El tipo salió a poner la cara y el cuero en las duras, cuando el macrismo triunfante avanzaba vigoroso en todos los frentes, dedicándose a la cacería de kirchneristas en todos los ámbitos.
Cuando muchos le auguraban una larga hegemonía, y otros tanto se subían al carro triunfador de la "revolución de la alegría".
Con mucho más para perder que para ganar, porque él profesionalmente estaba y está hecho, y no le debía nada al kirchnerismo: ni contratos, ni cargos, ni subsidios para filmar, ni nada. Ya tenía un nombre y una trayectoria cuando el kirchnerismo ni siquiera existía.
Lo cual le da incluso más valor a lo que hizo, porque puso lo que había que poner cuando otros se borocoteaban, simplemente por sus convicciones.
A él no lo podían correr con nada de eso, como acostumbran las policías del pensamiento que confunden gratitud genuina con compra de conciencias; a falta de argumentos para defender lo indefendible, o por proyección.
Después, cuando empezó a venir la buena porque el submarino amarillo se quedaba sin nafta, algunos de este lado lo quisieron correr, esconderlo o mandarlo a un sótano; porque "restaba".
Y todo por haber dicho que cuando este espanto pasara, había que hacer una CONADEP del periodismo, para que cada uno se hiciera cargo de lo que había dicho, hecho o apoyado desde los medios; mientras duró.
Podemos discutir si la imagen que usó (con todo su significado y carga simbólica) fue la más apropiada. Lo que está claro es que -contra lo que sostuvieron algunos- no restó un solo voto, ni impidió que se ganara.
Por el contrario: por tipos como él, que mantuvieron viva la esperanza cuando todo pintaba mal, ganamos; aunque a muchos les cueste reconocerlo.
Y ahora, en las horas finales del derrumbe del régimen, esos escribas ensobrados del poder de turno a los que él les pidió un mínimo ejercicio de vergüenza y arrepentimiento (si es que conocen tal cosa), están protagonizando un penoso festival de panquequeos y garrochazos, con el que le terminan dando la razón, del modo más contundente posible: se merecen bastante más que una CONADEP, más de uno tendría que terminar en cana.
Un emblema, un hombre del peronismo de a pié, sin cargos, sin figuraciones, teniendo la bandera cuando todo parecía derrumbarse. Y que durante el macrismo, cada vez que abrió la boca los mostró como lo que son: saqueadores, canallas que le roban al pobre para enriquecer más a los que más tienen. El odio de cierta gente es el más claro reconocimiento.
ResponderEliminarEl Colo.
Alguien que con sus acciones aspiró a un resultado colectivo, nunca individual, campo en el que -como bien dice el posteo- tenía todo para perder.
ResponderEliminarOjalá sean (seamos) mayoría los militantes con la misma actitud. Una agrupación llamada "la Dady Brieva" es lo mínimo que se merece.