Con razón se decía ayer en las redes sociales que el discurso de Macri en el Congreso no debe compararse con el anterior que hizo en el mismo lugar, sino con el que pronunció en el Centro Cultural Kirchner el lunes siguiente a las elecciones de octubre: entre uno y otro mediaron apenas unos 130 días, pero una eternidad en términos políticos.
El macrismo que parecía sentar las bases de una larga hegemonía con los resultados a la vista en octubre, apretaba el acelerador en el CCK con las "reformas de segunda generación" para dejar atrás el gradualismo: la tributaria, la previsional y -sobre todo- la laboral.
La resistencia y el rechazo social que generó la metida de mano en el bolsillo de los jubilados marcó para el gobierno un quiebre, incluso con parte de su propia base electoral; y pospuso para mejor oportunidad la reforma laboral que hasta contaba con el guiño de buena parte de la CGT.
A eso se sumaron los escándalos variados (Triaca, Díaz Gilligan) que impactaron en un gobierno al que le entró la bala del ajuste a los jubilados, y que desde entonces viene intentando colocar una cortina de humo tras otra, para invisibilizar el ajuste y los efectos sociales concretos del plan económico.
El discurso "componedor" y corrido al centro de ayer (al que algunos delirantes ya tildan de "progresista") tuvo que ver con eso; tanto en las cosas que dijo, como por los temas de los que no habló, o apenas sobrevoló sin mayores precisiones: la situación de los jubilados, la inflación, el pavoroso endeudamiento, la vulnerabilidad del país frente a cualquier shock externo, el voto electrónico (¿ acaso otro proyecto sepultado por el peso de la realidad?), la protesta social que crece y se manifiesta en las canchas de fútbol o en la marcha del 21F.
Es como si Durán Barba lo hubiera libreteado para que bajar un cambio y evitar las zonas de conflicto, tanto que hubo pocas menciones a la "pesada herencia". ¿Acaso el tenor del discurso hubiera sido distinto en éste punto si Cristina hubiera estado presente?
Sin embargo, en las pocas cosas que Macri sí mencionó al pasar o directamente, se pueden encontrar pistas de los temas con los que el gobierno será insistente, o como los que piensa encarar: la reforma a la ley del mercado de capitales (un viejo reclamo de las empresas nucleadas en la AEA para sacarse de encima miradas molestas sobre sus números y manejos), la ley de convergencia en las comunicaciones (tirándole así al Congreso la papa caliente de la disputa entre Clarín y las telcos), el apriete a los docentes para que acepten el cepo a los salarios en las paritarias (lo cual comprueba que son el caso testigo, y por eso fueron elegidos como blanco desde el principio).
Otro tanto cabe para las apelaciones a la "colaboración sindical" poniendo como ejemplos las industrias petrolera, láctea y automotriz; todos casos de flexibilización laboral donde los trabajadores aceptaron resignar derechos y salarios, pero el empleo cayó y la producción también: una invitación a aceptar la reforma laboral por sectores, con ejemplos poco felices.
En el tema del aborto que tanto espacio ocupó en los últimos días el abordaje del discurso fue por demás curioso: Macri llamando a discutir un proyecto (la despenalización) con el cual dice explícitamente que no está de acuerdo. ¿Que hará en el caso de que el Congreso lo sancione, vetarlo respondiendo a sus convicciones íntimas o "esperar y ver" a los resultados que arrojan las encuestas y los focus group al respecto?
Lo que sí es cierto que su "invitación a debatir" no funciona disociada del pedido de Carrió (que estuvo antes de la asamblea legislativa con él en Olivos) de "respetar los tiempos de los creyentes" y posponer la discusión, sino todo lo contrario: la verdadera estrategia del gobierno con el tema es alargar el debate tanto como se pueda, especulando con que las diferencias que hay en la oposición al respecto terminen generando grietas.
Y de paso, intentar captar las adhesiones de las dos trincheras: las de los que están en contra exponiendo la opinión de Macri para alentar la ilusión de un bloqueo parlamentario o un veto y la de Carrió de frontal oposición, y las de los que están a favor, apareciendo como un facilitador del debate. Estos últimos pecarían de ingenuos si le creyesen, cuando además es muy evidente la maniobra para quitarle voltaje político a la marcha y paro del 8M.
El otro dato de la sesión de ayer fue la ausencia de Cristina, que dividió aguas incluso al interior del kirchnerismo, entre los que sostienen (sostenemos) que debió haber ido para ejercer el rol institucional en el que la colocó el voto de la ciudadanía, y los que dicen que de ese modo se corrió del centro de la escena (como viene haciendo de un tiempo a esta parte), y dejó al gobierno y a los medios girando en el vacío: sin poder hacer centro en su figura y sus reacciones frente a los dichos de Macri, y obligado a hablar de sí mismo y su gestión (un terreno árido, atento a los resultados).
