Parece mentira, pero después de la conferencia de prensa de ayer de Moe, Larry, Shemp y Curly estamos otra vez entrampados en la misma discusión: si estos tipos son pluscuamperfectos y todo ocurre según sus previsiones, o son unos pelotudos totales, que no saben donde están parados ni como sigue la cosa.
Primero vamos a lo obvio: metieron una devaluación machaza (medida en términos de suba del dólar en unos pocos días), y admitieron sin decirlo el fracaso total y absoluto de la política antinflacionaria consistente básicamente (y únicamente) en subir las tasas de interés; tanto que nos dijeron que para ver una inflación anual de un dígito, deberemos esperar al próximo gobierno.
Y así como en su momento lo libreteaban paran que en campaña no hablara de ajuste, lo obligaron a Sturzenegger a sentarse allí y poner la cara para certificarlo; mientras despedían sin mayores honores a dos boludeces supremas del discurso neoliberal, que ya no hay que discutir nunca más: las "metas de inflación", y la autonomía/independencia del Banco Central.
Es tan cierto que soltaron el dólar dejándolo subir sin intervenir durante 10 rondas consecutivas (habrá que ver que hacen hoy), como que decidieron darle una mano al inútil de Sturzenegger para ayudarlo a desinflar la bola de nieve de las LEBAC´s bajando la tasa (ayer cotizaban por debajo del 27 % en el mercado secundario); lo que dio lugar a que más de un abombado (como Esperte) saliera a decir que van a intentar hacer algo de kirchnerismo: aflojar un poco "el combate contra la inflación" tolerándola a cambio de dinamizar la actividad, inyectando plata al mercado.
Para contribuir a la confusión, ayer Sturzengger, el presidente del Banco Central que ha desregulado por completo la compra y venta de divisas para que cada uno compre la totalidad de los dólares que pueda (está visto que no todos los que quiera), del gobierno que llegó al poder enancado en el voto cacerolo, les pidió a los argentinos que piensen y se manejen en pesos, como Kicillof en medio de los cacerolazos durante el gobierno de Cristina.
Pero hasta ahí las engañosas semejanzas, pues el marco es completamente distinto: rige la más absoluta desregulación del mercado financiero (por medidas que tomó el gobierno), hay absoluta ausencia de restricciones a la entrada y salida de capitales (también por medidas tomadas por el gobierno), en el mundo vienen subiendo las tasas y el dólar (lo que haría que muchos se vayan si la bicicleta pasa a ser menos rentable), y las únicas divisas disponibles -por ahora- son las del endeudamiento; no solo porque la balanza comercial tiene un saldo deficitario que es récord histórico, sino porque los exportadores han sido lisa y llanamente exentos de traer las divisas al país y liquidarlas en el mercado único de cambio, otra vez: por estricta decisión del gobierno.
Casi que no haría falta aclarar en un país como la Argentina (cuya canasta exportadora se compone en buena parte de productos básicos de consumo de la canasta familiar, que han sido exentos de retenciones por decisión del gobierno) que una devaluación tiene costos, ganadores y perdedores; que todos podemos identificar casi de memoria.
La suba del dólar alimentará la inflación por el lado de la suba de las tarifas, que el gobierno decidió volver a dolarizar: el 70 % de la factura de gas es el precio en boca de pozo reconocido a las petroleras en dólares, y con gas y combustibles (con precios dolarizados) se genera buena parte de la oferta energética del país. Otro tanto aportará la suba de las naftas, con precios liberados por decisión del gobierno, atados a la evolución del crudo en el mercado internacional y -otra vez- el tipo de cambio, por otra decisión del gobierno.
El desequilibrio de la balanza comercial podría incluso agravarse si las importaciones (dolarizadas) de combustibles aumentan por caída o estancamiento de la producción como viene ocurriendo, y las exportaciones tradicionales no reacción al shock devaluatorio como no ocurrió a fines del 2015, porque se rigen por otros factores más allá del tipo de cambio.
