Varios veces hemos dicho acá que los grandes
grupos económicos del país han medrado históricamente con las crisis económicas
del país, en especial cuando se reconducen en crisis institucionales: es en la
situaciones de excepcionalidad en ese plano cuando han aprovechado la
oportunidad para obtener beneficios extraordinarios, a costa del grueso de los
argentinos.
Pasó con las
dictaduras militares (de las que fueron gestores y partícipes principales) y
con sus salidas del poder en transiciones democráticas apresuradas o
condicionadas (por ellos, más todavía que por el subsistente poder militar), y
pasó también con los gobiernos democráticos; a través de lo que se dieron en
llamar los “golpes de mercado”.
Mega-devaluaciones,
crisis del sector externo, defáults, hiperinflaciones, corridas bancarias
fueron escenarios en los que las grandes mayorías populares y buena parte
incluso del propio sector empresario salía perdiendo, mientras la cúpula del
poder económico no solo conservaba sus privilegios, sino que los acrecentaba.
En los estertores
de la última dictadura les estatizaron sus deudas a través de los seguros de
cambio pergeñados por Cavallo desde el Banco Central, y ya en democracia
alentaron el terror hiperinflacionario para luego hacer socialmente aceptable
la “cirugía mayor” del menemismo para desguazar el Estado y quedarse con sus
pedazos participando de las privatizaciones, y liquidar buena parte del estado
de bienestar del primer peronismo.
Y finalmente en la
última gran crisis, la del 2001 con el estallido de la convertibilidad,
consiguieron la “ley de bienes culturales” y la pesificación de sus deudas en
dólares, cargando el Estado con el costo de su licuación, al tener que
compensar a los bancos.
Dentro de esa
cúpula empresaria sobresalió -en todas esas coyunturas, y en otras- el grupo
Clarín, por su capacidad para exprimir al máximo el poder extorsivo de sus
medios y empresas, que también obtuvo bajo esas condiciones: allí están si no
Papel Prensa, radio Mitre, TN o Canal 13 para comprobarlo.
Precisamente una de
sus principales inquinas contra el kirchnerismo en general y contra Cristina en
particular, es que no hayan abandonado el gobierno en medio de una mega-crisis,
en la que podrían haber pescado beneficios en el río revuelto del terremoto económico
e institucional.
Pero decíamos que
no son los únicos, y de hecho se cuentan entre los promotores iniciales de la
creación de la AEA (Asociación Empresaria Argentina), el “club” de empresas más
poderoso del país, por lejos.
Un club cuyos
miembros apostaron en su mayoría al gobierno de Macri (aunque algunos hayan
puesto fichas a Massa en el 2015), pero que como consecuencia del modelo de
acumulación que éste lleva adelante y la conjunción de factores de orden
externo contra los que “Cambiemos” dejó indefenso al país con sus medidas,
también están atravesando problemas.
Por allí anda
Techint jaqueado por el combo de la devaluación y las esquirlas del
cuadernogate” viendo caer en picada sus acciones, y sometido a ofertas de adquisición de empresas norteamericanas en la Bolsa de
Nueva York.
Y como cuenta esta nota de Diario Bae a la cual corresponde la imagen de apertura, por
allí andan también otros connotados miembros de la AEA como Arcor (que registra
pérdidas en sus balances por primera vez en su historia), y las recientemente
fusionadas Telecom. y Cablevisión, las dos empresas con las que el grupo Clarín
consolidó su hegemonía en el mercado de las comunicaciones.
Ambas empresas (al
igual que Arcor) vieron afectados los resultados de sus balances por grandes
pérdidas derivadas de haber contraído abultado endeudamiento en dólares, como
consecuencia de la corrida cambiaria que llega ya cuatro largos meses y nada
indica que se vaya a detener en lo inmediato, sino más bien lo contrario.
Les está pasando
más o menos lo mismo que al gobierno de Macri, que ve crecer el fantasma del
defáult conforme el ritmo de la depreciación del peso aumenta el peso
proporcional de los servicios de la deuda sobre las cuentas públicas, porque se
necesitan cada vez más pesos para comprar los mismos dólares, que a su vez son
cada día más escasos.
No se le escapa a
nadie que un evento de tamaña magnitud como un defáult o una crisis terminal
del sector externo, sumado a los ya graves deterioros sociales y del entramado
productivo que han generado las políticas de Macri, podría acelerar los tiempos
de un proceso de descomposición institucional, con imprevisible final.
Justo -pero justo,
vean- el tipo de escenarios en que estos grandes grupos económicos pueden
aprovechar para colar demandas ante el Estado, que les resuelvan sus problemas,
como por ejemplo otra “estatización” de pasivos empresarios como en los
estertores de la dictadura, u otra “licuación” por vía de pesificación, como en
la caída del gobierno de la anterior Alianza.
Ni hablar si esos
grandes grupos económicos tienen (como Clarín) bocas de fuego mediática desde
la que disparar metralla para erosionar a un gobierno del que hasta hoy son
soportes decisivos dándole blindaje mediático; con tal de conseguir sus
objetivos. Habrá que estar
atentos, algo ya se vio con la amplia cobertura que le dieron a la marcha contra los recortes al presupuesto universitario de ayer.
No hay que dejar pasarlos esta vez.
ResponderEliminarHay que fundirlos y estatizarlos.
Si no lo hacemos merecemos todas las plagas del universo.
Es por eso que sus medios afines impulsan al "peronismo" dador de gobernabilidad como una alternativa de poder. Anulacion del blanqueo eincautacion de fondos para con eso pagar la deuda externa.
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