viernes, 4 de noviembre de 2022

LAS BRUJAS NO EXISTEN, ....

 

...pero que las hay, las hay. 

Varias veces hemos dicho acá que descreemos de las explicaciones conspiranoicas de los procesos políticos, que suelen ser más complejos que las tramas de las novelas policiales, o si se quiere, a la inversa, más simples: se explican por causas más tangibles que la división maniquea en buenos químicamente buenos y malos perfectamente malos con los que la mala literatura se ahorra las complejidades.

El país enfrenta hoy -como lo enfrentaba en el 2019- un dilema político, el más agudo de todos junto con la disputa por el poder, que es la disputa por la representación.  A despecho de algunos indicadores macroeconómicos (entre los que no están ciertamente la inflación o la distribución del ingreso)  que podrían mostrarse como positivos, se percibe una insatisfacción generalizada con bases objetivas (la situación económica que se percibe en el bolsillo, mes a mes), que resulta transversal a la "grieta": los que votaron al gobierno están (estamos) insatisfechos con su cumplimiento del mandato electoral, y los que no lo votaron están insatisfechos con los resultados de las últimas elecciones presidenciales, desde el momento mismo en que se conocieron.

Este estado de cosas es lo que algunos han dado en llamar (en un contexto más amplio que excede los límites de la Argentina) la "insatisfacción democrática", caldo de cultivo en el que suelen florecer las propuestas autoritarias, los discursos mesiánicos, o las apelaciones a la violencia como recurso político legítimo. La solución al dilema, en tanto político, es política, y en ése contexto es que desde distintos sectores del "Frente de Todos" (ni hablar desde su base electoral) crece el reclamo de una nueva candidatura presidencial de Cristina.

No son entonces las alquimias institucionales (como una eventual reforma judicial) las que solucionarán el problema, ni hay que caer en esas vanas ilusiones. Menos cuando ni siquiera se ensayaron o fueron insuficientes, como ha pasado con éste gobierno y la justicia federal.

Dicho esto, no se pueden ignorar la potencia política de ciertos hechos y sus connotaciones en ese plano, aun cuando provengan de los estrados judiciales; como la decisión de la sala de la Cámara Federal compuesta por los "okupas" designados a dedo por Macri de liberar a los "loquitos sueltos" de Revolución Federal por sus posibles implicaciones en el atentado contra Cristina, y el pedido del procurador interino Casal para reactivar la funambulesca causa del dólar futuro.

En el primer caso se trata, sin ambages, de un salvoconducto judicial para la violencia política, y una burda maniobra para abortar todo intento de escalar en la investigación del atentado hacia sus autores intelectuales y financistas, cuyos vínculos con la oposición de derecha ya han quedado expuestos. 

En el segundo caso, se trata de repetir la misma estrategia electoral ensayada por el atiperonismo en 2015 (con éxito) y en 2019 sin éxito electoral, pero condicionando las candidaturas "posibles" del FDT: mantener a Cristina más ocupada en recorrer los juzgados que en hacer campaña (si fuera candidata), o en defenderse de acusaciones absurdas, más que discutir soluciones para los problemas del país. O viéndose forzada a elegir un candidato como hizo con Alberto.

Y como pasa en todas las estrategias de la derecha, no puede faltar el aporte medático, en éste caso difundiendo a granel encuestas truchas en las que -por ejemplo- Alberto o Massa tienen más intención de voto que Cristina, lo que permite sospechar hasta que punto la movida no cuenta con alguna anuencia al interior del oficialismo; donde se discute si suspender o no las PASO, y se sigue sosteniendo la ilusión de la reelección presidencial.

Las mismas sospechas que hacen pensar hasta que punto la desidia gubernamental con la podredumbre judicial (que nunca pasa de algunos tuits indignados, sin acciones de gobierno concretas) es simplemente eso, y no complicidad; para intentar beneficiarse de una cancha electoral inclinada con maniobras aviesas. De ser ése el caso, podrían probar con gobernar según lo que votamos en el 2019, para afrontar unas PASO (si es que las van a mantener) en busca de una eventual reelección, si es que realmente piensan llevar la ilusión hasta el fin, y no se trata de un simple recurso para disipar el síndrome del pato rengo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario