miércoles, 23 de mayo de 2018

MACRI EN SU LABERINTO



El problema de la restricción externa y el déficit de cuenta corriente la principal inconsistencia del modelo económico en curso) se agrava mes a mes como consecuencia de las inconsistencias internas, y del alza de las tasas internacionales de interés; que generan la suba del dólar por la mayor demanda fruto de la aceleración de la fuga de capitales, en un contexto de desregulación de su flujo. Pero el gobierno no repondrá los controles al flujo de capitales.

En un contexto de tasas altas hay menos liquidez mundial, y se corta abruptamente el chorro del financiamiento vía deuda, que financia a su vez la fuga de capitales y el dólar barato para turismo y ahorro; dos objetos del deseo de las clases medias que constituyen el núcleo duro de los votantes de “Cambiemos”. Pero el gobierno no reimplantará las restricciones al libre acceso a las divisas de quien quiera comprarlas, mientras pueda; y si lo hiciera, se granjearía el malhumor de sus propios votantes.

El dólar barato funcionaba como ancla inflacionaria ancla junto con las paritarias, pero se soltó, dejando a estas como el único dique de contención que el gobierno imagina para el alza de los precios. Una suba del dólar, en la Argentina, sin retenciones y con precios, tarifas e insumos básicos (alimentos, combustibles, energía) dolarizados solo puede tener como resultado una aceleración de la inflación. Pero el gobierno no “pesificará” las tarifas, ni repondrá las retenciones.

El mecanismo de apelar a la suba de las tasas para bajar el dólar o mantenerlo estable solo logra atraer parte de los capitales que se fugaron armando la corrida, y vuelven para obtener ganancias fáciles, al precio de generar una recesión por el insostenible costo del financiamiento interno. Pero el gobierno no sabe como desarmar la bomba de las LEBAC´s sin costo (el canje por un bono del Estado aumentaría el endeudamiento ya de por sí excesivo), y tampoco dará marcha atrás con las medidas de desregulación financiera, como haber eliminado los pisos y techos a las tasas activas que pueden cobrar y pagar los bancos.

La recesión afectará aun más el empleo, así como la inflación golpea a los salarios; lo que supone que el efecto disciplinador que normalmente tiene un alza de la desocupación, se encontrará con los pedidos sindicales de activar las cláusulas gatillo de las paritarias, reavivando la puja distributiva que el gobierno pretendió desterrar; anclando el dólar, subiendo las tasas y poniéndole techo a las paritarias. Pero el gobierno no abandonará la idea de decir en público que la inflación es un fenómeno estrictamente monetario, que se ataca subiendo las tasas y contrayendo el gasto público.

Si no se activan las cláusulas gatillo de las paritarias (algo completamente inviable en este contexto) los trabajadores continuarán resignando salarios y poder adquisitivo, así como los jubilados, pensionados y beneficiarios de la AUH (que no tienen paritarias, ni cláusulas gatillo) ya están perdiéndolo por la aplicación de la nueva fórmula de ajuste de los haberes. Pero el gobierno no está dispuesto a modificarla, e incluso va al FMI, que le pedirá profundizar el ajuste allí.

Menos poder adquisitivo de los salarios, jubilaciones, pensiones y AUH (cuyos beneficiarios son sectores con mayor propensión al consumo, y menor capacidad de ahorro que se vuelque al dólar) retraerán aun más el consumo y no resolverán el problema de la demanda de dólares, que es empujada por los que tienen excedentes disponibles para dolarizar y fugar. Pero el gobierno no retrocederá en su objetivo estratégico de bajar costos salariales en dólares, y transferir ingresos del trabajo, a mayor rentabilidad del capital.

Una merma en el consumo impacta en el nivel de actividad, al igual que la suba de las tasas y el ajuste en el gasto público, gran porcentaje del cual es gasto social (salarios, prestaciones de la seguridad social) y subsidios a las tarifas de los servicios públicos. Pero el gobierno está cerrando un acuerdo con el FMI para achicar el gasto público y reducir el déficit primario; objetivos inviables (al menos en términos cuantitativamente relevantes) si no sigue recortando subsidios, salarios, jubilaciones y AUH, en términos nominales y reales.

Con la caída del nivel de actividad, se termina afectando la recaudación impositiva, y por ende poniendo más en riesgo la búsqueda del equilibrio fiscal; al mismo tiempo que la devaluación aumenta el peso de los intereses de la deuda sobre los gastos del Estado, acelerando en dirección a una crisis de pagos de la deuda. Pero el gobierno no considera siquiera como alternativa recuperar ingresos, afectando impositivamente rentas extraordinarias de los que ganan con este esquema macroeconómico; y que obtuvieron beneficios impositivos en estos dos años y medios.

Si bajaran las tasas para no afectar el nivel de actividad, los inversores se volverían al dólar agravando la presión sobre el tipo de cambio, la restricción externa y el peso de los intereses de la deuda sobre las cuentas públicas. Vuelta a empezar.

Contra toda la evidencia empírica en contrario, el diagnóstico del gobierno -y las medidas que piensa tomar en su consecuencia- es que el problema es el déficit fiscal, por eso acudió al FMI y busca apoyos para profundizar el ajuste; lo que no hará sino aumentar la conflictividad social, haciéndolo inviable e insostenible, en términos políticos.

Eso es lo que está viendo hasta la “oposición responsable”, y de allí el faltazo de los gobernadores a bancar en el Congreso los tarifazos, y su renuencia a entrar en mayores gestos de apoyo al acuerdo con el FMI; salvo alguno pasado con armas y bagajes al oficialismo como Urtubey.

Sin horizonte económico, con menos apoyo político, con menos consenso social, ¿qué le queda al gobierno para imponer el programa que ha definido como propio y el único posible, disputando su autoría intelectual con el FMI? La respuesta es sencilla: la represión; pero dispara otra pregunta ¿Cuánto puede durar un gobierno respondiendo de ese único modo? El antecedente de De La Rúa en el 2001 no favorece esa salida. 

1 comentario:

  1. Ahora, a diferencia del 2001 cuentan con el arma más poderosa que la represión... la onnubilación que ejercen sobre la clase media con el ejército bde infantería que es la comunicación.

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