domingo, 29 de septiembre de 2019

UNA PREGUNTA, VARIAS RESPUESTAS


En la campaña antes de las PASO Alberto Fernández hizo hincapié en la situación de los jubilados, planteando la necesidad de que volvieran a tener cobertura total de los medicamentos a cargo del PAMI como hasta el 2015, y que se recompusieran sus haberes; retomando en éste caso la fórmula de ajuste que regía hasta diciembre de 2017.

Después, acaso como consecuencia de las repercusiones que generó en los mercados el triunfo contundente del "Frente de Todos" (o el desmoronamiento electoral de Macri, para ser más precisos), el foco pasó a estar puesto en enviar mensajes "tranquilizadores" respecto al pago de la deuda: fue cuando apareció la discusión sobre "reperfilamientos", "reestructuraciones", "renegociaciones" y otras re, la últimas de ellas, la "solución uruguaya". 

Se puede discutir en términos de discurso de campaña electoral si las prioridades son las correctas o no había que dejarse correr la vaina con ciertas cuestiones (considerando los antecedentes del kirchnerismo honrando las deuda contraídas por otros), pero así están planteadas las cosas; mientras Cristina insiste preguntando en sus apariciones públicas quien va a pagar las deudas que deja el macrismo, cosa que desde acá dijimos que era y es "la" pregunta que definirá el rumbo del próximo gobierno. 

Pregunta cuya respuesta muchos parecen dar por sentada, porque pasan directo al tópico de como se pagará: con o sin quita, con estiramiento de los plazos, canjeando bonos o no. Y la dan por respondida, en nuestra opinión, porque dan por sentado que la pagarán los mismos de siempre, como lo hace el inefable Martín Tetaz en el tuit de apertura: los jubilados, los trabajadores y demás sectores de ingresos más o menos fijos, con ajuste sobre sus salarios y sobre los recursos del Estado; para generar así los excedentes sociales que se destinen al pago de la deuda.  

Ni más ni menos que lo que se hizo hasta el 2003, y lo que se viene haciendo desde el 2015, con la sola excepción de la experiencia kichnerista; porque si bien es cierto que para pagar la deuda el Estado necesita recursos, y necesita generar un superávit fiscal que le permita hacerlo, esa idea (la del superávit fiscal) no puede transformarse en un fetiche a la cual se sacrifique el conjunto del modelo económico y en consecuencia, de su distribución social de las cargas. Porque el problema no es tanto contable (de saber de cuantos recursos vas a disponer para pagar cuantas deudas), sino económico, y sobre todo político.

Económico, porque si se insiste en la lógica del ajuste para generar excedentes y recursos para pagar la deuda, los resultados serán los mismos que está obteniendo el macrismo: el círculo vicioso de profundizar la recesión, la caída de la actividad, el empleo, los salarios, el consumo y al final, la recaudación con la que se esperan pagar los servicios de la deuda. Los ejemplos al respecto abundan en nuestra historia.

Y político, porque supondría que el macrismo y el núcleo de ideas que expresa habría sido derrotado en las urnas, para sobrevivir más allá del mandato de Macri, en las políticas desplegadas desde el Estado como si nada hubiera pasado, o los argentinos no hubiéramos votado. Es preciso recordar que fue justamente la profundización del ajuste a través de la reforma previsional de diciembre del 2017, lo que detonó la resistencia social al macrismo, y comenzó a marcar el punto inicial de su caída, incluso antes de haber ido a pedir la escupidera al FMI.

En un contexto diferente al actual (porque la deuda estaba en default y fue reestructurada con quita sustancial, y no teníamos tanta con el FMI), Néstor Kirchner salió del laberinto por arriba, invirtiendo las prioridades en la asignación de los recursos del Estado: el lugar que antes ocupaban los servicios de los deuda pasó a ocuparlo el gasto en seguridad social, a través de la recomposición progresiva de los haberes de jubilados y pensionados, y las leyes de inclusión jubilatoria.

Ya con Cristina en el gobierno, se profundizó el rumbo con la ley de movilidad primero, y la AUH después. La ley de movilidad de 2008 (cuya fórmula original diseñó Amado Boudou) incluía entre los elementos a tener en cuenta para ajustar los haberes no solo la evolución de los salarios de los trabajadores registrados (apuntando a sostener o aumentar la tasa de sustitución), sino la de los recursos de la ANSES, sean los propios de la seguridad social (aportes personales de los trabajadores y contribuciones patronales), como la parte de la recaudación impositiva específicamente afectada a la financiación de la seguridad social.

De ese modo los jubilados y pensionados (y luego los beneficiarios de la AUH) quedaban asociados al crecimiento de la economía, porque si los recursos de la ANSES crecían al compás del aumento en el nivel de actividad y empleo, eran tomados como elemento a tener en cuenta para el ajuste de los haberes, si lo hacían por encima de los aumentos salariales pactados en paritarias. De allí que nosotros decíamos por entonces que los pasivos tenían la mejor paritaria de todas.

Pero además de beneficiarse del crecimiento, lo generaban: las políticas de seguridad social que ejecutó el kirchnerismo, poniendo el énfasis primero en la tasa de cobertura del sistema y luego, en otra etapa, en la de sustitución, no solo tenían un imperativo de justicia para reparar los estragos causados en los noventa en términos de pérdida de empleo registrado: buscaban además alimentar uno de los motores de la demanda agregada (el consumo privado), mejorando el poder adquisitivo de los ingresos de sectores con alta propensión al consumo, que destinan la mayor parte de sus ingresos a ese fin.

De ese modo y tal como lo decía Néstor entonces, y lo repite hoy como un mantra Alberto Fernández, se puede pensar en pagar la deuda: si no crecemos, no hay modo. Y está vista que con las políticas "ofertistas" de ajuste tradicionales, no solo no se crece, sino que se pone en riesgo la capacidad de repago de la deuda. Por eso "la" pregunta de Cristina tiene al menos dos respuestas posibles, la que siempre se ensayó en el país (que está implícita en la pregunta de Tetaz), y la que intentó el kirchnerismo mientras fue gobierno: de la que se elija dependerá el curso de los años venideros. 

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