jueves, 26 de mayo de 2011

EL CONSEJO DE LA MAGISTRATURA Y EL PERIODISMO FANTASMA


Leemos en La Nación de hoy un artículo sobre el funcionamiento (o no) del Consejo de la Magistratura, otro de los "chiches" creados por Alfonsín en el Pacto de Olivos y la reforma constitucional de 1994. 

Como el diario de Mitre inaugura con la nota una nueva modalidad (el "editorialista fantasma", porque cualquiera se da cuenta que eso no salió de los redactores de la "tribuna de doctrina", sino de alguien que no se anima a firmar para no delatar su rol), nosotros hacemos lo mismo, e inauguramos lo que puede convertirse en una nueva sección de este blog: las notas o reportajes comentados.

Acá va transcripta el editorial, las negritas son nuestras:


Inacción en el Consejo de la Magistratura

Perdida su mayoría en el organismo que elige y destituye jueces, el oficialismo paraliza su funcionamiento

Han transcurrido ya más de cuatro meses desde la renovación de los integrantes del Consejo de la Magistratura , con una mayor presencia de consejeros opositores .

Sin embargo, todo indica que la nueva conformación del cuerpo encargado de seleccionar los candidatos a jueces y enjuiciar y sancionar a los magistrados acusados de mal desempeño no sólo no produjo el esperado cambio en el organismo, sino que parece haberlo paralizado .

Dos factores determinan esta situación. El primero responde a una clara estrategia del oficialismo, que, al haber salido perdidoso en las elecciones del año pasado para renovar los consejeros que provienen de la magistratura y de la matrícula profesional, intenta obstaculizar el normal desenvolvimiento del Consejo puesto que ya no puede imponer las mayorías. (Ajá, ¿y cómo se hace para “obstaculizar el normal desenvolvimiento” de algo cuando uno “no puede imponer las mayorías”?)

Anteriormente, esas mayorías le permitían perseguir o presionar sutilmente a los magistrados que demostraban independencia y proteger a los muy cuestionados pero genuflexos ante los deseos del gobierno. (¡uuuyyy, que miedo!, ¿y un nombrecito, algo así que concrete un poco tan tremenda afirmación?, digo, o sea que se yo “Fulano es independiente y le hicieron tal cosa”, “Mengano es un genuflexo y lo premiaron con...”; total como le dijo Mariottto a Majul con los pobres de Formosa: si hay tantos, no deben tener trabajo en encontrar uno)

El segundo factor es estructural y tiene que ver con la conformación actual del Consejo, impuesta a partir de la reforma impulsada por la Presidenta, que dio lugar a la ley 26.080 , norma que modificó el número de consejeros bajándolo de 19 a 13, (¡ah, mirá vos que curioso: es más difícil reunir a 13 personas que a 19, o sea que si elevan el número a 1000 se reúnen de una...en un cine) pero alteró el equilibrio entre los estamentos que lo integran a contrapelo de lo proclamado por la Constitución Nacional. Así, sobre los actuales 13 miembros hay 6 políticos (3 senadores y 3 diputados), de los cuales 4 corresponden al oficialismo y 2 a la oposición, 4 jueces, 2 abogados y un representante del Poder Ejecutivo. (o sea que antes con 19 -número impar igual que 13- tampoco había “equilibrio”, pero era para mejor, porque eran los representantes de jueces y abogados, y no los elegidos por el pueblo, ¿y qué “proclama” la Constitución al respecto?, porque nosotros la leemos acá y no dice un catzo de números ni de cómo se distribuyen los cargos)

Debido a esa conformación, difícilmente se puede llevar a cabo más de una reunión del Consejo por semana.(obvio, cuando eran 19 se reunían dos o tres veces por día de lo fácil que era) Los consejeros jueces, por su parte, continúan con sus respectivos cargos, mientras que el representante del Poder Ejecutivo, a la sazón un académico, prioriza sus actividades docentes. De tal forma, los únicos integrantes que le pueden dedicar tiempo completo al Consejo son los dos abogados, por tener incompatibilidad para ejercer la profesión durante su gestión.

