viernes, 29 de octubre de 2021

FALLAS EN LA SEGURIDAD PRESIDENCIAL

 

Que cualquier forma de pacto o acuerdo social debe involucrar a los empresarios (que son los dueños de los medios de producción) o parte de ellos, es cosa sabida. Como también que esos pactos o acuerdos hay que explorarlos con los empresarios realmente existentes y no con los que uno desearía, también.

Sin embargo, eso no implica sentarse a discutir con cualquiera, en cualquier condición; porque aun cuando muchas veces no se pueda andar eligiendo interlocutor, no hay necesidad de exponer a la investidura y autoridad presidencial a conversar de tú a tú con cualquiera, que es como suele plantearse el diálogo entre las autoridades elegidas por el pueblo y los empresarios -a los que no vota nadie- en la Argentina, cuando las primeras no se saben dar su lugar.

Hace unos pocos días atrás, el presidente recibió en la Casa Rosada a un grupo de CEO's de algunas de las empresas más importantes del país, y si nos atenemos a las crónicas periodísticas (incluyendo a las basadas en la información oficial), el encuentro transcurrió en un clima de cordialidad, y amplias coincidencias sobre el rumbo a seguir en beneficio del país.

Por lo general, cuando se producen estas tertulias los empresarios o los sellos de goma que los representan (sorteados en éste caso por Alberto para hablar "cara a cara con los que mandan") son reacios a firmar compromisos concretos por escrito, y si excepcionalmente lo hacen, es difícil que los terminan cumpliendo, y más vidrioso aun, que eso les traiga consecuencias.

Lo que tiene sí, habitualmente, amplia repercusión en esos casos son las demandas o exigencias del sector empresario al poder político, que giran siempre en torno a los mismos temas: rebajas o eliminación de impuestos, flexibilización de las leyes laborales, apertura y desregulación de los mercados y la economía en general, ajuste del gasto público. Poco se sabe, en cambio, de lo que están dispuestos a ofrecer a cambio, como no sean las vaporosas promesas de un futuro venturoso en el que -de accederse a sus demandas- se producirá el "derrame" en forma de "empleos de calidad".

En el encuentro del que hablamos, uno de los contertulios presidenciales fue Francisco De Narváez, quien además de un fugaz paso por la política, tiene una más prolongada actividad empresaria, concentrada hoy en el manejo de las operaciones de la cadena Walmart en el país, y otros negocios similares, como los supermercados Changomás.

El esforzado y flamante Secretario de Comercio Interior Roberto Feletti acaba de denunciar que Walmart y Coto (yo te conozco, diría Néstor) son justamente las empresas más reticentes a cumplir con el acuerdo de precios, y pretenden trasladar la rentabilidad que deberían resignar (que excede toda pauta que sería considerada razonable en los "países serios") hacia el interior de la cadena de valor, en perjuicio de los otros eslabones. Eso, o lisa y llanamente desconocer los precios máximos fijados hasta el mes de enero, para una serie de productos de consumo habitual de los hogares.

Lo cual nos lleva a reflexionar sobre la construcción de la agenda presidencial, y cuanto se puede realmente avanzar en acuerdos con ciertos sectores, que no parecen muy dispuestos a resignar sus privilegios. Sin ir más lejos, otro asistente a la misma reunión fue Eduardo Acevedo de AGD, cuyos productos más populares son denunciados como faltantes en los puntos de comercialización, y Madanes Quintanilla (CEO de Aluar) que se llevó la promesa del congelamiento de las tarifas de electricidad para su empresa (monopólica en el mercado del aluminio, uno de los principales insumos difundidos de uso industrial), a cambio de la promesa de crear 600 empleos adicionales; lo cual de ser cierto confirmaría que no es necesaria a esos fines una reforma laboral flexibilizadora.

En el caso de De Narváez, el tipo se fue contento de la reunión por sus coincidencias con el presidente, y a los pocos días se pasa por el forro de las pelotas una decisión del gobierno que afecta a sus intereses. ¿Tiene sentido un diálogo en esas condiciones, que lo incluya a él, y a los que como él actúan, conduce a algún lado que no sea deteriorar aun más la imagen presidencial?

Hay que mejorar la seguridad de la Casa Rosada y cuidarlo mejor al presidente, incluso de él mismo: no puede ser que termine en un mano a mano con delincuentes. Tuit relacionado: 

1 comentario:

  1. Alimentos es un tema muy conocido, pero hay otros monopolios: ayer un conocido me mostró la factura de compra del precio de la chapa de cinc: 18.000 pesos cada una. Con su sueldo mensual puede comprar 5 chapas por mes, si no come y gasta en más nada, después hablan de la reactivacion de la construccion y la vivienda. Si, construyen las desarrolladoras privadas, lo que hay que activar es la construcción particular que es la única que resuelve el.problema.de.la.vivienda familiar.

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