jueves, 13 de junio de 2019

EL PASADO LOS CONDENA


"Desde la aparición misma de Juan Domingo Perón en la escena política nacional, el Partido Socialista se convirtió en uno de sus principales contradictores. Seguramente debido a la cada vez más concreta influencia de aquel sobre los trabajadores y sus organizaciones representativas -a quienes los socialistas siempre dijeron expresar y defender-, la crítica fue siempre furibunda. 

Lo más notable en este sentido fue la caracterización del nuevo movimiento político como “régimen fascista”, donde eran permanentes las referencias -directas e indirectas- a Hitler, Mussolini, Franco y, como antecedente vernáculo, a Juan Manuel de Rosas. Este sentimiento recorría todo el discurso socialista, y venía a demostrar no solo la centralidad de la línea “antitotalitaria” del partido, que La Vanguardia amplificaba con creces, sino también, y fundamental por las consecuencias que les trajo a los socialistas, la incomprensión del fenómeno peronista. 

En esta línea, uno de los ejes de la impugnación socialista era -no podía dejar de serlo- la política laboral de Perón. En realidad, el Partido Socialista encaró este desafío de la peor manera: ignorando el progreso social que les produjo a los obreros la legislación social peronista, denostando a su impulsor y, lo que es más grave, negándole a los trabajadores que apoyaban al nuevo líder su carácter de tales. 

Así, trataron de contrarrestar la política concreta peronista con apelaciones que partían del concepto de que solo en “democracia y libertad” era posible la “justicia social”. Emblemático de lo expresado fue la reacción que los socialistas tuvieron frente a una medida gubernamental de claro beneficio para los trabajadores: la que establecía, en diciembre de 1945, el aguinaldo. Aquellos, a través de La Vanguardia, criticaron la medida a la que calificaron como una “cruda demagogia electoral”, un “anzuelo” destinado a “someter y domesticar los sindicatos libres”. 

"Lo importante en el decreto mencionado es la maniobra nazifascista típica que pretende acabar con los sindicatos obreros y convertirlos en simples instrumentos de la nueva oligarquía que pretende someter al pueblo argentino a sus designios. El aguinaldo es el sebo para engañar, es el anzuelo, pero el propósito es domesticar a la clase trabajadora para luego utilizarla con fines bastardos. En dicho decreto queda probado el plan de castramiento paulatino de los sindicatos obreros. Antes fueron las intervenciones. Ahora es la dádiva, previa la entrega". Es, además, "el coronamiento de una larga e intensa campaña demagógica desarrollada bajo el amparo y con el estímulo de la Secretaría de Trabajo y Previsión".(1) . "

(1) La Vanguardia, órgano oficial del Partido Socialista, edición del 08-01-1946, p. 1., citado en "Los socialistas y la Revolución Libertadora. La Vanguardia y los fusilamientos de junio de 1956" de Claudio Panella. Las negritas son nuestras). Tuits relacionados:

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