sábado, 11 de septiembre de 2021

ACUERDOS POLÍTICOS

 

La inseguridad en las grandes ciudades no es un fenómeno nuevo ni exclusivo de la provincia de Santa Fe en general, o de la ciudad de Rosario en particular, pero lo cierto es que allí ha cobrado hace muchos años características graves y preocupantes, que lo destacan. Y cuando hablamos de inseguridad en ése contexto no nos referimos al arrebato callejero o el descuidismo, sino cosas mucho peores: asesinatos, balaceras a plena luz del día, crímenes por encargo.

Sería muy sencillo atribuir el fenómeno al explosivo crecimiento del narcotráfico y los negocios asociados a él, pero la caracterización, sin ser falsa, sería incompleta. En todo caso el narco opera sobre un caldo de cultivo social en constante ebullición, donde años de mejora de los indicadores sociales con el kirchnerismo no erradicaron la pobreza estructural, y los años del macrismo y la pandemia nos hicieron retroceder décadas. Pero también sería una simplificación grosera emparentar de modo directo a la pobreza con el delito, y en especial con el delito grave que supone la existencia de organizaciones criminales complejas, donde en todo caso algunos pobres (en especial jóvenes o adolescentes) pueden ser simplemente la carne de cañón que se sacrifica en el terreno. 

Y además de ser una simplificación, sería un diagnóstico cómplice con los que se benefician con esas estructuras del delito, reciclando el dinero de origen turbio que de ellas proviene, sea el tráfico de drogas, la trata de personas o el juego clandestino: hay estudios jurídicos y contables, bancos y fondos de inversión, desarrolladores inmobiliarios por los que circula ese dinero teñido en sangre; fenómeno que -éste sí- tiene connotaciones bien marcadas en el caso de la ciudad de Rosario, hace muchos años. 

Finalmente, la descripción no se completa sin la referencia a la necesaria participación -en grado de complicidad- de las estructuras estatales, en el crecimiento del delito organizado que está por detrás de la escalada de violencia. En primer lugar la policía (esta provincia tuvo en tiempos del socialismo un jefe de policía preso por vínculos con el narcotráfico), y casi en el mismo plano la política, el Poder Judicial (sin distingos entre el federal y el provincial) y -ahora estamos conociendo los detalles- hasta el Ministerio Público de la Acusación, es decir los fiscales encargados de perseguir los delitos. En ésta misma provincia tenemos por éstos días a un senador atrincherado en sus fueros, que ha convertido la Cámara y la Legislatura en un aguantadero, para rehuir dar explicaciones sobre sus presuntos vínculos con delincuentes.

La inseguridad en la provincia y en la ciudad de Rosario es un problema de larga data, tan grave que -nos atrevemos a señalarlo- fue una de las razones que le costó al Frente Progresista la derrota en las elecciones provinciales del 2019, y al socialismo haber perdido la municipalidad tras 30 años de gobernarla, en manos de un rival interno. Y hoy, en tanto el fenómeno subsiste en niveles preocupantes, se proyecta como una sombra sobre la gestión de Omar Perotti, por las legítimas demandas ciudadanas, y porque el hoy gobernador hizo del tema un punto central de su campaña.

Los más graves hechos recientes de violencia en Rosario (la balacera al Sindicato de Comercio, el asesinato de un testigo protegido en el caso del narco Alvarado) tienen además el aditamento de que llegan sobre el filo de una campaña electoral donde hay internas en todas las principales fuerzas políticas de la provincia, incluido el peronismo y sus aliados en el "Frente de Todos", todo lo cual no hace sino aumentar las suspicacias.

Como es natural (pero no por eso deja de sorprender) la oposición al gobierno provincial buscó sacar tajada de la conmoción ciudadana, como si cuando ellos gobernaron durante 12 años la cosa hubiera sido mejor. Pullaro, por ejemplo, parece que aterrizó ayer en paracaídas y no fue ministro de Seguridad durante cuatro años, en los cuales por ejemplo bandas armadas balearon los tribunales rosarinos, hecho por el cual declaró hace poco en la justicia diciendo -como dijo cuando sucedió- que no pudo establecer el origen de los disparos, o el nexo con investigaciones o causas en curso.   

