viernes, 26 de julio de 2019

BOLETA ÚNICA: ¿HASTA CUANDO?


Cuando en el 2011 se discutió en la provincia la adopción de la boleta única, el socialismo tuvo la astucia de presentarla como la contracara de la ley de lemas: el nuevo sistema venía para garantizar que no se tergiversara la voluntad de los electores, y para terminar con la fragmentación de los partidos políticos y la oferta electoral. 

El dilema era, por supuesto, falso: la ley de lemas o de "doble voto simultáneo" aprobada en 1991 con un consenso transversal a todos los partidos (Usandizaga fue uno de sus más firmes impulsores) fue derogada en el 2004, cuando durante el gobierno de Obeid y a instancias de un proyecto del Poder Ejecutivo, se aprobó la Ley 12.367 que estableció las PASO (primarias abiertas, simultáneas y obligatorias), cinco años antes de que Cristina las impulsara en la nación. 

Y que decir de la fragmentación de la oferta política: que la boleta única no hizo sino aumentarla, y acelerar la proliferación de candidaturas, listas y sellos de goma que son el soporte jurídico sobre el cual se montaron candidaturas de famosos, potenciadas por el hecho de figurar las fotos en las boletas. 

Fenómenos como los de Miguel Del Sel, Emilio Jatón o Amalia Granata no se explican solamente por la boleta única, pero no es casual que con ella hayan alcanzado la magnitud que tuvieron, porque personaliza la oferta electoral, fragmenta las representaciones partidarias e induce desde el propio sistema al corte de boleta, armando verdaderos rompecabezas electorales.

La boleta única puede justificarse -en nuestra humilde opinión- solo desde el punto de vista de la logística electoral de las fuerzas menores con problemas para fiscalizar adecuadamente los comicios, y ni siquiera desde allí: el fenómeno folklórico del robo de boletas nunca tuvo (desde la sanción de la ley Sáenz Peña en 1912) la entidad suficiente para alterar los resultados, salvo en períodos de fraude abierto y explícito; que no son los actuales. No se nos ocurre otro problema achacable a nuestro perfectible pero sin dudas seguro sistema lectoral tradicional (con controles cruzados y replicantes), que se pueda resolver apelando a la boleta única.

Pero además hay otro asunto que el experimento de bricolage electoral instaurado en Santa Fe en el 2011 compromete severamente, y sobre el que queremos reflexionar, que es la gobernabilidad: de las tres elecciones generales a gobernador celebradas bajo el sistema hasta hoy, en dos de ellas quien ganó en esa categoría no pudo contar con mayoría propia en la Cámara de Diputados porque otra lista se adjudicó la mayoría automática (28 miembros sobre 50) que establece la Constitución provincial para ella; y Miguel Del Sel, que en el 2015 estuvo a menos de 1600 votos de ser gobernador, si lo hubiera conseguido tampoco hubiera tenido mayoría propia en Diputados.

Precisamente los constituyentes santafesinos de 1962 diseñaron la actual Constitución provincial (en tiempos de proscripción del peronismo, masivo voto en blanco y dudas sobre donde irían los votos de la fuerza proscripta) con elección de gobernador y vice por mayoría simple y sin balotaje (con lo cual cualquiera puede ganar una elección sin necesidad de una aplastante cantidad de votos), y la mayoría automática en diputados, pero partiendo de la idea de que esa parte de la boleta iba a acoplada a la de la fórmula ejecutiva: precisamente fue el propio Frente Progresista (creador y promotor de la boleta única, vía Pablo Javkin cuando era diputado) el que sostuvo en el 2011 que eso implicaba asignarle automáticamente los 28 diputados al que ganaba la elección a gobernador; aunque su lista de diputados provinciales no fuera la más votada.

Recordemos además que la misma Constitución provincial establece un Senado compuesto por un senador por Departamento, elegido por simple pluralidad de sufragios en cada caso; con lo cual una fuerza política podría ganar nueve (9) departamentos por gran distancia de votos en cada uno de ellos, y al mismo tiempo perder en los otros diez (10) por solo un voto en cada uno, y no tener mayoría propia en el Senado, aunque tuviera más votos en la categoría, en toda la provincia. Esto quisieron evitarlo los constituyentes con la mayoría automática de Diputados para el que ganara, en el marco del sistema tradicional de boletas mal llamadas "sábanas".