Vista desde ese lugar, los que afirman que Cristina acertó en no ir parecieran estar en lo cierto porque el foco estuvo puesto en Macri y su discurso; pero lo real es que su ausencia dejó en claro también el vacío de liderazgo que hay en la oposición. ¿Acaso otro efecto buscado por la propia Cristina con su decisión de no asistir?
En todo caso, ese vacío que dejó Cristina al no asistir (por volumen y peso electoral específico) es sintomático de otro mayor, que es que la oposición parece no lograr capitalizar el descontento con el gobierno y el deterior de su imagen y la del presidente.
Cabe preguntarse, claro, como podría hacerlo sin elecciones a la vista y con un Congreso hibernado hasta ayer; pero se nos ocurre como respuesta que a partir de hoy deberá mostrarse más activa y con iniciativa para instalar una agenda propia que gire en torno a los reclamos más acuciantes de la sociedad: el empleo, la situación de los jubilados, la inflación, los salarios y los tarifazos.
Sin dejar de ponerle el cuerpo a la protesta callejera, deberá instalar en el Congreso esos temas aun cuando les cueste imponerlos, o enfrente la amenaza de un veto presidencial; no con la mira puesta en la cosecha legislativa de hoy, sino en la electoral de mañana: alguien tiene que asumir en democracia la representación política de las necesidades, expectativas y reclamos de la sociedad.
Algo que está cada vez más claro que Macri y su gobierno no pueden hacer, aunque sigan apelando a la esperanza de que en un futuro indefinido (que ya se proyecta hacia un segundo gobierno de "Cambiemos") las cosas mejoren.
Coincido en que de parte de la oposición real (no la cosmetica) la teoría de crear vacíos no funciona porque se la aplicó innumerables veces y no sólo no dio resultado sino que evidencia , ante los votantes, una torsión del mandato específico (esto de cumplir cabalmente con la representación delegada). Puede que este sea, como arriesgas, un mensaje de Cristina a sus propias filas. Es mi creencia que ella, al igual que Moyano, han debido tomar la posta de la representación urgente, por ausencia de contundencia filas abajo. Ni uno ni otra manifestaron en su momento intención de continuar en la tarea que en el pasado emprendieron pero la carencia de cuadros de reemplazo efectivo los obligo, pienso (y aquí si, los objetivos últimos puede que difieran sustancialmente ), a ponerse al hombro una campaña de lucha, cuando ya estaban para otra escala de actuación.
ResponderEliminarMe parece que es tiempo de que quienes reportan a Cristina, muy especialmente, comprendan que están siendo observados muy de cerca por sus votantes y que estos ya no tienen la paciencia de otrora para asistir a desorientaciones y/o defecciones.
Senadores, diputados, concejales, intendentes, de sobreentendido "palo", deberían despertar del sueño pre 2015 comprendiendo que se espera de ellos creatividad y no la repetición de mañas inconsistentes a la hora de la obtención de resultados.
El otro día en Minutouno, Bercovich - que no es santo de mi devoción - descoloco al chivo Rossi cuando tras la confesión de este sobre las muchas trabas legislativas al accionar del cuerpo, le preguntó "¿pero uds están pintados allí dentro?". La dubitacion de Rossi fue en si misma, toda una respuesta.
Hay conductas de bloque, en el Congreso, en las legislaturas diversas (provinciales, municipales ) que están poniendo en duda muchas carreras políticas que, deberían recordar quienes hacen política, cuentan como combustible de despegue y mantenimiento, la voluntad popular. Sin desmedro de reconocer el valor de la vocación militante que orientó esas carreras ayer quizás muy prestigiosas, creo que es hora de que estos representantes se obliguen, en la evidente adversidad legislativa -nadie desconoce las mejicaneadas que están padeciendo de parte de oficialismo y Peronismo errático y colaboracionista -,a mayor creatividad de la que están exhibiendo. Porque la contrastacion con la movilización sindical combativa, los esta dejando con los calzones al aire.
La historia argentina abunda en ejemplos de fuerzas finalmente evaporadas en el olvido. Y seria una pena que esto se repitiera porque el Kirchnerismo cuenta con una base muy fiel, muy convencida de las posibilidades de este, pero esa base, no come vidrio y comienza a preguntarse por que sostiene con su lealtad , pulso y cuerpo...algunas carreras políticas que están evidenciando flagrante inutilidad. Saludos.