viernes, 21 de septiembre de 2018

LAS PELEAS DEL KIRCHNERISMO


Se ha dicho muchas veces que el kirchnerismo se metió en conflictos “innecesarios” desde el punto de vista político, o que estando ya en ellos por fuerza de las circunstancias, no supo como salir a tiempo o sencillamente no quiso, redoblando la apuesta en todos los casos. Y que de ese modo dilapidó energías y capital político (y por supuesto electoral) que podría haber conservado o ampliado, con otra estrategia política.

Se suele mencionar como ejemplos al conflicto con las patronales agrarias por las retenciones móviles, la pelea con Clarín que llevó a la ley de medios y la investigación de Papel Prensa, la disputa con los fondos buitres que no ingresaron a los canjes de deuda y en los últimos tramos, el enfrentamiento con los sectores medios que querían comprar dólares y protestaban contra el “cepo” cambiario, y con una parte del sindicalismo (y más importante, con los trabajadores representados por ella) por el cobro de Ganancias.

Podríamos decir como acotación preliminar que fueron precisamente esos conflictos los que terminaron de constituir al kirchnerismo como sujeto con identidad política propia, y anclaje social que aun hoy subsiste, pero no es ese el punto de la reflexión, sino determinar hasta que punto esos conflictos fueron -como se dice- “innecesarios”, o por el contrario, en que medida subyacen en el contexto político y social del país; y cualquier gobierno futuro (sea o no kirchnerista) deberá lidiar con ellos.

En particular nos interesan en este análisis aquellas disputas que pusieron al kirchnerismo a confrontar con un sujeto social relevante, más que con determinados actores políticos o corporativos; porque cuando desde la política se dice que una pelea es “innecesaria”, es porque se la mide desde el costo electoral que trae aparejada.

Por poner un ejemplo, la disputa contra los fondos buitres en defensa de los canjes de deuda y la política de desendeudamiento tiene hoy -en tiempos de mega-endeudamiento que nos pone de nuevo a las puertas de otro default- más vigencia conceptual que nunca, pero no puede afirmarse que los hold outs hayan conseguido alinear detrás de su extorsión a una parte importante de la sociedad argentina.

En el caso del conflicto con Clarín y buena parte de los medios del país, se replicaba en el país un fenómeno que es común a todas las democracias en la moderna sociedad de masas, y que se manifiesta con particular crudeza en América Latina; más que una excepcionalidad argentina. Y si bien los medios (acá Clarín y todos los que orbitan en torno suyo) marcan agenda e inciden en la disputa y el debate políticos, lo hacen más decisivamente sobre los actores del sistema institucional a los que les marcan la cancha en defensa de sus intereses, que sobre las audiencias, en las que en todo caso impactan sobre un sistema de creencias preexistente.

El conflicto con Moyano, la CGT y buena parte del sindicalismo por Ganancias se inscribió, a su vez, en un contexto más amplio en un doble sentido: por un lado la discusión sobre un sistema tributario más progresivo que el kirchnerismo soslayó (aunque haya adoptado reformas parciales en esa dirección), y las complejas relaciones del sindicalismo tradicional con un gobierno peronista.

Lo que nos deja entonces a los fines de éste análisis con el conflicto con el campo allá por el 2008, y la pelea con los caceroleros urbanos de clase media que ganaron la calle a partir del 2012, con el “cepo” cambiario como disparador de las protestas.

Si bien es posible afirmar que en ambos casos el sujeto social que acompañaba la protesta (en el caso del conflicto por las retenciones) o la protagonizaba directamente (en los cacerolazos) era a grandes rasgos el mismo, lo que sí tuvieron claramente en común es que los reclamos que en esos casos se dirigían contra el Estado lograron en su momento sumar el apoyo de muchos cuyos intereses objetivos no estaban precisamente del lado en el que se colocaron: personas comunes sin más tierra que una maceta en el balcón de su casa abogando por la derogación de las retenciones móviles, o quienes no tenían capacidad de ahorro para comprar dólares, protestando por las restricciones para hacerlo. Precisamente esa característica es la que le da interés a amos conflictos para el análisis.

Como mucho mas interés les da lo que estaba en juego en cada caso: la disputa por la captación de la renta agraria diferencial, y por la administración de la restricción externa; dos rasgos estructurales de nuestra estructura productiva, que en el presente económico del país y en su futuro, tienen más influencia que nunca

Si se señala que en ambos casos, el transcurso del tiempo y los hechos sucedidos desde que cada conflicto ocurrió terminaron validando -en nuestra opinión- las posturas del kirchnerismo, no debe entenderse como una lectura acrítica del modo en que condujo ambos conflictos, ni siquiera de la validez de los instrumentos específicos que utilizó para hacerlo, fueren las retenciones móviles o el “cepo” cambiario.

Se trata de reivindicar conceptualmente (a la luz de los acontecimientos actuales) la necesidad imprescindible de la intervención del Estado para captar parte de la renta agraria diferencial y desacoplar los precios internos de los internacionales en el caso de los artículos de consumo masivo de primera necesidad de la canasta familiar (“garantizar la mesa de los argentinos”), en un caso, y su potestad de administrar la escasez de divisas en función de las prioridades del país, y de un modelo de desarrollo productivo integrado, en el otro.

Este señalamiento nos parece imprescindible en momentos en que resulta obvio que el poder real del país comienza a percibir que el ciclo de Macri está agotado, y ensaya una salida de la crisis a través de una alternativa no traumática para sus intereses con la reaparición de Massa, y el armado de un “peronismo racional” a su medida; sustentados conceptualmente sobre la falsa idea de “gobernar para todos”, evitando “conflictos innecesarios”.

El futuro gobierno, sea del signo que sea, deberá lidiar con ambos problemas (la renta agraria diferencial y la restricción externa), drásticamente agravados por las políticas de Macri, y deberá tomar medidas que -inevitablemente- lesionarán intereses, y esos intereses reaccionarán, presionando con todo su peso específico. Creer lo contrario es ser iluso, o algo peor: cómplice de esos mismos intereses; aunque se lo quiera ocultar diciendo que se tratará de gobernar “evitando conflictos innecesarios”.

3 comentarios:

  1. Este es uno de los análisis políticos más lúcidos que he leído en mucho tiempo... Impresionante claridad.

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  2. Bueno, supongo que lo que hace al núcleo, más conceptual que duro, del kirchnerismo es que esos conflictos, darlos, meterse en ellos, eran NECESARIOS y que no se restringían solamente a una mirada "peronista" (no, era y es mucho más amplia ka cosa) sino sobre tener o no tener un país autónomo y, básico, propio. Esta cuestión concvierte al hecho de ser "peronista" en un dilema, ahí sí, innecesario tirando a ridículo. Entre la basura del virreinato y que te digan "peronista" o "kirchnerista".... cuál es el problema?

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  3. Gobernar sin conflictos no es posible ni en una sociedad de fomento. Porque gobernar es justamente eso, intervenir en los conflictos. El tema es de que lado te parás.

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