miércoles, 25 de marzo de 2020

10 MESES DE UN ACIERTO



A poco más de tres meses de comenzado su gobierno y con un mandato de cuatro años por delante, es prematuro y aventurado hacer un balance de la gestión de Alberto Fernández al frente del Poder Ejecutivo nacional; lo que por otro lado solo puede hacer sopesando las difíciles circunstancias en las que le toca desempeñarse, circunstancias que la crisis desatada por la pandemia no hace sino agravar dramáticamente.

Sin embargo, hay si ya, a esta altura de los acontecimientos, una certeza: el hombre está demostrando dar la talla para el desafío, y (esto podemos decirlo con más certeza aún) que esté él en la Casa Rosada y no el tilingo que nos (des) gobernó los cuatro años anteriores es un gran alivio para la inmensa mayoría de los argentinos, incluyendo a los que no lo votaron. Esta certeza además se puede constatar en algunos sondeos de opinión que están circulando.

El manejo de la crisis por parte de AF puede tener los matices que toda gestión de gobierno tiene, y ciertamente no está exento de críticas puntuales. De lo que hablamos es de la impresión general: hay un presidente al mando, que se hace cargo del problema sin esquivarle el bulto, que está dispuesto a utilizar todas las atribuciones que la Constitución confiere a su cargo, y que no busca excusas, o desplazar culpas en la sociedad.

Por el contrario, cuando la sociedad tiene culpas (como las de los tarados que insisten en violar la cuarentena), pone en marcha los mecanismos institucionales para que asuman las responsabilidades que eso conlleva: hay presidente, hay gobierno, hay Estado, y eso se nota.

Se nota en la orientación de las medidas, como el Ingreso Familiar Extraordinario, o la suspensión de la desconexión de los servicios por falta de pago, o la prohibición del cierre de cuentas corrientes por el libramiento de cheques sin fondos, dispuestos por los DNU 311 y 312 publicados hoy en el Boletín Oficial (completos acá y áca). 

Insistimos: se podrá discutir la letra chica de las medidas, si 10.000 pesos del IFE  son pocos o muchos, si se debieron haber pagado antes, esto o aquello. Pero lo que está claro es que se gobierna pensando en la gente, o al menos en la que peor la está pasando, ese es el sentido general. Y la gente siente que el gobierno no los odia, ni los culpa, ni se olvida de ellos, lo que no es poco, considerando de donde venimos, en el pasado inmediato.

Y en este marco de reflexión, no podemos dejar pasar por alto la reacción que ha despertado en el macrismo psiquiátrico, y en ciertos sectores de gorilismo/pensamiento derechoso irreductible, la venida de los médicos cubanos que vienen a aportar su experiencia en la crisis: si no fuera porque se producen en una situación de virtual catástrofe global, moverían a la risa por su ridiculez.

En buena medida es porque son cubanos (hay gente con su cerebro congelado en la Guerra Fría), y más que nada, porque llegaron de la mano de Cristina, lo cual nos remite a aquel momento crucial, hace 10 meses atrás, cuando ella misma anunciaba en el video que abre el post, la decisión que sacudió el tablero político del país, y desembocó en el triunfo electoral del 27 de octubre, y la instalación de Alberto Fernández como presidente, en la Casa Rosada.

En ese tipo de reacciones seguramente pensó Cristina cuando decidió dar un paso al costado, y que fuera Alberto y no ella el que encarnara la principal candidatura. Es posible conjeturar hoy, en medio de la pandemia, que algunas medidas duras que se están tomando porque son inevitables (como la cuarentena), serían más desobedecidas aun, si la presidenta que las adoptara fuera Cristina.

Por eso, desde ese lugar también, la decisión que tomó hace 10 meses fue más que acertada. Tuit relacionado: 

1 comentario:

  1. Si el ladrón ignorante fuera el presidente, lo tendríamos al Ravi Shankar curando de palabra, al pastor Gimenez asociado a SOCMA monopolizando la venta de alcohol a $2.000 y a Laura Alonso a cargo de las investigaciones de virología.
    El Colo.

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