Menos de tres meses de gobierno (casi como en el 2008), y las patronales agrarias disponen - "por presión de las bases" - un lock out de cuatro días y ya arrancaron con los tractorazos, por el aumento en tres (3) puntos de las retenciones a la soja, lo que las colocaría - apenas -en el nivel que tenían cuando estaba Macri.
En el mismo acto, se mantienen o rebajan las retenciones a otros 24 cultivos, entre ellos algunos que impactan en el costo de los productos de la canasta básica, como el trigo, el maíz, el girasol, la carne o a leche. Adicionalmente, el gobierno instrumenta compensaciones a los pequeños productores, respecto al incremento de alícuotas en el caso de la soja.
Y antes que eso, dialogó con las entidades explicándoles las medidas que iba a tomar (básicamente, intentar cobrar impuestos), algo que no es frecuente que se haga: a nadie le preguntan antes si quiere que le aumenten un impuesto. Y además si no "segmentó" las retenciones a la soja (algo que, lo hemos dicho, no es tan sencillo de implementar), instrumentó compensaciones para los que producen menores volúmenes.
Todo eso sería indicativo (para algunos, en algunos ámbitos) de que nosotros "volvimos mejores", y aprendimos de los (presuntos) errores de la asonada agrogarca del 2008.
Dejando la discusión al respecto para otro momento, lo cierto es que lo que cabe preguntarse es como "volvieron" ellos, y la respuesta es muy sencilla: iguales, o sea, peores.
Sin distinguir entre pequeños, medianos y grandes garcas a la hora de parársele de manos al Estado y negarse a pagar impuestos, en una actitud rayana con lo sedicioso. Poco importa si son pocos o muchos: como entonces ganaron (si por ganar se entiende no pagaron retenciones móviles), se envalentonan con volver a ganar.
De ésta constatación deberá el gobierno extraer las lecciones debidas y tomar las medidas que correspondan, sin esperar que del otro lado reflexionen o cambien: se movilizan por intereses de clase en el medio de una puja distributiva, en la que logran emblocar a todos los que acuerdan en el punto central de no dejar en el bolsillo del Estado (es decir, por carácter transitivo, de todos) lo que creen, con valor de dogma de fe, que no tienen que dejar.
Y también nosotros tenemos lecciones que aprender, no volviéndonos a enfrascar en discusiones obvias, inconducentes, con gente que cuestiona aspectos elementales, como que en un país democrático gobierna el que la gente votó, y que los "impuestos" se llaman así porque no se discuten como en el salario en una mesa paritaria: tenemos cosas mucho más urgentes e importantes que hacer que discutir al pedo, con los que no tienen intención de entender, ni les interesa.
Eso sí: no perdamos de vista que se trata de una disputa sustancialmente política, entre quienes apostaron al gobierno anterior (y ganaron) y no terminan de aceptar que el 27 de octubre del año pasado la mayoría de los argentinos votó otra cosa.
Eso sí: no perdamos de vista que se trata de una disputa sustancialmente política, entre quienes apostaron al gobierno anterior (y ganaron) y no terminan de aceptar que el 27 de octubre del año pasado la mayoría de los argentinos votó otra cosa.
Kerosene para la erradicación de los gusanos grandes que están cerca de las rutas.
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