martes, 22 de diciembre de 2020

TENGAMOS MEMORIA

 


En algún momento la pandemia pasará, y el virus será un recuerdo. Un mal recuerdo, pero recuerdo al fin. Y es muy posible que, mezcla de mecanismo de defensa mental con aquella máxima del Martín Fierro de que "olvidarse de lo malo también es tener memoria", hagamos borrón y cuenta nueva.

Sin embargo, la memoria es un ejercicio necesario, en términos personales y también como sociedad.  Por supuesto que quedarán de todo este proceso los recuerdos de los que no están, de los seres queridos que se llevó la pandemia, y de todo lo que no pudimos disfrutar, como estábamos acostumbrados.

En lo social, en lo colectivo, la memoria reflexiva sobre la pandemia tiene también muchas aristas; como por ejemplo cuando y como fue que nos dejaron de importar los riesgos y las consecuencias de dejar de lado cuidados o prevenciones que, vistas desde la perspectivas de la magnitud de la amenaza, no parecían imposibles de observar.

Y otro ángulo, no menor y cuando aun el final de la historia es incierto -en tiempo y en resultados- es el rol que jugaron todo este tiempo los medios, los comunicadores, los "formadores de opinión" y no pocas personas con responsabilidades institucionales o sociales relevantes, cuya opinión no es la de cualquier persona del común.

Deberemos recordar, forzosamente, que se cuestionaron y sabotearon las medidas sanitarias y de prevención que los gobiernos debieron adoptar en la emergencia, así como se minimizó la importancia de la pandemia, que se desafiaron las disposiciones que tomaban las autoridades poniéndonos en riesgo a todos, y a que a esa inconducta social se la pretendió teñir de una cruzada en defensa de las libertades públicas. 

O que se presionó por motivos económicos (algunos plausibles, porque estaban en juego los medios de subsistencia) o de pura especulación por ganancias, para habilitar actividades cuando no estaban dadas las condiciones. Y que muchos de los que procedieron de todos esos modos, intentaron luego sacar provecho político o mediático de la suba de los contagios y las muertes por el virus.

Y ahora, en estos días, en los que el mundo entero corre una carrera contra reloj para poder producir y distribuir las vacunas -enfaticemos el plural- salteándose incluso pasos en los procedimientos normales para su aprobación y uso, hay quienes hacen campaña pública y desde los medios, contra la vacunación.

Es decir, no conformes con haber sembrado la confusión y el descrédito del rol del Estado y las instituciones públicas durante meses en una situación como ésta, hoy pretenden inducir a la población a no vacunarse, por intereses inconfesables, y por inconfesables queremos decir ideológicos, o simplemente económicos: la campaña de lobby de los principales medios del país e incluso de parte de la oposición política en contra de la vacuna rusa y -como espejo- a favor de la producida por Pfizzer, es bochornosa.

Jugando con cosas que no tienen repuesto, sin ningún escrúpulo moral y sin reparar en las consecuencias. Mostrando que aun allí donde no debiera existir esa famosa "grieta" de la que tanto hablan, la provocan y la agigantan; haciendo gala de una inmensa podredumbre moral.

Hablábamos antes de memoria social: el recordatorio de estos hechos, actuales, debe ser en el futuro el fundamento de una pedagogía que nos permita calibrar desde donde -desde que valores, desde que niveles de miseria y degradación humana- nos hablan algunos; que todos los días nos dicen quien es honesto y quien es corrupto, por quien nos conviene o no votar, quien es culpable y quien inocente, y cuáles son las soluciones para los problemas del país.

Ojalá todos los padecimientos sirvan para que al menos hayamos aprendido esa lección.   

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