viernes, 5 de abril de 2024

¿Y AHORA, QUIÉN PODRÁ DEFENDERNOS?

 

El ajuste impiadoso del plan motosierra de Milei se desparrama sobre la sociedad argentina como una mancha de aceite, provocando distintas reacciones, todas negativas: hay vastos sectores de esa sociedad que contemplan el espectáculo con la indiferencia del que lo siente ajeno, o algo que les sucede a los otros pero no les va a pasar ellos: "el ajustado es el otro".

Hay un núcleo -no menor- que disfruta del dolor ajeno, y celebra que el desquiciado esté cumpliendo sus promesas de campaña, acaso suponiendo también que a ellos no les va a tocar, o que si les pasa, están dispuesto a soportar las consecuencias. O al menos eso creen. En esa mayoría silenciosa reposa la seguridad de la derecha gobernante en que su plan draconiano aún goza del suficiente consenso social como para profundizarlo. 

Y por último estamos los que no lo votamos, los que advertimos que esto iba a pasar y no podemos hoy -a la vista de las predicciones cumplidas- conformarnos con decir que teníamos razón, o desearles que se jodan por votar como votaron. Porque nos estamos jodiendo casi todos: hay una minoría -la de siempre- que no solo la está pasando muy bien, sino que nos alecciona sobre la inevitabilidad del dolor ajeno (nunca el de ellos) para llegar a un inasible futuro venturoso.

A esos, a nosotros, nos invade desde e1 10 de diciembre del año pasado una tremenda sensación de desamparo y orfandad política: no sentimos que nadie nos defienda, ni nos represente, ni nos exprese. O casi nadie: hay por allí ejemplos individuales de dignidad en medio de la tragedia (gobernadores como Kicillof, Insfrán o Quintela, algunos dirigentes sindicales), que no hacen más que reforzar por contraste la sensación de desamparo absoluto.

El paro general de la CGT del 24 de enero, el freno a la ley ómnibus en su primer intento, el rechazo al DNU en el Senado o los actos del Día de la Memoria en todo el país fueron -en el contexto- islas en un océano de mansedumbre y quietud de una oposición adormilada, que le facilita al régimen avanzar en su guerra relámpago contra los empleos, los salarios, los derechos y la dignidad de la mayoría de los argentinos. Y si no veamos los guiños que le están haciendo desde el Senado a la postulación de Lijo para la Corte, mientras no hay ningún movimiento en Diputados para completar el rechazo al DNU: 

Una oposición corrida con el espantajo del golpe de Estado, que le tema a ser apostrofada como "el club del helicóptero", o que espera pasivamente suponiendo que nada le toca hacer, porque el plan del gobierno lleva en sí mismo los genes de su propia destrucción: el régimen -en esa lectura- terminaría implosionando por sus propias e insalvables contradicciones, antes que por la resistencia que se le oponga. El problema de trosquearla pensando "cuanto peor, mejor", son las vidas -en todo sentido- que van quedando en el medio.

Otra interpretación posible -y ciertamente más inquietante- es que en el fondo, buena parte de esa oposición comparte con Milei la necesidad inevitable del ajuste, y prefiere que él haga el trabajo sucio y pague los costos consecuentes, para dejar en un futuro -que hoy parece muy lejano- el camino allanado para arrancar de cero con ciertas "asimetrías" corregidas. Y desde un piso (de salarios, de consumo, de derechos) mucho más bajo, que haga que cualquier avance mínimo desde ese subsuelo pueda parecer satisfactorio.

Esta última idea, que solo puede ser disuadida con acciones concretas, categóricas y contundentes de enfrentamiento y resistencia a las medidas regresivas del gobierno, no es muy ajena a las premisas que presidieron el programa económico del último gobierno del "Frente de Todos" en las gestiones de Guzmán y Kulfas. Algo así como hacer de Milei el Remes Lenicov de un futuro gobierno del "peronismo postkirchnerista".

Lo triste sería que el propio kirchnerismo termine comprando ese libreto, porque sería otro giro tacticista y conciliador como los de 2015, 2019 y 2023, que nos trajeron hasta acá. Tan triste como la pasividad de buena parte de la sociedad argentina frente al toque a degüello que implica el plan del gobierno, que incluso está amenazando su propio cuello.

Porque como dijo Cristina aquel 9 de diciembre de 2015, "va a pasar lo que ustedes quieran que pase". Y se puede querer sin querer, con solo no actuar cuando es necesario. 

3 comentarios:

  1. De nuevo: como lo de ayer, gran nivel de análisis, compañeros. Y así como la 125, caceroleos, cortes de ruta y el Iscariote del senado, no olvidemos los 5 paros de la CGT por ganancias (!!!). Ay Cristina !!! que por la paz nacional, que perdiste a Néstor, te enfermaron a Florencia, te persiguen a Máximo, que casi te asesinan, de todo corazón, que Dios te proteja 🙏

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  2. Primero definamos quienes son opositores.
    Todo JxC, el Peronismo Federal, los gobernadores, las fuerzas de seguridad, el Poder Judicial, los grandes empresarios y gran parte de la CGT son oficialistas aunque digan lo contrario.
    Sumemos los descerebrados que votaron a este tipo.
    No descubro nada diciendo q vivimos una pesadilla pero despiertos.
    Soy pesimista, la solucion esta en la implosion del coso este por errores propios como paso con la dictadura despues de Malvinas...pero esa leccion ya la aprendieron..

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  3. Porque como dijo Cristina aquel 9 de diciembre de 2015, "va a pasar lo que ustedes quieran que pase". Y se puede querer sin querer, con solo no actuar cuando es necesario.
    Como dijo Carlitos Heller "los ajustadores, ajustan, hasta donde los ajustados los dejan ajustar"

    Y tb hay un dicho que reza "...el diablo toma hasta donde le dan..."

    No es bueno generalizar, en el país hay mas o menos entre 2200 y 2500 dirigentes sindicales, y como en botica, hay de todo. Lo que si está clarito que la CGT cogobernó con el macriato y fue condescendiente con Alberto.

    Algunos de los "gordos" son acaudalados empresarios.

    Se acuerdan de "poné la fecha la puta que te parió", se cagaron en las patas, tiraron la llave y salieron disparando como rata por tirante.

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