martes, 15 de octubre de 2019

DE CARAVANA ENTRE LAS LLAMAS


Cualquiera sea la idea que se tenga sobre la consistencia de sus números, el "celebrado" INDEC de Todesca viene dosificando la difusión de las estadísticas oficiales, al compás de las necesidades de la campaña electoral del oficialismo. Claro que el desastre de la gestión de Macri es tal, que ni siquiera así (retrasando la difusión) puede evitar hacer oficiales malas nuevas que, de todos modos, los argentinos podemos palpar en nuestra existencia cotidiana.

Así por ejemplo las últimas cifras del desempleo, la pobreza, la desigualdad y la evolución del PBI que se conocieron (horribles todas) todavía corresponden al período previo a la aceleración de la crisis (y destacamos la palabra "aceleración") al compás de la contundente derrota del oficialismo en las PASO del 11 de agosto. Aun faltan las que reflejen ese proceso, aun cuando todos podamos intuir que serán peores, mucho peores,

De allí la contundencia del tuit de Nicolás Tereschuck con el que elegimos abrir el post: cuando las cifras de ese momento se conozcan, habrá que empalmarlas mentalmente con el bizarro espectáculo de la gira presidencial de despedida, para tener un panorama completo de la descomposición final del macrismo; un régimen que se soñó hegemónico para terminar chocando la calesita en menos de cuatro años, y salir de alegre caravana por el país, en medio de las llamadas y los escombros.

Es muy cierto -como apuntaba Edgardo Mocca en ésta nota de El Destape publicada el domingo- que nadie en su sano juicio (otra vez recalcamos, en este caso lo de "sano juicio") puede suponer que las chances del oficialismo de revertir el resultado sean reales, y que el "Macripallooza" sea la herramienta eficaz para conseguirlo: es obvio como apunta Mocca que lo que Macri intenta hacer es contener emocionalmente al tercio antiperonista de la sociedad argentina para evitar su desbande ante el fracaso estrepitoso del gobierno al cual apoyaron, para construir sobre esa base una alternativa futura de oposición al casi seguro gobierno de Alberto Fernández, con la esperanza de retornar al poder en cuatro años.

Y sin embargo, aun derrotado en las PASO y vaciado de poder político (esto desde mucho antes,  en especial cuando decidió acudir in extremis al FMI), Macri sigue siendo el presidente de un país con problemas gravísimos, y lo seguirá siendo hasta el 10 de diciembre próximo. Por eso no deja de asombrar su absoluto abandono de las funciones propias del cargo, para dedicarse de lleno a un carnaval decadente, y sin mayor sentido que ayudarse a sí mismo y a su núcleo duro de electores a metabolizar la realidad de una derrota inevitable; mientras la Argentina real se hunde en la pobreza, la recesión, la inflación, la desigualdad, el hambre creciente y la preocupación no ya por el futuro, sino por las condiciones cotidianas de existencia, en el presente.

Desde el piñazo de las PASO, los argentinos parecen haber establecido que de Macri y su gobierno ya no se puede esperar más nada, o en realidad el piñazo electoral fue consecuencia precisamente  de esa certeza. El gobierno no peronista que buscaba afanosamente terminar su mandato para romper un supuesto maleficio histórico más antiguo que el peronismo mismo, en realidad lo terminó ya hace rato, en una fecha imprecisa, y no parece tener ni intenciones ni posibilidades de retomarlo; con acciones concretas.

Porque no se puede considerar así a los manotazos de ahogado que Macri vino tirando en forma de medidas espasmódicas desde el 11 de agosto, sin resultados visibles: "cepo" a la compra de divisas, congelamiento de combustibles luego descongelado, eliminación del IVA a productos de primera necesidad que no logró detener la inflación y DNU para rebajar las indemnizaciones por accidentes de trabajo, detenido por fallos judiciales. Macri hace poco, tirando a nada, para resolver la crisis que él mismo creó, y lo poco que hace no sirve de mucho: peor aun, parece instalada socialmente la idea de que nada de lo que pueda hacer, será suficiente para conseguirlo.

Y esa certeza se acentuará, sin lugar a dudas, cuando se conozcan las cifras de las elecciones generales y la idea de la derrota de Macri tenga carácter oficial de irreversible: todo indica que la descomposición de los indicadores económicos y sociales se acelerará, el apetito dolarizador ya no podrá ser contenido por las débiles barreras del "cepo" macrista, y sin la asistencia de los dólares del FMI el final será imprevisible, pero nada halagueño: la duda es simplemente cuanto caeremos, y desde que profundidad nos tendremos que levantar.

Para ese entonces y aun habiendo ganado oficialmente las elecciones (que por ser generales, Macri ya no podrá decir "que no sucedieron"), Alberto Fernández no será aun presidente, y le faltarán 44 eternos días para serlo, y tomar el comando oficial de los resortes del Estado, para intentar empezar a enderezar el rumbo del país. En el mientras tanto, es una incógnita cual será la respuesta de Macri y sus apoyos sociales remanentes; porque los factores de poder "real", uno a uno, ya le sacaron el banquito dejándolo solo arriba del ring, y negocian con AF, o intentan marcarle la cancha de entrada.

Como lo señala Mocca, el eje de la disputa política se correrá más aun hacia el interior del FDT, para intentar profundizar posibles contradicciones internas (que existen, para que negarlas), e incidir de ese modo en el rumbo del nuevo gobierno, más allá de lo que haya votado la gente.

Pero el gran interrogante es como se tomará Macri la derrota, el abandono formal del poder y un futuro que no es el que seguramente soñó. A fuer de parecer pesimistas, diremos que si bien son circunstancias habituales en la vida de un político formado -y aun así, difíciles de digerir-, no lo son para un completo tarambana como el hijo de Franco, acostumbrado desde siempre a no perder y a que la realidad se amolde a sus deseos. Ojalá en el final de su penoso mandato aprenda, rápidamente y por las malas, las responsabilidades que conlleva el cargo para el cual fue elegido, y en el que aspiraba a ser reelecto; aunque nos permitamos ser escépticos al respecto. Muy. Tuit relacionado: 

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