Hemos dicho varias veces acá que los senadores provinciales de todos los partidos fueron impulsores decididos de la boleta única, porque les permite desengancharse de la suerte de la elección provincial, y retener sus bancas en cada distrito. La pregunta es hasta cuando podrán hacerlo, o cuando sucumbirán -por ejemplo- a manos de un famoso o famosa, potenciados por el efecto de la boleta única.

En las elecciones del pasado 16 de junio, en diez (10) de los diecinueve departamentos de la provincia, el candidato a senador del frente conformado por el PJ y sus aliados obtuvo más votos que la fórmula Perotti-Rodenas; y en nueve (9) de ellos era uno de los actuales senadores, que iba por su reelección; incluyendo a Alcides Calvo, que obtuvo en el Departamento Castellanos más votos qu el propio Perotti, tres veces intendente de Rafaela, la ciudad cabecera del departamento. 

En conjunto, en esos diez departamentos los senadores obtuvieron unos 66.000 votos más que la fórmula de gobernador y vice, en una elección que se terminó definiendo en su favor por casi 78.000 votos: pensemos lo que hubiera sucedido si el margen era más estrecho, como de hecho ocurrió en el 2015: con el sistema tradicional y los senadores traccionando en sus distritos al candidato a gobernador, el peronismo hubiera ganado la provincia, ya entonces; aun con un sector del peronismo jugando con el PRO.

A Bonfatti le sucedió lo mismo: los candidatos a senador del FPCyS lo superaron en votos en seis (6) departamentos, de los cuales salvo en Vera, en los otros el Frente tenía el senador, que iba por su reelección; y en la suma de esos departamentos la fórmula de gobernador y vice del actual oficialismo provincial estuvo más de 40.000 votos abajo que la suma de sus candidatos a senador. Alguien podría apuntar que en los otros departamentos es a la inversa: la fórmula de gobernador y vice suma más que todos los votos de los respectivos candidatos a gobernador, y de hecho ocurrió así, al menos en el caso del PJ y sus aliados.

Precisamente eso refuerza nuestro punto, en cuanto a los riesgos que entraña la boleta única en cuanto a la gobernabilidad, en un doble sentido: impide que los candidatos con más arrastre electoral (en un caso será el gobernador, en otros los senadores) empujen a los demás, y permitan mejores resultados para el conjunto. Ni que hablar si al análisis lo trasladamos a la categoría de diputados, donde hasta se alteró el podio de la elección, por la aparición de la lista de Granata (que condenó a "Cambiemos" al cuarto lugar), sin candidato a gobernador propios y repartiendo sus votos entre los demás.

Este fenómeno de las"Pymes" electorales potenciadas por la boleta única que ayuda a la personalización de la política, no es exclusivo de casos de famosos metidos a la política haciendo campaña con temas controversiales, como Granata y el aborto: del mismo cuño son las listas del "progresismo" local como Del Frade o Giustiniani, que tampoco tuvieron candidato a gobernador, y sumaron entre ambas unos 185.000 votos. En la discusión que seguramente se vendrá sobre el sistema electoral de Santa Fe habría que introducir también si es legítimo que haya fuerzas que compitan en esas condiciones, es decir sin presentar candidatos a los cargos más importantes (gobernador y vice).

Más en una provincia cuya legislación sobre partidos políticos es anticuada y más laxa que la nacional, en cuanto a los requisitos exigidos para que un partido político obtenga la personería electoral, y peor aun, la mantenga en el tiempo; otro factor sobre el que impacta la boleta única, que supuestamente -según dijimos al principio- venía para terminar con la fragmentación de la oferta política, algo que no podía conseguir, porque no está diseñada para eso.

Bonus track: para que no queden dudas de para que sirve realmente la boleta única, acá Lifschitz se lamenta que no rija en las elecciones nacionales, lo cual los obliga a promover el corte de boleta de su lista de diputados; para que no quede pegada al barrilete de cemento de la fórmula Lavgana-Urtubey, y poder colar por lo menos un diputado.

¿Vuelve "la cumbia de la tijera"?

No hay comentarios:

Publicar un comentario