El peor gobierno -sin dudas y por lejos- desde la restauración democrática está transitando el diciembre más tranquilo en años, más incluso que aquel del 2013 en el que el país fue sacudido por revueltas policiales, y los consiguientes saqueos fruto de la ausencia de las fuerzas de seguridad.
No hay conflictos sindicales generalizados (sí puntuales), ni protestas sociales extendidas, ni cortes de ruta importantes, ni saqueos; fenómenos todos tan anunciados siempre para ésta época del año, en contextos de dificultades socioeconómicas crecientes, como el actual.
¿Significa esto que el gobierno ha logrado controlar la situación, que los datos objetivos de ésta no justifican protestas o que es cierto -como dicen algunas encuestas oficiosas- que Macri ha recuperado imagen positiva? ¿Acaso una "mayoría silenciosa" confía en que el rumbo que lleva el país es el correcto, aun cuando el presente sea de dificultad?
Otros relevamientos de opinión demuestran que no es así, y que decir de los más objetivos indicadores económicos: la actividad se desploma, la industria no encuentra piso en su recesión, el consumo retrocede,los salarios y las jubilaciones pierden por goleada frente a una inflación que -al menos en los consumos básicos- está lejos de ceder. Ni que hablar de otros indicadores a los que desde el gobierno o "los mercados" se les presta más atención, como el riesgo país, que anda por las nubes y parece no detenerse.
¿Por qué entonces el país no está a las puertas de otro 2001, ni cerca de ello? Ensayemos algunas respuestas.
Para empezar -y sin que el orden de enunciación esté vinculado a la importancia- el gobierno parece haberse logrado una transitoria calma cambiaria a costa del sacrificio de todos los demás indicadores, y el hecho de que no existan saltos bruscos del dólar (habrá que ver por cuanto) descomprime un factor de tensión y psicosis, y un acelerador del proceso inflacionario.
Por otro lado, si bien el "riesgo país" es un dato que parece preocupante, está vinculado a las perspectivas de una posible reestructuración o defáult de la deuda externa, eventos ambos lejanos a la preocupación del hombre común de la calle. No hay -por contraste con el 2001- un riesgo inmediato de crisis bancaria o "corralito" que afecte los ahorros de la gente en los bancos (o por lo menos no se vislumbra, nada es definitivo en estos temas); y no está presente así el factor desencadenante decisivo de las protestas de los sectores de clase media de entonces.
Sectores de clase media que -dicho sea de paso- constituyen hoy el núcleo duro del apoyo social al gobierno, y que ven en Macri el liderazgo que no encontraron en su momento con De La Rúa: para ellos, mientras aquél no demostraba capacidad para mantener el esquema de la convertibilidad hererado del menemismo, éste parece dispuesto a ensuciarse las manos todo lo que sea necesario, para liquidar al kirchnerismo y su herencia. Un motivo y un sujeto menos entonces, para la protesta social: la "cacerola" del cantito célebre.
Disgresión: aunque el objeto de estas líneas no es analizar la crisis del 2001, los tiempos actuales y la perspectiva de los años permiten poner en su justo lugar lo que algunos romantizaron como "el Argentinazo"; y al mismo tiempo, evaluar la consistencia de la teoría radical que pone siempre las culpas de su fracaso, en las conspiraciones del peronismo: ¿no sería éste el mejor momento para poner en marcha una, cuando hay condiciones objetivas y malestar social para explotar?. Pues bien, no está ocurriendo.
Disgresión: aunque el objeto de estas líneas no es analizar la crisis del 2001, los tiempos actuales y la perspectiva de los años permiten poner en su justo lugar lo que algunos romantizaron como "el Argentinazo"; y al mismo tiempo, evaluar la consistencia de la teoría radical que pone siempre las culpas de su fracaso, en las conspiraciones del peronismo: ¿no sería éste el mejor momento para poner en marcha una, cuando hay condiciones objetivas y malestar social para explotar?. Pues bien, no está ocurriendo.
Pero volvamos al presente, ¿qué ocurre por contraste con los sectores populares, principales perjudicados por las políticas del macrismo, que no ganan las calles en protesta?
Ocurre en primer lugar que, fruto de la "pesada herencia" del kirchnerismo, el "piso" de protección social es mayor que en la crisis anterior, y más extendido: aun socavadas en su poder adquisitivo por la inflación y los tarifazos, las jubilaciones generalizadas hasta casi alcanzar la cobertura total de la población en condiciones de acceder a ellas, y la AUH inexistente en el 2001 y ampliada por Macri a los monotributistas, proporcionan cierto nivel de ingresos a la base poblacional por ingresos, que si bien son magros, son fijos.