Y una suba del dólar también acrecentará el déficit fiscal que el gobierno dice combatir, porque se incrementará el peso de los servicios de la deuda (contraída en dólares, con acreedores privados del exterior, para financiar gastos corrientes en el país, en pesos, por decisión del gobierno), además de las importaciones de combustibles ya señalado; sin que se compense ese efecto por el lado de los ingresos porque las retenciones (que se cobran en pesos pero sobre la base de alícuotas fijadas en función del precio de productos que cotizan en dólares) fueron eliminadas, o disminuidas; por decisiones de este mismo gobierno.
Con la disparada del dólar pierden los asalariados formales (a los que volverán a intentar ponerles un cepo en las paritarias) e informales y los jubilados, que a los daños que sufrirán con la nueva fórmula de ajuste de sus haberes deberán sumarle el traslado a precios de ciertos consumos dolarizados con alta incidencia en su canasta, como los medicamentos.
Pero además de los daños generalizados causados por las políticas del gobierno (por acción u omisión), siguen concienzudamente empeñados en cagar a los que fueron parte de su base votantes: primero fueron los jubilados, ahora se anotan las familias de clase media que tomaron préstamos hipotecarios ajustables por las UVAS; a las que se les agravan sus deudas y se les licúan en dólares los importes de los préstamos para comprar una vivienda, en un mercado como el inmobiliario, dolarizado si los hay.
En éste contexto, las supuestas "correcciones" del programa económico provocan el mismo resultado que los instrumentos utilizados hasta acá: generar colosales transferencias de ingresos de los sectores de ingresos fijos a los más concentrados y especuladores, para producir excedentes que se puedan fugar.
Y mientras todo pasa, Macri ¿ajeno a todo? sigue rascándose el higo en La Angostura, dejando a más de uno con la duda (puramente teórica) sobre si la crisis les estalló en las manos, o fue inducida por el propio gobierno y el presidente -fiel a su estilo- decidió poner una prudente distancia entre él, los problemas y los costos de gobernar y tomar decisiones; en especial cuando estas son impopulares.
Una reflexión final: horas después de que Pichetto y los suyos levantaran las manitos en el Senado para aprobar un presupuesto dibujado que no contemplaba ni la reforma previsional ni la tributaria ni el pacto fiscal firmado con los gobernadores, y días después que los aliados radicales por boca de Negri en Diputados y Naidenoff en el Senado se vanagloriaran de que por primera vez en años "el presupuesto tiene metas claras y creíbles", el gobierno les modificaba en un 50 % la meta de inflación allí prevista.
Lo mismo le pasó a Schiaretti, que hizo punta en las paritarias con cepo a pedido del gobierno arreglando con los estatales cordobeses un aumento del 11 % a pagar en dos cuotas para todo el 2018, horas antes de que Dujovne dijera que ahora esperar una inflación en torno al 15 %. Roma no paga traidores, y a veces ni siquiera a los leales.
Una reflexión final: horas después de que Pichetto y los suyos levantaran las manitos en el Senado para aprobar un presupuesto dibujado que no contemplaba ni la reforma previsional ni la tributaria ni el pacto fiscal firmado con los gobernadores, y días después que los aliados radicales por boca de Negri en Diputados y Naidenoff en el Senado se vanagloriaran de que por primera vez en años "el presupuesto tiene metas claras y creíbles", el gobierno les modificaba en un 50 % la meta de inflación allí prevista.
Lo mismo le pasó a Schiaretti, que hizo punta en las paritarias con cepo a pedido del gobierno arreglando con los estatales cordobeses un aumento del 11 % a pagar en dos cuotas para todo el 2018, horas antes de que Dujovne dijera que ahora esperar una inflación en torno al 15 %. Roma no paga traidores, y a veces ni siquiera a los leales.
https://www.youtube.com/watch?v=SwOH57SVh88 Llamen a Moe
ResponderEliminarEl que apuesta al dólar,pierde.
ResponderEliminarEl Colo.