Algo tan difícil de creer y de explicar como cuando Bonfatti desistió judicialmente de querellar a los que le tirotearon la casa, siendo gobernador; otro hecho gravísimo que sucedió en Santa Fe (en particular, en Rosario), en los tiempos en los que nos venimos a enterar ahora, se vivía en paz y en tranquilidad. O como las poco felices declaraciones de la poco feliz ministra de Seguridad de la nación Sabina Frederic, negando el envío de más fuerzas federales con el argumento de que son más necesarias en la CABA: un aporte involuntario a la campaña de la oposición, que por ejemplo Horacio Rodríguez Larreta no desaprovechó.

En su crítica a esa decisión de Frederic, Perotti reiteró lo que dijo en su discurso inaugural al juramentarse del cargo en la Legislatura: su gobierno se propuso cortar los vínculos de la política y de las agencias del Estado (como la policía) con el delito, las tolerancias y las complicidades; definiciones que -más allá del grado de concreción efectiva que hayan alcanzado- están en la génesis de buena parte de los problemas políticos de su administración; interna peronista incluida. 

Hace meses que Marcelo Saín no es ya su ministro de Seguridad, pero el diagnóstico que formulara al asumir sus funciones respecto a las raíces y ramificaciones de la inseguridad y la violencia ligadas al crimen organizado en la provincia y en su ciudad más populosa sigue siendo exacto, porque los hechos lo confirmaron. Se podrá discutir cuanto avanzó en la ejecución de políticas consecuentes con él (por algo ya no es ministro), pero negar que las cosas en la provincia son como las describió, sería tapar el cielo con la mano.

En el último tramo de la campaña Agustín Rossi planteó la necesidad de encarar el problema mediante un acuerdo amplio entre las fuerzas políticas provinciales, para darle mayor volumen a las políticas públicas diseñadas para encarara el problema, y el primer apoyo le vino -precisamente- de Maximiliano Pullaro: a veces hay gente a la que hay que pedirle que no se moleste en ayudar.

Nadie podría -en abstracto y en teoría- decir que Rossi está equivocado: siempre que la política acuerda, ensancha los campos de legitimidad de las medidas que se deben tomar para resolver un problema, en éste caso la inseguridad. Una buena forma de empezar a pasar de las palabras a los hechos sería -por ejemplo- dignarse a darle tratamiento a los proyectos de ley sobre la reforma de la policía y el sistema provincial de seguridad que Perotti envió a la Legislatura, y duermen hace 13 meses en la Cámara de Diputados, donde Pullaro y sus ex socios del socialismo manejan la agenda legislativa. 

La otra, es aceptar y asumir -aunque pueda incomodar- que la situación actual de la inseguridad en la provincia de Santa Fe y la ciudad de Rosario no nació de un repollo, sino que es precisamente consecuencia directa de acuerdos políticos, pero de un contenido tal que no se pueden hacer públicos. Tuits relacionados:

5 comentarios:

  1. Son ustedes los que insisten muchachos. El sucialismo, Binner defendiendo a Tognoli como "preso político" o votando junto a la Ciciliani para encanarlo a De Vido, coincidimos totalmente, son gorilas irrecuperables. Pero nombrar a Rossi (que se bancó con la 125 a los agrogarcas mientras Lifchitz se encaramaba a sus palcos y otros actuales funcionarios provinciales lejos estaban de horrorizarse con el corte de rutas patronales) solamente para asociarlo a un apoyo de Pullaro a una de sus propuestas no me parece honesto. En serio. Y si, como dicen ustedes, digamos todo, el senador atrincherado en un aguantadero institucional integraba el NES que bancó a la vicegobernadora y al gobernador, ya que era su segunda, y entonces quién era: Gandhi, Mandela, la Madre Teresa ? No nos quejemos después de la distinta vara. Nadie mea (meamos) agua bendita, nadie (nadie) está por fuera de la parábola de Jesús con Magdalena. Abrazo peronista.-

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  2. Canalla: no abuses de nuestra paciencia. Con la mejor, eh.

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  3. Gracias. Podría decirles que no abusen ustedes de la nuestra , como la publicidad electoral, ya en veda, con guita de la provincia El decreto 4161 ya fue.Sólo les gusta cuando los elogio ? Carajo compañeros, ni una sola referencia concreta a mi envío. Reitero, el D 4161 ya fue. Si molesto no anden con vueltas y no me miren o me perdonen la vida desde vuestra paciencia. No la necesito.

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  4. Métanse, vuestra paciencia, con la mejor,eh, en el rinconcito que les deje el Decreto 4161

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  5. No. Nos referíamos a otra cosa. Pero es una discusión sin sentido, como te dijimos hace un tiempo, queda claro que en vano. Todo lo demás son proyecciones tuyas. Hasta la vista.

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