Aunque el recurso
se reitere, no deja de sorprender como los medios hegemónicos (en este caso
Clarín en ésta nota) pueden, al mismo tiempo y en la misma edición, presumir de
conocer al detalle los movimientos políticos y el pensamiento íntimo de
Cristina, a especular sobre ellos, sembrando interrogantes.
En éste caso nos
cuentan (como es natural, sin ninguna fuente citada corroborable) que crece la
inquietud en el PJ por la indefinición pública de Cristina sobre una eventual
candidatura presidencial, y como ese silencio complicaría los planes y la
estrategia política del peronismo.
La afirmación es en
parte cierta, y allí reside la trampa: no hay dudas que hay sectores del
peronismo que preferirían que Cristina dijera ya hoy si va a ser o no
candidata, tanto como que esa misma ansiedad existe, y en mayor medida, en el
gobierno y en el sistema de medios que forman parte de su dispositivo
político.
Resulta entonces
que así como antes Cristina (por el solo hecho de no haber desaparecido
físicamente, ni estar presa o definitivamente alejada de la política)
obstaculizaba el despliegue del “peronismo post kirchnerista”, hoy lo dificulta
con su silencio sobre una posible candidatura. De una especie de jarrón chino
que molesta, y que no saben en donde poner, a alguien que debe definirse
urgente, en tiempos que definen otros.
La realidad, por
supuesto, es otra: la falta de definición de Cristina sobre su candidatura no
ha impedido que retomaran el diálogo con ella algunos de los que estaban
distanciados del kirchnerismo, así como tampoco impidió acuerdos de unidad en
el peronismo en varias provincias (entre ellas San Juan, la de Gioja, el
presidente del PJ), incluyéndolo.
Lo que hay y hubo
sí, es una lectura equivocada de la realidad, apenas Macri triunfó en el 2015:
ni Cristina entró en el ocaso, ni el kirchnerismo (ya sin los resortes del
Estado en sus manos) se diluyó en el olvido como expresión política con
raigambre social, ni el “peronismo amigable” logró nunca levantar vuelo como
una alternativa real para canalizar el voto opositor: pese a la incansable
tarea de esmerilado mediático y judicial, los propios vaivenes de las
comunicación y estrategia política oficialistas dan cuenta como se fue virando
del “No vuelven más” al “Cuidado que vuelven”.
En el medio, por
supuesto, “pasaron cosas”: más que nada pasó Macri, su desastroso gobierno y
los efectos concretos de sus políticas. Ese es el dato duro de la realidad que
se quiere ocultar cuando se habla del silencio de Cristina, que a esta altura y
según nos dijeron, debería ser irrelevante.
Por otro lado, lo
hemos dicho acá muchas veces, y cabe reiterarlo: los sucesivos globos de ensayo
(léase candidaturas) del “peronismo no K” suben y bajan con la misma facilidad
que los anuncios del gobierno sobre semestres venturosos. Uno tras otro se
estrellan contra la cruda realidad del país, a la que no puede ser ajena
(aunque quiera) su sistema político: he ahí otro dato duro de la coyuntura, que
no se puede ignorar y del cual muchos están empezando a tomar nota, empezando
por los gobernadores del PJ.
De modo que más que
ansiedad en el PJ por la definición de Cristina lo que parece haber (y muy
evidente) es un intento de Clarín y los medios oficialistas de mojarle la oreja
y torearla para que salga a la cancha, y así poder enfocarle sus cañones antes,
con más tiempo y poder de fuego. Que haya salames que están presuntamente del
otro lado de la “grieta” como el “Gato” Silvestre (la versión periodismo
político de la mula del mariscal de Sajonia de la que hablaba Perón) e incluso
algunos kirchneristas ansiosos que compartan el apuro, no cambia ese hecho.
Y todo lo dicho
pone en perspectiva lo que se nos vende como otro éxito de la infalible
maquinaria duranbarbiana de ganar elecciones, que es que lo mejor para ellos
sería que Cristina fuera candidata, porque es la opositora con la cual el
gobierno prefiere confrontar, porque sería -dicen- la más fácil de vencer,
porque es la que más rechazo genera entre los indecisos.
Lo real y concreto es que, más allá de lo que
prefiera el gobierno, Cristina es (no ahora, hace tres años) la única en
condiciones de darle pelea electoral a Macri y al oficialismo; como lo demostró
incluso perdiendo frente a Esteban Bullrich en las legislativas del 2017, pero superando 7 a 1 a Randazzo.
Tan
real como que, al fin de cuentas, todos hablan de ella, lo que no hace más que
reafirmar su centralidad política: en el peronismo, en la oposición y en la
política nacional. Al parecer, todo pasa o deja de pasar según lo que haga
Cristina, y según lo que haga Macri: cuidado con exagerar esa línea, porque las
consecuencias para el gobierno podrían no ser las deseadas.
Estuvimos mucho tiempo nadando contra la corriente en aguas tormentosas. Pero ya se ve la costa. Y como nos ven que seguimos avanzando se ponen nerviosos.
ResponderEliminarEl Colo.