miércoles, 16 de octubre de 2019

LA CRISIS QUE NO FUE


Uno de los dardos más certeros de Alberto Fernández en el debate del domingo pasado fue cuando desmontó la muletilla oficial de las “crisis recurrentes”, diciendo que nos quieren convencer de que cíclicamente y cada tantos años el país tropieza con alguna piedra; cuando en realidad la piedra son ellos: los sectores dominantes de la estructura económica nacional, y las políticas que impulsan y apoyan cada vez que gobiernan, o tienen influencia decisiva sobre el que gobierna.

Con un fracaso de la magnitud del de Macri, y ya desde que el gobierno acudió al FMI ante el corte del financiamiento vía los mercados privados de deuda, comenzó la operación discursiva que hace el periodismo hegemónico cada vez que el modelo neoliberal fracasa en el país: nos tratan de convencer que el problema no está en el modelo, sino que los que fallan son sus circunstanciales ejecutores; que no fueron capaces de ir a fondo, haciendo las reformas estructurales necesarias.

La definición se completa (con la invalorable colaboración del periodismo de Corea del Medio) con otro hallazgo teórico: el modo de ocultar el ostensible fracaso de éste gobierno es decir que la Argentina es un país inviable, en el que todos los gobiernos fracasan sin importar su signo, y ese fracaso es una responsabilidad colectiva, de la sociedad, de todos y cada uno de nosotros. De ese modo diluyen entre todos la responsabilidad concreta de los responsables reales.

Y para cerrar el esquema de indulto discursivo al fracaso neoliberal, nunca estará de más falsear la verdad histórica respecto a la “pesada herencia” que le tocó a cada uno al asumir al gobierno, es decir el punto de partida desde el que arrancaron y las dificultades con las que tuvieron que lidiar, y como las resolvieron.

Para eso vale tanto comparar lo incomparable, como lisa y llanamente mentir: días pasados Fernando González escribía en Clarín sobre transiciones complicadas entre gobiernos en la Argentina, poniendo en un mismo plano la hiperinflación de Alfonsín en 1989 (que licuó salarios y jubilaciones y arrojó a miles de argentinos a la pobreza), la crisis de la convertibilidad con De La Rúa en el 2001 (con estado de sitio, represión, muertos y “corralito” a los ahorros), con la no entrega del bastón de mando por parte de Cristina a Macri, en el 2015.

Del mismo género es esta nota de Jorge Herrera en Ambito de ayer, en la que analizaba como evalúa el mercado que será la transición entre las elecciones del 27 de este mes, y la asunción del nuevo gobierno, a la cual corresponde la imagen de apertura: vemos que allí se dice que Macri asumió el gobierno en medio de una “crisis asintomática” (o sea, una crisis que no se notaba, pero estaba allí), y que su gobierno fracasó porque trató de resolverla con “gradualismo”.

Es decir, el corazón de la mentira del núcleo discursivo del propio macrismo para explicar su fracaso. Obsérvese que en el mismo análisis se le baja el precio a la recuperación de la economía lograda por Néstor Kirchner a partir del 2003, señalando que al asumir él el gobierno la economía ya estaba encaminada, y el “trabajo sucio” estaba hecho: aun cuando eso pudiera ser cierto, la cuestión que se soslaya es cual fue el camino que tomó él apenas asumido el gobierno, de todas las opciones que tenía disponibles.

Porque esa es la discusión que quieren escamotearnos ahora, cuando nos hablan de las “crisis cíclicas” que se producen cada tantos años, como si se tratara de un fenómeno climático equiparado a la corriente del Niño, en el que las acciones humanas no tienen nada que ver. Pretenden que asumamos que hay un solo modo de encarar la crisis económica, que viene a ser el mismo que nos llevó a ella; como si el macrismo no hubiera existido, o las elecciones (en las que una mayoría de los argentinos rechazó de un modo contundente esas políticas y sus efectos) no hubieran sucedido.

Si alguno encuentra coincidencia entre esas lecturas en teoría “asépticas” para analizar lo que se viene y el discurso del macrismo, no es mera casualidad: así como Macri decía tiempo atrás ante una pregunta de Vargas Llosa sobre que haría en un eventual segundo mandato (“lo mismo pero más rápido”), la idea que intentan instalar es que el próximo gobierno solo podrá encauzar la crisis si retoma el ajuste allí donde Macri lo dejó, y lo hace más brutal, “para corregir las distorsiones estructurales, que nos llevan a las crisis recurrentes”.   

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