Cuando iban solo dos semanas del gobierno de Macri, decíamos nosotros en ésta entrada: "La calidad e intensidad de una democracia se puede medir de distintas formas, la más elemental de ellas la vigencia del derecho al sufragio, y la aceptación de los resultados por el conjunto de los actores del sistema político. El kirchnerismo (tildado de autoritario y desaprensivo con la disidencia) amplió la participación política votando -en soledad- el voto joven y la reforma política que introdujo las PASO; y tuvo en todos sus años de gobierno derrotas electorales en elecciones provinciales y nacionales, sin cuestionar los resultados, ni agitar el fantasma del fraude cuando era oposición (por ejemplo acá en Santa Fe)."
"Por el contrario, la oposición revoleó irresponsablemente denuncias de fraude en cada elección que avizoraba difícil (y aun hoy hay quienes siguen sembrando sospechas al respecto), ... De las especulaciones sobre la transición ante el apretado margen del balotaje, y los fantasmas de la no entrega del poder pasamos a la cautelar ante Servini, impulsada por Macri para poco menos que echar a Cristina por la ventana; o procurarle un helicóptero judicial. ¿Los que dicen que "volvió la democracia" solo creen en la voluntad popular cuando ganan?"
"Otra dimensión relevante de la democracia es la vigencia plena de las libertades públicas (de expresión, de reunión, de asociación, de protestar o reclamar): ¿se puede sostener seriamente que se vieron restringidas, desconocidas o negadas en los últimos 12 años cuando abundan los testimonios -en medios periodísticos y redes sociales- de los residuos cloacales de su ejercicio desbordado en todo ese tiempo?"
"El kirchnerismo atravesó sus mandatos con protestas sociales de todos los sectores, y de todo tipo, incluyendo los cacerolazos urbanos y el corte de las principales rutas del país durante meses por un lock out patronal que desabasteció para forzar la eliminación de un impuesto. Y sin embargo gobernó 12 años sin un solo día de vigencia del estado de sitio; y tomó como política de Estado no reprimir la protesta social, aun al riesgo de pagar por eso costos políticos y electorales. Y cuando hubo represión, los primeros en criticarla fuimos los propios kirchneristas."
"Buena parte de la "leyenda negra" del kirchnerismo fue (y está siendo) escrita por el "periodismo independiente" que rápidamente pasó a ser militante del nuevo oficialismo, pero lo real es que Morales Solá no se exilió en el Uruguay en el 2006 como anunció, ni hubo periodistas presos, secuestrados o censurados, ni TN desapareció. Por el contrario, se despenalizaron las injurias cometidas por la prensa, y lo que va a desaparecer es "678", por pedido del "periodismo independiene" al flamante presidente; que éste tomó como bandera de campaña, y ejecuta como acción de gobierno."
"La justicia (o el Poder Judicial, para ser más precisos) le tumbó al kirchnerismo la reforma judicial y Cristina no ocupó los tribunales con la gendarmería, ni puso a los jueces en comisión, ni los cesanteó. Tampoco hizo lo mismo con los jueces que paralizaron por años el cumplimiento de la ley de medios, o que sacaban cautelares a ruego a pedido de cualquier grupo económico afectado por decisiones del gobierno; fueran la Sociedad Rural, LAN, Clarín o La Nación."
"Pero la dimensión más rica de la democracia (al menos para nosotros) es su capacidad para ampliar los derechos de los ciudadanos; y desde ese ángulo, los 12 años pasados fueron -sin dudas- los más democráticos de nuestra democracia post dictadura: con amplio consenso en algunos casos, con el solo respaldo de los votos del kirchnerismo en el Congreso en otros o por decisión de Néstor y Cristina, se reconocieron o restauraron derechos civiles, sociales, políticos, laborales y económicos para los argentinos. Cualquiera puede hacer un rápido repaso mental del listado; y seguramente omitirá algún ejemplo importante.".
El texto surgió con motivo de que entonces se decía que "había vuelto la democracia al país", con un nivel de idiotez semejante al que se puede ver en éste documento de "personalidades" del antiperonismo en sus variados pelajes, en el que -una vez más, ante la simple perspectiva o posibilidad de un nuevo triunfo electoral del peronismo- nos advierten que corre riesgo la democracia. No obstante, no deja de llamar la atención el grado de alienación de la realidad de cierta gente.
No vale la pena ni siquiera detenerse a analizar el libelo, primero porque se trata de gente que no tiene pergaminos para discutir sobre esos temas, habiendo apoyado como apoyaron el último ensayo de la derecha neoliberal en el país, cuyos resultados en términos de respeto por la democracia, las instituciones, la república, y los derechos y libertades ciudadanas están más que claros: la "nueva derecha moderna y democrática" que visualizó un trastornado los atropelló con el mismo vigor que la vieja derecha de siempre. Y segundo porque todos los golpes de Estado y dictaduras habidas en éste país empezaron por eso: por negar que existiera una verdadera democracia, o por decir que la defenderían, porque estaba en riesgo.
Al documento hay que darle el -escaso- valor que tiene, parangonable al -escasísimo- valor intelectual de los firmantes: una expresión de miedo, ante la contemplación no ya de una posible derrota electoral a manos del peronismo, sino del bizarro espectáculo de una oposición que solo les habla los convencidos, mientras se descuartizan entre elllos por los lugares en las listas y aúlla pidiendo por una vacuna, de una marca determinada, de un laboratorio determinado. De allí que, de todo el farragoso y delirante texto, sólo ésta frase lo explica todo: "La oposición debe deponer las mezquindades y los personalismos estériles ".
Y aún hay quienes lo defienden a Sebrelli como un ontelectual
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