Y ocurre también que el gobierno ha tejido con habilidad (y predisposición de las contrapartes, digamos todo) alianzas con sectores del sindicalismo dialoguista y de los movimientos sociales "gerenciadores de la pobreza", para calmar las aguas: el anuncio de los bonos (aun limitados en sus alcances) y algún reparto más o menos discreto de fondos para apaciguar protestas, dieron sus frutos; en términos de tranquilidad callejera. A falta de "cacerolas", el gobierno se aseguró de que no hubiera "piquetes".
Claro que la zanahoria no excluyó al garrote, y otro elemento que debe señalarse que estamos ante un gobierno que se ha mostrado dispuesto a utilizar la represión ante cualquier esbozo de protesta, sin mayores pruritos. Y es en conexión con ese dato que la experiencia de aquel 2001 donde un gobierno "débil" se despedía con estado de sitio y 39 muertos en todo el país se resignifica hoy: la perspectiva de una represión sangrienta tiene capacidad disuasoria de muchos reclamos; en nuestra modesta opinión.
Pero puestos a arriesgar causas de la calma social que se ve en la superficie (en tanto ausencia de protestas masivas en el espacio público, u otros hechos similares), diríamos que la principal diferencia con aquel entonces, es que hoy existe una salida política a la crisis generada por las políticas del macrismo; aunque algunos -como decíamos acá- estén interesados en instalar una sensación de anomia y crisis de representatividad, que decante hacia el "que se vayan todos".
Hoy la posibilidad de una salida electoral a la crisis es clara, y la perspectiva de un recambio político en el país a través de una derrota del oficialismo en las urnas es concreta, o por lo menos -en una perspectiva menos optimista- entra dentro del menú de opciones disponibles.
Y no cualquier derrota, ni a manos de cualquiera: hay un claro polo de oposición política que encuentra en Cristina su punto de acumulación, y que representa para muchos sectores la solución al actual estado de cosas, sea por contraste de la experiencia macrista con los cercanos años kirchneristas, o porque 12 años en la conducción del Estado muestran al kirchnerismo -aun con sus errores- como la única fuerza política en condiciones de gestionar la salida al laberinto macrista.
Es como si aquella inédita despedida en Plaza de Mayo el 9 de diciembre del 2015 volviera tres años más tarde, y resignificada por los estropicios macristas (como si uno volviera a mirar el debate entre los candidatos del balotaje, hoy), en una esperanza y expectativa tangible de solución a las graves dificultades concretas que atraviesan a diario millones de argentinos. Lo dicho no es una certeza indubitable, sino una perspectiva particular -la nuestra- y una invitación a la reflexión sobre el fenómeno.
Todos los argumentos son válidos, al menos para mí. En mi precaria y acotada visión, si no hubiera leído la nota, la respuesta al interrogante es ..."Porque falta el agite de la tele". Sin agite, Blunberg no juntaba más de 100000 personas en una marcha, ni el campo 30000 en Rosario. Cuando la tele diga "salgan", allí saldrá la manada, con los argumentos que la tele le brindará. Toda la estrategia comunicacional diseñada por Duran Barba no existiría sin el auxilio de los medios concentrados. Hace 3 días que estamos comentando la compra de un frasco de aceitunas.Para muestra basta un carozo. Abrazo apretado Señor.
ResponderEliminarCapaz que sea expresión de desea pero, encuentro alguna pequeña gran diferencia con el 2001, no hay un "que se vayan todos", más bien lo que hay latente es el "que se vayan éstos" empezando por el ex virrey, hoy turista delegado de madam lagarde.
ResponderEliminarY no se pudre todo, por la lubricación del quilombo social por los pesitos que pone la dulce carolina y por, que sí una luz al final del túnel que no es otra que nuestra apreciada yegua, Cristina, la populista y que, día a día, para propios y extraños aparece como la única con los atributos de hacerse cargo de este desastre, vamos, que la gente no es opa y va a preferir una salida más civilizada antes que prestarse al juego siniestro de estos malandras que, como émulos de al caponbe que son, tienen a los tiros como alternativa deseada... y no digamos los ultras del núcleo duro pero el votante macrista "volátil", el de ocasión defraudado, ya no quiere que esta porquería empeore aún más...
La 'gente" cuida su quintita y nadie sale a poner la cara por el otro. En el 2001 Cavallo le metio la mano en el bolsillo a casi todos. Y Mathov les metio bala a todos. Macri y el establishment lo primero q mostraron es q estan dispuestos a matar para conservar el poder. Y los medios se encargaron de hacerlo bien visible. Sera cierto eso de las condiciones objetivas y subjetivas?
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