Será? https://t.co/Dc0F1Oi0Fg
— La Corriente K (@lacorrientek) January 1, 2023
Ahora díganlo sin irse en seco por lo primero, ni llorar por lo segundo. https://t.co/7cVhzVgM8q
— La Corriente K (@lacorrientek) January 1, 2023
El año que dejamos atrás nos trajo la alegría del mundial, en medio de un mar de penurias, incluyendo el anuncio de Cristina que no sería candidata a nada, cuando se confirmó su condena en la causa Vialidad. Antes de eso, su candidatura parecía ir viento en popa, y hasta habían acuñado un eslogan de campaña muy preciso: "La fuerza de la esperanza". Porque eso es precisamente lo que ella encarna: la esperanza de millones de argentinos.
Su reaparición posterior, algunas declaraciones de dirigentes de su cercanía, el tuit "enigmático" del "Cuervo" Larroque que vemos en la apertura volvieron a alimentar el misterio y la esperanza de que reconsidere su decisión, y finalmente sea candidata. Ella, no ningún candidato ungido por ella, por más bueno que nos parezca: ahí está la experiencia aun en curso de Alberto Fernández para demostrar que los vicariatos no funcionan, y si miramos a la región, el domingo volvió al gobierno Lula, tras una derrota del PT con el mismo método, claro que forzado por la persecución política al líder popular.
De cualquier modo, la apelación de Cristina a calzarse el bastón de mariscal sigue vigente: aun siendo Cristina candidata con ella sola no alcanza, no en términos de volumen electoral (tal la vulgata dominante del posibilismo derrotista), sino de organización política: cualquiera sea su decisión, nosotros también tenemos que hacer nuestra parte; militando para crear las condiciones para que ella sea candidata, y para que esa candidatura se visibilice como una esperanza para millones de argentinos, tal como la vemos nosotros.
El entorno y el contexto serán los mismos de siempre, pero empeorados: la oposición está hundida en una interna feroz a carpetazos que seguramente deparará nuevos episodios a medida que se acerque el momento de las definiciones de las candidaturas, y el poder real sigue en lo suyo, operando de un modo cada vez más desembozado desde los "sótanos de la democracia": a las intrigas florentinas de Lorenzetti le siguieron los modos mafiosos del "prolijo" Rosatti que no encarna una aspiración electoral personal, sino algo peor: el deseo de manejar el tablero desde las sombras, más allá de los vaivenes de las urnas.
La anunciada intención de Alberto de promoverle el juicio político (¿terminará en otro amague y recule?) ha desnudado que la oposición, al abroquelarse en su defensa, acepta que los conduce: no defienden las instituciones, sino el liderazgo real al que responden, que por supuesto no es el de Rosatti; éste solo opera para el poder real.
Pero sería un error, en éste año electoral, engancharnos en la agenda judicial y en las trapisondas de la mafia que arma causas y pelea por esqueletos insepultos como el Consejo de la Magistratura. En tanto la víscera más sensible del hombre siga siendo el bolsillo, es en la economía donde hay que poner el foco, si queremos tener alguna chance de ganar las elecciones.
Y para es necesario hacer algo más que tratar de instalar una candidatura desde el kirchnerismo, si es la de Cristina mejor: hay que forzar las definiciones en el gobierno para un cambio de rumbo, y de lo contrario tomar distancia de un programa diseñado en conjunto con el FMI. Porque las consecuencias de hacer lo contrario ya las padecimos en las elecciones legislativas del 2021, cuando se hicieron advertencias, pero fueron desoídas.
Si hubiera que fijar prioridades, se trata de empezar a prestar menos atención a la interna de ellas -al fin y al cabo el que salga triunfante querrá exterminarnos, sea quien sea-, y poner el foco en la nuestra, porque lo que nos conduce a la derrota es nuestro propio gobierno, no las agresiones que recibimos desde afuera. Es allí donde hay que forzar cambios.
Cristina 2023.
ResponderEliminarToda la agenda tiene que tener ese objetivo.
El Colo.