Antes les molestaba porque hablaba todos los
días, y les cortaba la novela con las cadenas nacionales. Ahora los pone locos
que se mantenga en silencio, y quieren hacerla hablar a toda costa. Sacan todos los
días un muñeco distinto a chucearla a ver si pica, se prende y la suben al
ring; para que los desastres del gobierno de Macri pasen a un segundo plano y
estemos todos hablando de lo que ella dijo y le dijeron.
Para peor, mientras
sigue sin hablar y limitada a su participación en las sesiones del Senado, las
encuestas registren que sigue subiendo, en imagen e intención de voto: recuerda
a aquella famosa respuesta de Perón cuando le preguntaban que haría para
retornar al poder, y contestaba que nada, que todo lo harían sus adversarios.
Aunque ni siquiera
deslizó que vaya a ser candidata, como tampoco lo negó, y por pavote que
parezca, eso a estos pavotes eso los desespera: ¿qué les cambia a ellos si es o
no es candidata si ya la jubilaron, dieron por cerrado su ciclo, la invitaron
amablemente y no tanto a dar un paso al costado y ahora ya dan por sentado que
si es candidata, va por afuera del PJ?
Son tan ridículos
Pichetto y Urtubey que ni siquiera son capaces de disimular que hablando de la
que no habla de ellos, son parte de la estrategia del macrismo, que la necesita
en el centro del ring, y prendiéndose a la pelea, para distraer, ocultar y
hablar de otra cosa.
Peleándose con
Cristina -que no les contesta- están pegándole a la sombra, dando puñetazos al
aire que no dan en el blanco. Por supuesto, estarían más cómodos confrontando
con ella que con la realidad, que es más áspera: inflación, recesión, el dólar,
la fuga de capitales, los tarifazos.
El silencio de
Cristina lo obliga a Marcos Peña a rellenar las horas libres del call center
reportando a El Destape para que le bloqueen las cuentas en las redes sociales,
o a atizar el fuego amigo contra María Eugenia Vidal; haciendo salir de a uno a
los candidatos de “Cambiemos” en la provincia de Buenos Aires a negar en
público que hubieran aportado para la campaña, además de haber filtrado -casi
con certeza- la data que destapó el escándalo: si nos hundimos, nos hundimos
todos, parece ser la consigna.
Eso, por el lado
del gobierno; mientras “los mercados” le echarán la culpa a la silente Cristina
de todo lo que pasa, o puede pasar: veíamos hace poco como en Wall Street temen que vuelva, gane y reestructure la deuda como hizo Néstor en el 2005
(lo que sería completamente razonable), lo cual les da una formidable excusa
para subir las tasas si el gobierno argentino lograra retornar a los mercados
de deuda. Antes (en las elecciones del año pasado) la acusaban de priori de que
provocara una disparada del dólar, si ganaba (acá van risas).
Por el lado del
“peronismo racional”, el problema es que el silencio de Cristina genera un
vacío que no pueden llenar, con su candidato taquillero en eterna construcción
al que a esta altura van a tener que ensamblar con autopartes de más de uno,
para que lo registren las encuestas. ¿Le van a echar también ellos la culpa a
Cristina y su silencio de ser unos completos eunucos políticos, incapaces de
construir nada?
Nadie (ni siquiera
estos autodesignados voceros oficiosos) que no sea la propia Cristina puede
determinar si será o no candidata, pero en cualquiera de las dos opciones,
¿cuál sería el sentido de develarlo ahora y mostrar las cartas, cuando el
silencio le da el manejo de los tiempos y una absoluta centralidad política, no
ya hacia la oposición sino hacia el conjunto del sistema político?
Si dijera ahora que
será candidata, le lanzarían de inmediato toda la artillería pesada de los
fierros mediáticos y judiciales, y le echaría la culpa de dividir a la
oposición (Donda dixit) y obturar toda tentativa de construir una confluencia
amplia para derrotar a “Cambiemos”.
Si dijera que no lo
piensa ser, peor aun: también descargarían contra ella munición pesada, y la
presionarían para que se pronuncie bendiciendo a un candidato (al que de
inmediato le trasladarían la presión que hoy absorbe ella), o algún acuerdo
opositor, del que de inmediato algunos de los firmantes serían chuceados para
salir, para no quedar pegados con la mancha venenosa.
A un año de las
elecciones todos (gobierno y oposición) tienen por delante problemas muchos más
apremiantes que resolver, que el silencio de Cristina: arreglar los despelotes
del país en un caso, construir una alternativa seria que los argentinos puedan
votar, en el otro. A menos que seguir
ocupándose de Cristina sea su particular manera de decirnos que la extrañan más
que nosotros, para encarar cualquiera de las dos cuestiones, porque a ellos no
les da la talla.
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ResponderEliminarRossi dijo que quiere ser candidato. Ya fue denunciado por el agente naranja. Por eso quieren que se defina, para empezar a tirar. Muy bien jugado por la Cris Silente.
ResponderEliminarPuede ser que "extrañarla" no sea la idea exacta pero, a veces llega a insoportable el pensar en haber vivido ese país tan vivible que ELLA nos legó y que ahora hacen mierda sin pausa y con prisas...
ResponderEliminarEl problema de ese "peronismo racional" es que no es ni peronista ni racional... son antiperonistas pretendiendo hacer de un movimiento histórico una impostura, una farsa, un disfraz y éso no se puede, no va a andar... menos estando tan fresco y tan vigente la representante, sólo pensemos qué efecto causarían hoy - en tanto votante del cambio (suicidio) inducido - aquellos demonizados discursos de las cadenas nacionales, ante cada logro que van haciendo mierda... seguro extrañarían el no haberla escuchado, no darle pelota y comprar los globitos de colores.