viernes, 16 de octubre de 2020

EL ELENCO ESTABLE

 

¿Quién habrá sido el genio del mundo mundial que le aconsejó al presidente participar, aun de modo virtual, en el coloquio de IDEA? ¿O acaso la idea se le ocurrió a él mismo, en su afán de autoflagelarse en escenarios adversos con la esperanza de convencer a los que no quieren ser convencidos? Quien haya sido, lo (o se) sometió a la estudiantina irrespetuosa de un grupo de ricachones frustrados por el fracaso de su apuesta electoral el año pasado, que lo verdugueaban en el muro de Facebook del evento mientras hablaba

A veces hay que cuidar ciertas formas, y respetar las instituciones, la investidura presidencial y sobre todo, a los que votamos a éste gobierno: da como un poco de bronca (rompe las pelotas, bah) escuchar monsergas de los que bancaron hace menos de un año a un gobierno que hizo mierda todo prolijamente -algunos de ellos militaron la reelección de Macri abiertamente- y hoy, en plena pandemia, fingen demencia como si los cuatro años anteriores no hubieran pasado, y parecen tener soluciones para todos los problemas.    

Que en el capitalismo los empresarios a título individual o nucleados en diferentes sellos expresen una visión económica y social pro-mercado acorde a sus intereses y perspectivas de clase, no es un fenómeno argentino, sino mundial. Y que el capitalismo condicione y tensione a la democracia intentando llevar agua para su molino cualquiera sea el resultado de las elecciones, también.

Claro que una cosa eso cuando sucede en sociedades donde el sistema político -más allá de la variedad de la oferta- tiene consensos básicos que nadie se atreve a abandonar, y por eso los presiones empresariales son más discretas; y otra muy distinta cuando justamente la contradicción entre los intereses de los grupos minoritarios más poderosos y el grueso de la sociedad son parte central del debate, de las identidades políticas y por ende, de las decisiones electorales. Como pasa por ejemplo en la Argentina, sobre todo desde la irrupción del peronismo hace ya 75 años.

Lo que debe ser sin dudas una singularidad argentina es ese círculo vicioso de acontecimientos en loop en el que parecemos atrapados hace décadas: los poderosos gobiernan el país (antes a través del partido militar, ya en democracia cooptando a los partidos populares primero, creando sus propias herramientas electorales después), ponen en práctica su modelo económico y social, produce los estragos que son inherentes a su naturaleza, hay elecciones, ese modelo es rechazado y ellos o sus personeros son desplazados del poder institucional, y volvemos a empezar.

A empezar desde un punto de partida cada vez peor o más bajo en términos de derechos, calidad de vida, inclusión social, o distribución inequitativa del ingreso. Y por algún extraño y perverso mecanismo, la regla parece ser que a mayor daño inflingido por las políticas que siempre fracasaron cada vez que se ensayaron -como las que se aconsejan/reclaman/exigen a coro en los coloquios de IDEA-, más pronto, con más énfasis y con mayor desentendimiento de la coyuntura concreta (por ejemplo una pandemia), se vuelve a pedir que se abandone toda idea de que el gobierno de turno aplique las políticas que el pueblo votó, y en cambio reponga las que fueron derrotadas en las urnas.

Es como que les cuesta cada vez más disimular que la democracia los incomoda, porque es un sistema donde cada hombre vale un voto, y no importa cuanto tenga cada uno en la cuenta bancaria; y tampoco es una asamblea de accionistas donde el que más capital y acciones tiene, es el que impone las decisiones, aunque sea uno solo, y el resto muchos. Y si no nos creen, miren el video de Macri al pie del post.

No por algo fueron siempre no solo los que aportaron cuadros civiles a los gobiernos militares, sino los que directamente instigaron los golpes de Estado, y se beneficiaron de ellos: es más fácil manejar el país a través de tres tipos de uniforme, que un montón de tipos elegidos por la gente, pero ojo: desde 1983 se las arreglaron bastante bien para adaptarse a los nuevos tiempos, y seguir haciendo lo suyo. Y en eso los que se juntan en IDEA son, desde sus orígenes, unos auténticos expertos.

He allí todo el "misterio" y el meollo de la "desconfianza" de los empresarios hacia el gobierno (cuando no lo pueden manejar, o colonizarlo), que sería la razón por la cual no invierten, no pagan impuestos, fugan capitales y esas cosas. No es porque sean unos hijos de puta que solo se miran el propio ombligo, no señor: "No soy yo, sos vos", sería. Tuit recontra relacionado:           

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