domingo, 14 de abril de 2019

MUCHOS, POCOS O NINGUNO


El optimismo voluntarista con el que Macri hizo campaña en 2015, que lo llevó por ejemplo a prometer que la inflación sería lo más fácil de resolver en su gobierno, se traducía también en la suposición de que solo levantando el “cepo cambiario” se produciría un “shock exportador” que resolvería otro problema estructural crónico de la economía argentina, como lo es la restricción externa y el déficit de cuenta corriente de la balanza de pagos.

“Van a sobrar dólares” prometía el candidato, sobreestimando no ya la incidencia en sí de las exportaciones en el conjunto del PBI, sino la eficacia de la abrupta devaluación inicial que derivó precisamente del levantamiento del “cepo”, para generar un salto en las exportaciones del país. La realidad es muy otro, y como casi todos saben, mejorar el tipo de cambio incrementa la rentabilidad de los que exportan, pero no necesariamente la perfomance exportadora del país: veíamos acá que de hecho no ha sido así, pues en promedio está por debajo de los niveles que tenía en el kirchnerismo.

Por otro lado el real “levantamiento del cepo” (es decir, la eliminación de toda regulación de la cuenta capital y los flujos de inversiones y divisas) generó que salgan más dólares de los que entran, agravando el problema de la restricción externa por el endeudamiento y la fuga de capitales, que son las dos caras de la misma moneda: una fue para financiar la otra, como también ha sido tradición entre nosotros.

Y como si todo esto fuera poco, el gobierno fue flexibilizando las obligaciones de los exportadores de traer al país las divisas generadas por las exportaciones, hasta que finalmente y mediante el Decreto 893/17, Macri lisa y llanamente eliminó esa obligación: hoy, si quieren, los que exportan no traen nunca los dólares al país, y nadie puede hacer nada al respecto. Esto explica a su vez las tensiones cambiarias permanentes.

De modo que todas las promesas de dólares que nos hagan (como hacen las petroleras que operan en Vaca Muerta según muestra la imagen de apertura) son solo engaña pichangas, para obtener más concesiones para el capital, de las que ya obtuvieron: flexibilización de la fuerza de trabajo, rebaja o exenciones de impuestos, “señales de precios para la producción”, en éste caso de gas y petróleo.

Todo eso sin considerar que, además de girar sobre supuestos falsos (o sobre lisas y llanas mentiras) el modelo productivo que propone el gobierno no solo no resuelve los desequilibrios de la estructura productiva del país sino que los agrava, promoviendo su reprimarización y destruyendo tejido industrial, cadenas de valor y empleos de calidad y bien remunerados.

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