jueves, 1 de agosto de 2019

50 SOMBRAS DE MACRI


El insoportable barullo mediático que a diario introducen el gobierno y sus medios afines busca deliberadamente que nos olvidemos que es lo que se vota cuando elegimos, tanto como influir o distorsionar los motivos del voto: al fin y al cabo, nos quieren hacer perder de vista que elegimos un gobierno y un presidente; para que se hagan cargo de los problemas del país, que son los nuestros, los de nuestra existencia cotidiana.

Buscan embotarnos los sentidos y aturdirnos el entendimiento, llenarnos de sensaciones y emociones para que seamos incapaces de discernir con racionalidad la decisión correcta, que mejor represente nuestros intereses concretos y objetivos. De otro modo, una propuesta política como la del macrismo (que expresa los intereses de una ínfima minoría) jamás hubiera podido ser competitiva en términos electorales, y hasta ganar una elección.

Pero en la coyuntura actual el operativo “aturdimiento” busca lograr que además nos olvidemos del concreto desempeño que esa experiencia derechosa ha tenido gobernándonos, desde el 2015. Un desempeño que ha sido calamitoso, como cualquiera puede comprobar en su bolsillo y su nivel de vida (salvo que pertenezca al nicho de los privilegiados favorecidos por las políticas macristas); y como lo demuestra -por ejemplo- el informe del Observatorio Social de la Universidad Nacional de Avellaneda (UNDAV) del que da cuenta estanota de El Destape.

El informe no hace sino confirmar las percepciones cotidianas de la gente común, y también permite entender porque cuando el candidato del “Frente de Todos” rompe el blindaje y el control de agenda que pretende imponer el gobierno hablando de economía, cunde el pánico en las esferas oficiales, y no saben muy bien que responder: ahí andan sus voceros oficiales y oficiosos explicando por qué es necesario que los bancos sigan ganando plata escandalosamente en lugar de atender las penurias de los jubilados; porque si no se va todo a la mierda. Suerte con eso, muchachos.

Y si bien no se puede hacer campaña atiborrando al elector con datos económicos, estos no se pueden desconocer, y lo números de Macri son malísimos, por donde se los mire; porque lo increíble (o no) de este gobierno (el peor de la recuperación democrática, sin discusión) es que ha logrado el récord de que todos los indicadores económicos le den mal: los macro, los micro, los que tienen que ver con la situación cotidiana de la gente o con el modelo de desarrollo productivo del país.

Cualquiera sea la escuela económica a la que se adhiera, y los indicadores que en consecuencia se privilegien, a Macri le dan mal: el déficit fiscal, el nivel de endeudamiento, el valor de la moneda, su poder adquisitivo, la inversión productiva, los niveles de conusmo. Tampoco hay discriminación en la caída brutal de los sectores productivos, salvo los nichos privilegiados del modelo (finanzas, agro, minería, energía), que a su vez no se caracterizan por ser los mayores generadores de empleo, y en algunos casos (como el campo), pagan los salarios más bajos.

La cosa empeora si se miran los indicadores sociales, o de desarrollo humano: cayeron brutalmente en su poder adquisitivo el salario mínimo, las jubilaciones, el consumo de artículos esenciales, el empleo, los salarios de los trabajadores registrados; en tanto aumentaron con la misma brutalidad la pobreza, la desigualdad y la indigencia.

Después de cuatro años de Macri, en el país se ha destruido capital de trabajo, empresas, empleos e infraestructura productiva; estamos más endeudados, somos más vulnerables a las fluctuaciones de la economía internacional, no mejoramos la perfomance exportadora y la amplia mayoría de la población es más pobre y vulnerable, y ha debido reducir consumos esenciales, por falta de poder adquisitivo.

De modo que a la hora de entablar conversación con alguien sobran temas de campaña, basta con detectar las preocupaciones del interlocutor, elegir uno entre los 50 indicadores de los que habla el informe, y desde allí intentar convencer voluntades, de que así no se puede seguir.

Sea que se considere que en realidad al gobierno de Macri le fue bien porque consiguió algunos objetivos centrales que perserguía (reducir el salario en términos reales, subir el desempleo para forzar paritarias a la baja, facilitar la fuga de capitales, crear nichos de negocios para los amigos), o que les fue como el culo porque no consiguió otros (las reformas laboral y previsional, la lluvia de inversiones), no hay disyuntiva al respecto: o por hijos de puta o por inútiles, no pueden seguir gobernando otros cuatro años.

Porque por otro lado nada indica que las cosas vayan a mejorar en un segundo mandato de Macri, y ni siquiera el gobierno ya lo promete: apela a la necesidad de seguir haciendo el esfuerzo (nosotros, para que ellos se forren), promete ir más rápido y a fondo con las reformas antiderechos pendientes, y hace eje en campaña en otras cuestiones, o se molesta cuando le hablan de economía.

Tampoco -en contra del relato oficial- hay bases sólidas para crecer, sino todo lo contrario: un país endeudado, con todos los controles al movimiento de capitales financieros eliminados y con el control de resortes claves de su estructura productiva en manos privadas (en muchos casos extranjeras) y un Estado que renunció a toda lógica de promover el desarrollo, solo cabe esperar más de lo mismo, o peor.


Por ende y a modo de conclusión, volvemos a lo señalado hace poco acá, con estas “50 sombras de Macri” en vista: preguntémosle a cualquiera si está mejor ahora que hace cuatro años, y si está dispuesto a bancarse cuatro años más de esto.

1 comentario:

  1. Bueno, pero es un informe de la Universidad de Avellaneda. Conurbano.Populismo.
    Habría que tener algún informe de la Universidad Austral.
    En el Opus Dei dicen que éste es el mejor gobierno de la historia, y que hay que darse de 6 a 7 horas por día con el cilicio para que vuelva a ganar macri.
    ¿Se estarán rompiendo la espalda al pedo?
    El Colo.

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