Ah, pero se saca la ropa y tiene un lomo bárbaro, digamos todo: https://t.co/WNTHQ3tNJR
— La Corriente K (@lacorrientek) September 4, 2021
Vivimos tiempos extraños, en los que por ejemplo el oficialismo puede ganar una elección de medio término, con los salarios y las jubilaciones a la baja, perdiendo frente a la inflación. O en los que el ministro de Economía goza de buena imagen, sin que se termine de saber muy bien que es lo que, concretamente, hace. Tanto que en un tiempo desde sectores del gobierno se deslizó la idea de candidatearlo en éstas elecciones.
Aun aceptando que la economía se está recuperando -porque los números así lo marcan- no es sencillo identificar cuáles fueron las medidas decididas por Guzmán que ayudaron a que eso sea así, salvo la referencia al ordenamiento de las variables macroeconómicas, en especial el tipo de cambio. Incluso daría la impresión, por momentos, que la responsabilidad de que las actividades productivas mejores o no es exclusiva de Kulfas, y Guzmán no tiene nada que ver con eso.
Que el ministro tenga buena imagen en el oficialismo se entiende, aunque las razones no estén tan claras: por momentos el fenómeno pareciera más cercano a un club de fans de un rock star, que a la adhesión que puede despertar un dirigente político o funcionario; sentado que el caso es bien distinto al de otro que antes ocupó el mismo cargo, como Axel Kicillof; que hoy revalida adhesiones y las acrecienta, pero desde otro lugar y en la gestión.
Sin embargo, es más extraño que Guzmán no sea víctima de los dardos de la oposición, que se ocupa de señalar -incluso contra la evidencia de los datos- que la economía del país está destrozada. Probablemente el factor decisivo sea allí que Guzmán se puso como tarea primordial (si no excluyente) resolver el problema de la deuda, y para los que fueron oficialistas hasta diciembre del 2019, esas son buenas noticias: aunque se empeñen en enzarzarse en disputas estériles sobre quien endeudó más al país, celebran en la intimidad que la deuda que ellos contajeron sea pagada religiosamente, sin demasiadas investigaciones sobre su legitimidad o sus beneficiarios finales.
Hace un tiempo atrás analizábamos en ésta entrada los lineamientos generales del plan económico puesto en marcha por Guzmán, y a ella nos remitimos, en mérito a la brevedad. De lo dicho, nos interesa destacar esto, a propósito del apuro del ministro por cerrar el acuerdo con el FMI: "Algo parecido sucede con el FMI "bueno" de Kristalina: el diálogo es fluido, hay premura en cerrar el acuerdo, pero nada indica que el Fondo vaya a abandonar su política de exigir "condicionalidades" (vulgarmente llamadas "reformas estructurales"), para posibilitar un acuerdo que reprograme los vencimientos.
"Guzmán, sin que esas condicionalidades hayan sido explícitamente puestas por el FMI sobre la mesa, parece atenderlas, en tanto compromete un sendero de reducción del déficit fiscal hacia el futuro, que solo puede cumplirse omitiendo que estamos en una pandemia, y frenando el gasto público, lo que tiene efectos sobre el nivel de actividad; y -dolor monetarista- sobre la inflación, en éste caso por ejemplo cuando anuncia aumentos de tarifas, para reducir subsidios.".
Más acá en el tiempo, unas tres semanas atrás, veíamos en ésta otra entrada los números de la ejecución del presupuesto nacional (que el propio Guzmán calificó como la expresión de su programa económico) en los primeros siete meses del año, y como se dijo entonces, "En resumen: el gobierno nacional mejoró el resultado fiscal a fuerza de recomponer ingresos, pero sobre todo, de pisar gastos. Y entre esos gastos "pisados" (o sea que caen en términos reales, por debajo de la inflación) está las jubilaciones y pensiones (incluyendo las no contributivas), los sueldos de los empleados públicos (que tuvieron un aumento del 35 % pero en seis cuotas, de las que solo cuatro, que suman un 24 %, caen éste año, el otro 11 % se pagará el año que viene) y las transferencias a las universidades y las provincias; excluida la coparticipación, que creció.".
De allí que leamos sin sorprendernos ésta nota en La Política Online, que da cuenta de la bronca de los diputados del "Frente de Todos" (Máximo Kirchner incluido) por la demora en la reglamentación de la ley de zonas frías, que derivó en que los descuentos a los usuarios en las boletas de gas terminaran siendo irrisorios, en pleno año electoral. La misma nota da cuenta de que lo mismo sucedió con los prometidos cambios en Ganancias para los salarios más altos, y recalca además la negativa del ministro a subir el mínimo no imponible del impuesto, antes de las elecciones.
Hay una obsesión fiscalista que anticipa los términos de las exigencias esperables en un eventual acuerdo con el FMI, que es el hilo conductor de la política económica que administra Guzmán, para el que lo quiera ver. Y si quedaran dudas, hagan la prueba de revisar a diario el Boletín Oficial (nosotros lo hemos hecho) en busca de decisiones del ministro que impacten en la economía cotidiana, de la gente de a pie: solo encontraran medidas referidas a personal del ministerio (designaciones, ceses, suplementos) y la aprobación de los planes de acción de las empresas y sociedades del Estado, una exigencia burocrática de la Ley de Administración Financiera: no hay nada más.
Pero eso sí: hay que reconocer que juega bien al fútbol (al menos eso dicen los que lo han visto), y las chicas suspiran cuando lo ven en camisa. Algo es algo.
El apodo de GuzMan en la Universidad era "Topo".
ResponderEliminar¿Lo seguirá siendo?