trabajadores, y sin la defensa irrestricta de sus derechos; allí encuentra su
génesis histórica, y su justificación política permanente, porque mientras
existan derechos de los trabajadores que deban ser conquistados o defendidos,
existirá el peronismo
Si se le saca eso,
habrá otra cosa, pero no peronismo, aunque usen el escudito, canten la marcha y
repitan de memoria las 20 verdades.
Y no se nos diga
que ya pasó en los 90’ cuando a los trabajadores se los llevaron puestos en
nombre del peronismo, porque justamente de ese marasmo, de ese extravío
ideológico vino Néstor Kirchner a rescatarlo, y justamente eso es lo que hay
que evitar que se repita ahora.
Se nos apuntará que
el clima social es adverso, y que las reformas que plantea Macri fueron
avaladas por buena parte del electorado y gozan de cierto consenso social, y es
cierto. De hecho, lo advertimos acá cuando ni siquiera estaban formalmente
anunciadas.
Sin embargo, eso no
disminuye la responsabilidad que le corresponde al peronismo en la hora.
También en los 90’ las reformas flexibilizadoras auguraban un futuro venturoso,
y muchos trabajadores que perdían sus empleos soñaban con convertirse en
pequeños empresarios con la plata de la indemnización (que para peor, ahora se
reduciría drásticamente); y quedaban condenados al remis, el quiosco o el
parripollo, y reconvertirse en
monotributistas: lo que entonces se vivió como esperanza frustrada, hoy se
vuelve a proponer como prospecto promisorio de desarrollo personal.
No hay excusas, no
hay reyerta interna ni querella actual o pasada entre dirigentes ni resquemores
personales, ni ambiciones futuras que justifiquen que alguien del peronismo se
haga el distraído con lo que está pasando en el país; y con lo que puede llegar
a pasar si las reformas impulsadas por Macri prosperan.
Tampoco hay lectura
“aggiornada” posible de los acontecimientos, que termine en convalidar en los
hechos (por acción, silencio u omisión) la vieja fábula gorila de que lo que
jodió a este país fue el peronismo; con esa manía de darles derechos a los
trabajadores y procurar que vivan un poco mejor.
No se trata de
definir ahora, en éste momento, alianzas o estrategias electorales, ni de
definir candidaturas, las urgencias de la hora son otras.
Ni se les pide (aunque sería exigible) a los que se dicen dirigentes peronistas una declaración de repudio a la persecución política y cacería judicial de ex funcionarios de los gobiernos de Cristina, con groseras violaciones del estado de derecho.
Ni se les pide (aunque sería exigible) a los que se dicen dirigentes peronistas una declaración de repudio a la persecución política y cacería judicial de ex funcionarios de los gobiernos de Cristina, con groseras violaciones del estado de derecho.
Como dice Macri
(pero en el sentido inverso) es acá, es ahora, y es ahora o nunca: o el
peronismo se pone en primera fila en la defensa de los trabajadores, sus
empleos, sus salarios y sus derechos, o queda condenado a la esterilidad
histórica, que es un destino más penoso aun que el de la desaparición.
(El video de apertura es tomado de "Perón, sinfonía del sentimiento" de Leonardo Favio; y refiere a un fragmento del discurso pronunciado por Perón el 24 de febrero de 1947 en el teatro Colón en ocasión de entregar a la CGT el Decálogo de Los Derechos del Trabajador Argentino)
Si seño'....
ResponderEliminarCon respecto a esto dado de llamar "reformismo permanente", yo sostengo que no hay nada que indique que goza del consenso social que nos quieren vender, ya que por un lado la diferencia en puntos no es tan grande como la que dicen, segundo yo no creo que todos "los vecinos" que votaron a estos delincuentes avalen total o parcialmente ese reformismo. Y tercero, la relación de fuerzas en el congreso no les permite avanzar "republicanamente" y, guste o no, ahí es cuadrilátero de la pelea.
Lo que pasa es que recostarse en este "consenso social" es funcional a estos hdep obviamente, pero también a los que tienden a brindar gobernabilidad, a los que tiernamente quieren que a este gobierno le vaya bien por que nosequé y/o opositores responsables.
A mi entender, en este mismo camino "operan" -en el sentido estricto de su significado- los "intelectuales orgánicos" (hasta propios y supuestos "equidistantes o independientes u objetivos") en sus notas insistiendo con la "hegemonía" de esta "derecha moderna y democrática" y coso, sin dudar en apelar a saltos acrobáticos que enmudecerían a los más versátiles tramoyistas checoeslovacos
'Celente como siempre
Saludos