Como corrían peligro si se sabían que tenían los cuadernos, nunca los tuvieron: vieron las copias digitalizadas del periodista de La Nación.
Y como corrían peligro si se sabía que los tenían, los fueron a buscar a la casa de Centeno con un amplio operativo periodístico, al lugar donde él (que no tenía miedo que le pasara algo si los encontraban) les dijo que podían estar, pero no estaban ahí; ni en otro lugar que les marcó como probable, porque no se acordaba bien donde puso un material tan letal.
Pero como no los encontraron, le volvieron a preguntar, y el tipo (ya como arrepentido) declaró que los había quemado, cree, porque a lo mejor le dio miedo que le pasara algo, si los encontraban.
Y como no los tienen, la prueba decisiva (tanto que puso en riesgo las vidas del fiscal y del periodista, aunque ninguno de los dos tenía los originales) ya dejó de importar, porque lo decisivo son los testimonios de los arrepentidos.
Acá no entiende el que no quiere.
Y yo por mi parte estoy tomando café mientras en mi mesa tengo un millón y medio de dólares en un sobre de papel madera tal como dice la fotocopia del octavo cuaderno, por supuesto en veinticinco páginas de fotocopias de paquetes termosellados de diez mil dólares, entran seis paquetes en cada fotocopia.
ResponderEliminarStop Fly pasajeros Bondi Arbus para pasajeros y equipajes de la lowcost
Nunca menos y abrazos
Abren una causa en base a fotocopias, fotocopias, y hacen detenciones.
ResponderEliminarToman como ciertas declaraciones inverosímiles, como la de Calcaterra, que dice que financió la campaña de Cristina.
Esto dura hasta las elecciones del 2019 y después les estalla en las manos.
El futuro de Bonadío y Stornelli tiene puertas con rejas. Y no solo el futuro de éstos dos
El Colo.