miércoles, 28 de agosto de 2024

MODELOS

 

La semana pasada anduvo Milei por Rosario en el acto por el aniversario de la Bolsa de Comercioa y al parecer, defraudó a los anfitriones porque no habló de nada de lo que ellos -y sus financistas- esperaban: rebaja o eliminación de retenciones, obras en los puertos, reprivatización de la hidrovía, devaluación, esas cositas. Lo cual dio lugar para que aparecieran disparates como los de ésta nota de Hernán Lascano en La Política Online, en los que se contrapone a su figura y peor aun, su modelo- con el que representaría Pullaro; que habló en la ocasión.

Diciendo cosas que ya venía esbozando uno de los lenguareces del gobierno provincial (el diputado Cuvertino), y que antes se han oído en distintos lugares: la idea de que existiría un modelo ejemplar a seguir (el de la Región Centro que integran Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba), contrapuesto al "Amba-céntrico" que hoy encarna Milei: mientras el primero representa los valores del trabajo, el esfuerzo, la producción, las exportaciones,el valor agregado y hasta el conocimiento científico y la investigación, el otro es una mera aspiradora de recursos del interior, que se pierden por la canaleta de los subsidios, los planes sociales, los punteros políticos y los "barones del conurbano". Aclaración: esta última retahíla de lugares comunes berretas es casi textual del discurso del gobernador en la velada.

No hace falta mucho esfuerzo intelectual para detectar la similitud con los disparates del ingeniero Huergo en Clarín en pleno conflicto con las patronales del campo por las retenciones móviles de la resolución 125: la idea de un eje representado por el núcleo sojero de la pampa húmeda opuesto al conurbano bonaerense, que sería un reservorio parasitario de electorado clientelar deliberadamente mantenido en la pobreza al servicio del populismo, y no mucho más. Por entonces -y antes, y aun hoy- se hablaba de "la mitad del país que trabaja para mantener a la otra mitad".

Frente a Milei y en su provincia, Pullaro evitó reclamarle al presidente por los aportes para paliar el déficit de la Caja de Jubilaciones, la poda en los subsidios al transporte, la eliminación del incentivo docente o el corte de las transferencias nacionales para ejecutar obras públicas. Prefirió en cambio pedir que le transfieran las rutas nacionales que atraviesan el territorio provincial en la zona de los puertos por donde sale del país la producción agrícola, para tomar a su cargo -y de los santafesinos- su mantenimiento y reparación. Tampoco reclamó por la disolución del ente de control estatal de la hidrovía, y con ella la pérdida del lugar que la provincia tenía en su directorio.

Es decir, convalidó con su silencio en un caso y con su pedido explícito en el otro, los reclamos de CIARA y los grandes grupos exportadores, así como antes pidió una y otra vez -junto con sus pares de la Región Centro- por la eliminación de las retenciones, con la enjundia con que no pidió que no se repusiera Ganancias sobre los salarios más altos, o no se eliminaran los subsidios nacionales a las tarifas de los servicios públicos.

Tanta coincidencia no debería llamar la atención: la propia existencia misma de la denominada "Región Centro" no tiene tanto que ver con la geografía, la historia y hasta la misma conformación económica tradicional de las provincias que la conforman, como con la absoluta coincidencia entre la reforma constitucional del 94' que introdujo la regionalización de las provincias argentinas, con la explosión del boom sojero basado en el paquete tecnológico y la siembra directa aplicadas a la producción agropecuaria exportable.

Yendo más allá en el tiempo, ésta idea de que la Argentina se agota en "el país de los ganados y las mieses" que ensalzaba Lugones ha perdurado como una de las constantes más inalterables de nuestra matriz cultural, junto con la idea de que el peronismo vino a irrumpir para arruinar las cosas, en lugar de -como sucedió- surgir para expresar lo que ya no era contenido ni social, ni política ni económicamente dentro de los estrechos marcos del modelo de la economía pastoril. 

Y hoy tampoco alcanza para contener a los 47 millones argentinos, con el boom sojero y sus derivados industriales: de lo contrario no se entiende como Santa Fe -por decir algo- tiene indicadores de pobreza por encima de la media nacional, o no hay migraciones internas masivas como las de la década del 40', pero en sentido inverso: desde el conurbano bonaerense, hacia las provincias "modelo" de la Región Centro. A menos -claro está- que se crea, como lo hacen los que han leído mal a Germani, que Perón trasladó artificialmente industrias a la vera del Riachuelo para contar con una masa de maniobra humana disponible para intentar un 17 de octubre, cada vez que necesitara revalidar su poder. 

Lo curioso es que Milei (que es más porteño que el subte, y no ha pisado el conurbano bonaerense desde que es presidente, salvo para dormir en Olivos cada noche) no solo añora esa Argentina presuntamente dorada y exitosa, sino que coincide absolutamente con la idea de los que están detrás de los planteos de Pullaro y sus colegas gobernadores de la Región Centro -que reclaman un protagonismo político perdido desde que la misma reforma del 94' reforzó la centralidad del conurbano al establecer la elección directa para presidente- en hacer del país poco más que una economía de enclave, sustentada en el extractivismo de los recursos naturales, sin planificación estatal del desarrollo ni control estratégico sobre ellos: otra vez -aunque en éste caso lo disfracen- la contrafigura del país que imaginó y ejecutó Perón en sus gobiernos. 

La similitud no es mera ocurrencia nuestra: está plasmada en las coincidencias habidas hasta acá entre Milei por un lado, y Pullaro y varios más como él por el otro, en sostener a rajatabla el mega DNU 70 y apoyar la ley bases incluyendo el RIGI, esa versión moderna -si de Santa Fe hablamos- de "La Forestal". Otra vez: coincidiendo no solo entre sí sino como anillo al dedo, con los intereses económicos más concentrados del país y -sobre todo- del exterior.

De allí que si de lo que se trata es de discutir o contraponer modelos de país (algo que sin dudas es necesario en estos tiempos aciagos) empecemos por no falsear el debate y no solo llamar a las cosas por su nombre hablando cada uno por sí y no para traficar la hoja de ruta de otros. Con la centralidad de la política -que en democracia debe expresar los intereses de la sociedad, sintetizándolos cuanto sea posible- definiendo el diseño de ese modelo, y sus implicancias: hacia donde, para quienes y para qué.

Con todos adentro -sin tirar gente por la ventana- con todas las provincias y regiones, sus recursos, potenciales y posibilidades, apostando a la construcción de un país en serio. No un simple conjunto de "economías regionales", enclaves extractivistas o un rosario de terminales portuarias para la exportación. Tuits relacionados:

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