Apenas cinco días después de que se
conociera el mega DNU que modificaba y derogaba un montón de leyes con la
excusa de “desburocratizar el Estado”, el jefe de gabinete anunciaba en
conferencia de prensa que el gobierno había resuelto no convocar al Congreso a
extraordinarias en febrero; difiriendo toda la actividad legislativa al inicio
del período ordinario de sesiones el 1º de marzo.
De tal modo
desmentía enfáticamente (claro que sin proponérselo) las “circunstancias excepcionales que hacían imposible seguir
el trámite ordinario previsto por la Constitución para la sanción de las leyes”
que -en teoría y como lo prevé la constitución- forzaron al presidente a emitir
el DNU: en cualquier país medianamente serio de esos que habitualmente les
fusta tomar como ejemplo el funcionario (responsable constitucional además de
presentar los DNU ante el Congreso) era despedido, el presidente sometido a
juicio político y el decretazo anulado por la justicia. Para esto último
bastaría simplemente usar como prueba el video de la rueda de prensa, con las
declaraciones de Peña; o las declaraciones de Tonelli reconociendo que apelaron al decretazo porque había cosas que no pasaban en el Congreso.
Clausurando el
Congreso hasta marzo y sin la garantía de que hasta entonces no volverá a
emitir decretazos de necesidad y urgencia, Macri ingresó definitivamente en la
etapa de fujimorización, bajando un escalón más en la ya de por sí degradada
calidad democrática de su gobierno; que suma el apagón legislativo a la
subsistencia de presos políticos y la cacería organizada de opositores con el
uso de las agencias estatales a tal fin (OA, UIF, AFIP), y la complicidad de
buena parte del Poder Judicial.
La leve pátina
democrática del gobierno de la “nueva derecha” duró así menos que la pintura de
la pileta de Larreta, y Macri empieza a transitar aceleradamente -y no solo por
el mero transcurso del almanaque- la parte final de su mandato sin pena ni
gloria, porque ya no tiene futuro para ofrecer: el propio jefe de gabinete nos
acaba de explicar a los argentinos que debemos acostumbrarnos a los aumentos de
la nafta “porque los costos son los costos” (omitiendo que fue el gobierno el
que decidió liberar los precios de los combustibles, atándolos a la evolución
del dólar y el barril de petróleo), mientras nos pide que como sociedad nos
comprometamos con la meta de inflación “recalibrada” del 15 %. O sea, en criollo,
que no pidamos más aumento de sueldo que eso: el ministro Frigerio acaba de decir lo mismo, con otras palabras.
El DNU y el cierre
del Congreso hasta marzo marca la fujimorización de un gobierno que no puede
resistir el más mínimo debate legislativo de sus iniciativas: recordemos el
penoso papel del diputado Negri cerrando el debate de la reforma previsional en
el recinto sin defenderla; o el más reciente ejemplo de la clausura de la
paritaria nacional docente por decreto.
Y si no nos creen, hagan la prueba de
leer los fundamentos del mega DNU, del decreto que clausuró la paritaria docente o de cualquiera
de los que recortaron derechos en estos dos años: ninguno pasa el más mínimo
test de razonabilidad, ni supera la exposición de peticiones de principios; sin
la menor explicación inteligible de las decisiones que se adoptan en cada caso,
porque no la tienen o -peor aun- porque son indefendibles en un debate público
y abierto.
El gobierno de
Macri manda las promesas de regeneración republicana y calidad institucional
con las que “Cambiemos” atravesó la campaña electoral del 2015 y llegó al poder, al mismo trasto en el que antes cayeron el diálogo y la búsqueda de consensos,
la “pobreza cero”, y las promesas de “mantener lo bueno y corregir lo malo” del
kirchnerismo, para que “todos estemos cada día un poquito mejor”.
A partir de la reforma
previsional algo cambió, en especial en la relación con parte de su propia base
electoral: muchos empezaron a advertir que como cualquier gobierno neoliberal
clásico, el paraíso prometido es algo que se aleja cada vez más en el tiempo,
mientras los sacrificios que se exigen en tiempo presente para conseguirlo son
cada vez mayores y apremiantes.
Los medios y
economistas afines al gobierno se apuran a decir que el 2018 estará “atravesado
por la maldición de los años pares sin elecciones”, y la economía crecerá poco,
si es que crece; mientras advierten que no se repetirá el boom del crédito del
año pasado, y los salarios volverán a perder frente a la inflación, provocando
que el consumo siga sin repuntar.
Por esa razón
cuestiones como el escándalo Triaca pegan y por ese motivo Clarín (sin
renunciar ni por un momento a otorgarle un blindaje mediático propio de una
dictadura e incompatible con un gobierno democrático) ya empieza a instalar en
sus medios la idea del recambio dentro del propio sistema, con Vidal como el
rostro amable para oponer al desgaste de Macri; el CEO agriado por las
contrariedades de la realidad, y afecto a los despidos rápidos y las vacaciones
(propias) largas. Y por esa razón también hasta Barrionuevo se les para de manos, y pone su firma en un durísimo documento de los sectores más combativos de la CGT contra el gobierno.
