Puede que a algunos les haya sorprendido la actitud de Macri en la conferencia prensa horas después de la aprobación de la reforma previsional, pero no fue más que la reiteración de lo hace un tiempo ya se viene viendo: su nula empatía con nada, su absoluto aislamiento de la realidad y su nulo registro de las reacciones que genera su gobierno: un fiel reflejo de su gestión; al que solo le faltó alguna alusión a la escasez de la merluza para terminar de parecerse del todo a De La Rúa, justo por estos días.
Ajeno a la percepción de cualquier cambio del escenario post electoral, ratificó el rumbo de un programa económico que hace agua por todos lados, demonizó una vez más a los que se oponen (que cometerían justamente ese pecado: el de no plegarse a sus deseos), y pese a haber mentido en forma grosera en la campaña previa a las elecciones de octubre (como mintió en las presidenciales, y como viene mintiendo desde que llegó al gobierno), apeló a que le tengan confianza porque él tiene confianza en sus reformas; como si su crédito fuera ilimitado.
Como muestra de su absoluta alienación, nos pide que le creamos a los que nunca le creímos ni el saludo, justo cuando los que le creyeron todo empiezan a desconfiar, como se pudo comprobar en los cacerolazos.
Justificó una represión salvaje e indiscriminada, se enojó con la jueza que impidió a la Metropolitana portar armas de fuego (lo que solo puede interpretarse como un pedido explícito de contar con licencia para matar, si es necesario o lo creen así), y en el colmo del ridículo fue a visitar a un policía que está a punto de perder un ojo haciendo chistes de mal gusto (¿no hay nadie en todo su séquito que le diga que definitivamente si algo no es, es gracioso?); sin advertir que había sido herido por otros policías con un balazo de goma disparado al rostro, porque estaba vestido de civil para infiltrarse entre los manifestantes: una prueba de que hasta "el mejor equipo comunicacional de los últimos 50 años" está haciendo agua por todos lados, por estas horas.
Blindado en la calle con un despliegue represivo propio de una dictadura, y blindado ante los micrófonos de un periodismo obsecuente rigurosamente seleccionado, ya no queda resquicio ni -usando sus propias palabras- ranura alguna para que en su gobierno entre la realidad de la calle; mientras persevera con la tosudez de necio en una política económica cuyo rumbo e instrumentos fracasaron estrepitosamente en el país cada vez que se aplicaron, y está fracasando de nuevo ahora; creando a su vez -como siempre que se implementaron- el caldo de cultivo perfecto para aumentar la violencia y la conflictividad social.
Tan aislado de la realidad circundante están Macri y el gobierno que las reformas que promueven se hacen a las atropelladas, con amenazas de úcases presidenciales vía DNU si no se aprueban, con el Congreso militarizado ante la protesta social y con gobernadores y legisladores que dicen públicamente que han sido extorsionados para votarlas. Y por si fuera poco, la vicepresidenta Michetti no parece capaz de distinguir no digamos ya defensa nacional de seguridad interior, sino sujeto y predicado en una misma oración.
Mirando el contenido de las reformas, parecen no solo (como efectivamente son) salidas del eterno manual del FMI para todos los tiempos y lugares, sino la lista del supermercado del poder económico en el país: al igual que el blanqueo en su momento, por momentos parecieran más enderezadas a "arreglarles los papeles" y "acomodarles el cuadro" para cuando sobrevenga la crisis terminal (política, económica, todas juntas), que sobrevendrá justamente más tarde o más tenprano, como consecuencia de ellas.
Una muestra bastante clara de eso es la aprobación a las apuradas y a los ponchazos de la fusión entre Cablevisión y Telecom, entre la modificación de la ley de defensa de la competencia que "Cambiemos" (¿Macri también, o fue para la gilada amiga?) impulsó en el Congreso, y el DNU con el cual piensan reemplazar definitivamente a la ley de medios y a la de "Argentina Digital", en lugar de la prometida "ley de convergencia"; porque no están en condiciones hoy de debatir el tema en el Congreso.
Con la fusión aprobada, Macri se priva de su bala de plata contra el Grupo Clarín, y se ha puesto solo en situación de que Magnetto le aplique la terapia de los últimos dos años de su famoso teorema, cuando lo crea oportuno: soltarle la mano, porque ya no le reportará ninguna utilidad.
Una muestra bastante clara de eso es la aprobación a las apuradas y a los ponchazos de la fusión entre Cablevisión y Telecom, entre la modificación de la ley de defensa de la competencia que "Cambiemos" (¿Macri también, o fue para la gilada amiga?) impulsó en el Congreso, y el DNU con el cual piensan reemplazar definitivamente a la ley de medios y a la de "Argentina Digital", en lugar de la prometida "ley de convergencia"; porque no están en condiciones hoy de debatir el tema en el Congreso.
Con la fusión aprobada, Macri se priva de su bala de plata contra el Grupo Clarín, y se ha puesto solo en situación de que Magnetto le aplique la terapia de los últimos dos años de su famoso teorema, cuando lo crea oportuno: soltarle la mano, porque ya no le reportará ninguna utilidad.
El gobierno (en un sentido amplio, todo "Cambiemos", como lo demuestra el sátrapa Morales en Jujuy) dejó en claro como piensa tratar la crisis: profundizando la represión sin ningún tipo de apego a derecho humano alguno, demonizando opositores para dejarlos por fuera de la legitimidad democrática de los que pueden ser admitidos como interlocutores para concertar políticas, corriendo permanentemente la frontera móvil entre quienes son "razonables" (ayer el massismo, hoy los gobernadores del PJ) y quiénes no; y están para el palazo policial o el carpetazo judicial (el kirchnerismo y la izquierda siempre, el sindicalismo combativo, los movimientos sociales).
Todo eso en medio de funambulescas denuncias sobre golpes de Estado abortados por el heroico accionar policial, cuando en rigor de verdad el mayor peligro para la democracia argentina no es el gordo del mortero, ni son los mapuches terroristas ni los que protestan caceroleando, sino Macri, su gobierno y sus políticas.
Una auténtica vía muerta que no conduce a ningún lado, o mejor dicho a otro desastre anunciado; donde los que pierden y los que ganan son los mismos de siempre.
Me van a disculpar, pero disiento. Decir que Macri se encuentra aislado es subestimarlo. A los de su calaña simplemente no les interesa fundir al país, si a cambio pueden hacer una diferencia económica. De la misma manera, las vidas de uno, mil o cien mil pobres no importan, si a cambio se llevan una tajada. Cada nueva ronda de endeudamiento les da la oportunidad de hacer plata a costa nuestra. Total, el puesto de presidente es pasajero, pero los negociados son por siempre.
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