domingo, 11 de marzo de 2018

CONTÁTE OTRO, PELADO



Sobre el conflicto entre el gobierno y la UIA, leíamos a Pagni en una de sus columnas de La Nación:La discusión echa luz sobre males viejos y nuevos. Muchas grandes fortunas argentinas se han construido sobre decretos oficiales. Pero, con independencia de ese vicio, el Gobierno carga con otro inconveniente. Si la política económica es gradual, la inversión también será gradual. Más allá de estas razones objetivas, el oficialismo aprecia este conflicto por su rentabilidad simbólica. Con una caída de 10 puntos en las encuestas, y en medio de una batalla antiinflacionaria que apuesta a la moderación de los aumentos salariales, confía en que la puja retórica con la UIA neutralice el prejuicio que más lastima al Presidente: "Gobierna para los ricos".La pretensión oficial de producir un movimiento hacia la izquierda domina todas las iniciativas de estos días.  
El inventario de reformas progresistas expuesto por Macri ante la Asamblea Legislativa hace una semana y, sobre todo, la habilitación del tratamiento de la despenalización del aborto en el Congreso. Una jugada que aun rivales ideológicos acérrimos del Presidente consideran ventajosa. El Gobierno correría un solo riesgo: tentarse con intervenir en la dinámica legislativa.” (las negritas son nuestras)
Ya bastante inverosímil es que nos pretendan vender un “Macri progresista” o “feminista”, como para que ahora nos quieran encajar un Macri “traidor a su propia clase”. Y en la nota del propio Pagni, en la parte que resaltamos, está la respuesta. 
En efecto, si la pelea del gobierno con los popes de la UIA fuera por la inflación y las rermarcaciones de precios (con el gobierno controlándolos a lo Moreno, con multas y sanciones, o aplicación de la ley de abastecimiento), uno podría comprar el buzón, pero es más bien todo lo contrario: no existe la más mínima intención de hacer algo por el estilo, y por el contrario, Macri los acusa a los empresarios de haberse dejado comer la cabeza por el Napia, durante el kirchnerismo.
O lo más importante: si Macri no gobernara para los ricos (como todos sabemos, y ahora tratan de que nos olvidemos con esta pelea coacheada por Durán Barba) se pondría del lado de los trabajadores, y presionaría a los empresarios para que les aumenten los sueldos en la discusión en paritarias de un modo acorde a la inflación, para mantener y aun mejorar el poder adquisitivo de sus salarios.
Sin embargo y como el propio Pagni lo señala, la obsesión del gobierno es exactamente la contraria: que los trabajadores moderen sus reclamos salariales, y que los empresarios regateen en las paritarias, porque la merma en el salario real es la única estrategia oficial contra la inflación.
Que casualmente coincide -pero vean ustedes que coincidencia- con los intereses de todos los empresarios, o con los más grandes e importantes, de todas las fracciones del capital; que por eso mayoritariamente acompañaron a “Cambiemos” en las elecciones presidenciales: asegurarse de una redistribución regresiva del ingreso nacional, a favor de las ganancias del capital. 

Ni que hablar que los primeros en perseguir ese objetivo son los empresarios que forman parte del propio gobierno, comenzando por el presidente. Tanto que se podría decir que con ese objetivo principal en mente armaron un partido, y se presentaron a las elecciones; y para peor, las ganaron.

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