Sin embargo, que el
gobierno esté desgastado y lo que algunos auguraban como una larga hegemonía
(en términos culturales) del macrismo se disuelva en el aire a pocas semanas de
las elecciones no significa que sea débil, ni que renuncie a tratar de imponer
su agenda, a como de lugar: precisamente el riesgo para la democracia radica en
que seguirá intentando hacerlo, por la razón (poco, casi nada) o por la fuerza
(mucho, casi siempre). Y como dijo hace horas Zaffaroni, cuidado porque los muertos siempre los ponemos nosotros.
Y apelará para ello
al reducido manual de herramientas con los que se manejan las derechas, en todo
tiempo y lugar: para la protesta social, la represión, y para imponer las
propias iniciativas, ese “decisionismo cesarista” que le critican a los
populismos pero que no dudan en aplicar cuando gobiernan; más la quirúrgica
precisión para asaltar al Estado y sus estructuras vaciándolas hasta la última
hendija disponible, para rapiñar la mayor cantidad de negocios posible,
mientras les quede tiempo. Este último es particularmente perceptible en el
articulado del mega DNU de hace unos días.
No hay en marcha un proyecto refundacional de la Argentina, y no porque los dueños del país no lo deseen, sino porque sus circunstanciales empleados ejecutores (que eso y no mucho más es el gobierno nacional) no están a la altura del desafío, claramente. No hay proyecto de desarrollo alguno, sino un plan de negocios (y rapiña también) que funciona para cuatro o cinco nichos escogidos; así como no hay plan económico sino tomar deuda para fugar capitales, rebajar salarios reales y flexibilizar todo lo que se pueda la fuerza de trabajo.
No hay en marcha un proyecto refundacional de la Argentina, y no porque los dueños del país no lo deseen, sino porque sus circunstanciales empleados ejecutores (que eso y no mucho más es el gobierno nacional) no están a la altura del desafío, claramente. No hay proyecto de desarrollo alguno, sino un plan de negocios (y rapiña también) que funciona para cuatro o cinco nichos escogidos; así como no hay plan económico sino tomar deuda para fugar capitales, rebajar salarios reales y flexibilizar todo lo que se pueda la fuerza de trabajo.
Por esto último la reforma laboral
(el proyecto que enviaron al Congreso, otro, o su tupacamarización en las
paritarias) sigue siendo el objetivo político central del gobierno, la viga
maestra del programa económico: mientras no da ninguna señal de controlar ningún
precio de la economía (incluyendo al dólar) para alinearlo con las “metas de
inflación”, insiste en ponerle cepo a la discusión salarial; y a ese propósito
tributa la cacería judicial de sindicalistas.
No porque los
impresentables elegidos como ejemplos no merezcan estar presos, ni tampoco para
aleccionar a los demás dirigentes gremiales, pues es muy probable que los que
más tengan que tener al respecto porque tienen muertos en el placard, sean los
más proclives a transar con el gobierno traicionando los intereses de sus
bases.
Lo que se busca es
generar el descrédito social de los sindicatos y sus dirigentes, para quitarle
bases de sustentación a cualquier protesta que ensayen para defender los
salarios, los derechos y los puestos de trabajo amenazados por las políticas
del gobierno de Macri. Las respuestas del gobierno al documento de Mar del Plata de algunos sectores de la CGT es clara al respecto: apelar al argumento ad homnimen y poner el foco en quienes lo firmaron (colocando en primer lugar a Barrionuevo, hasta ayer nomás socio), y no en lo que dice.
Mientras tanto,
sigue pendiente la construcción de la alternativa opositora capaz de
capitalizar lo que ya es un indisimulable declive del proyecto gobernante, que
todo indica no podrá ser revertido, de seguir en su propia lógica; porque las inconsistencias groseras del plan económico se reconducirán en tensiones sociales, que tendrán que tener su correspondiente vía de expresión política.
ResponderEliminar??????????
Una herramienta que está prohibida desde el Corralito.
El Banco Central permite al Gobierno tomar dólares de los ahorristas
El Banco Central habilitó al Gobierno Nacional a financiarse con dólares depositados en los bancos por los ahorristas, lo cual no ocurría desde el Corralito. Esto significa que el Gobierno podrá usar los dólares de los ahorristas para emitir bonos de deuda.
Hasta el momento, los depósitos en dólares sólo se prestaban a privados para actividades de exportación, “con avales en moneda extranjera”. Ahora, a partir de la comunicación “A” 6105, emitida por el BCRA, se incluyó en esa lista a “proveedores de bienes y/o servicios que formen parte del proceso productivo de mercaderías fungibles con cotización, en moneda extranjera” y a la “suscripción primaria de instrumentos de deuda en moneda extranjera del Tesoro Nacional, por hasta el importe equivalente a un tercio del total de las aplicaciones realizadas conforme a lo previsto en esta sección”.
Según indicó el portal especializado en economía Minuto de Cierre, en la actualidad “el sistema cuenta con u$s 27.100 millones en depósitos, de los cuales unos u$s 9.000 fueron prestados a privados, por lo que en base a los niveles de encaje actuales, el Tesoro Nacional se podría hacer con entre u$s 4.500 millones y 3.500 millones de dólares de los ahorristas para financiarse mediante títulos de deuda pública”.
¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿¿??????????????
ResponderEliminarhttps://www.clarin.com/opinion/embajadas-venta-achiques-bajar-deficit-fiscal-inflacion_0_B1BDNwSNz.html
Ajá, pero hace un año ya:http://nestornautas.blogspot.com.ar/2017/02/las-alarmas-empiezan-sonar-para-los.html
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