De todos modos, la renovación del Consejo del año pasado ha logrado un efecto positivo. Es que si bien el cuerpo no puede impulsar las denuncias existentes contra jueces inmerecedores del cargo pero funcionales al Gobierno, porque el oficialismo tiene el número para bloquear los procedimientos, también la actual oposición tiene la fuerza para hacer lo propio para defender a aquellos magistrados probos e independientes. (acá siguen faltando un par de datitos, digamos uno -unito- “inmerecedor del cargo pero funcional al gobierno”, y medio -aunque sea- “probo e independiente”)

En reiteradas oportunidades hemos alertado en estas columnas acerca de la degradación constante de la Justicia, colonizada por el oficialismo mediante la presión o el temor. (¡uuuy sí!, Carbone y la Cámara que le dieron a Clarín hasta diciembre del 2013 para pensar si alguna vez se le aplicará la ley de medios, la Cámara de Casación, Romero Victorica, los de la causa Papel Prensa y todos los que intervinieron en el caso de los hijos de Ernestina se hacen encima del miedo al gobierno, vieran)

Fue debido a este estado de cosas que el año pasado expresamos la necesidad de que la nueva conformación del Consejo, con menor presencia de representantes del oficialismo, se tradujera en lo que podría haber sido el comienzo del saneamiento de la Justicia. (¡ah!, ¿no había empezado entonces con la renovación de la Corte?) La experiencia de estos primeros meses del año nos demuestra que resulta imprescindible reformar la ley que regula la integración y funcionamiento del Consejo. (¿y no será tal vez -quizás, decimos a título de simple conjetura o especulación nuestra- que los representantes de la oposición son unos nabos inútiles?)

Como ya lo hemos dicho también, es evidente que el eje alrededor del cual gira todo el debate se asienta en la independencia del Poder Judicial, que la Constitución de 1853 configuró como un verdadero poder, supremo en su esfera, en cabeza de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Este diseño constitucional, mantenido en la reforma de 1994, es el que debe preservarse en una futura composición del Consejo de la Magistratura. (¿ y qué tiene que ver el amor con el ojo del hacha, o sea: el Poder Judicial es o no independiente según cuántos y cuáles miembros tenga el Consejo de la Magistratura?)

En cuanto a la composición del Consejo, la fórmula de la Constitución contempla una idea no del todo precisa acerca del equilibrio (pero cómo, ¿no era que la CN “proclamaba” claramente como se conformaba el Consejo?) entre los tres estamentos representativos: los órganos políticos resultantes de elección popular, los jueces, los abogados y los representantes del ámbito académico. (nosotros ahí contamos cuatro, no tres; debe ser por eso que no se reúnen: están mandando una invitación menos)

Sin embargo, lo que es indudable es que más allá de que se deban precisar los contornos de esta noción de equilibrio, su definición no podría nunca instrumentarse al margen de la Constitución. (que ya dijimos que “proclama” una “idea no del todo precisa”, o sea que saber cuando estamos o no al margen es todo un lío) Así, si entre las funciones del Consejo se encuentra la de "formular la acusación" de un magistrado, el Poder Ejecutivo no debería tener representación en el Consejo, pues dicha facultad implica el ejercicio de funciones jurisdiccionales o judiciales, las cuales le están prohibidas a dicho órgano por la Constitución. (¡ahí está el huevo y no lo pise, como dijo Inodoro Pereyra: sacamos al representantes del oficialismo y listo!, aunque con ese argumento también volemos a los legisladores que tampoco pueden juzgar así quedan...los abogados (que litigan en los juzgados) y los jueces (que se juzgan a sí mismo), y tendremos una “justicia independiente”)

El riesgo de que el equilibrio sea establecido discrecionalmente por la ley, resulta de la posibilidad de aumentar la representación parlamentaria en detrimento de los otros estamentos, como actualmente acontece. (cuando conviene, el oficialismo “presionador y atemorizante” de jueces probos, es lo mismo que la oposición que los defendería a capa y espada: mierda política) En estas condiciones, la consecuencia es que la separación de poderes queda convertida en una ficción, pasando el Congreso a gravitar sobre el Poder Judicial. (ah pero queridos: eso es precisamente lo que “proclama la Constitución Nacional”, ¿quién separaría a los jueces por mal desempeño entonces, Mariano Grondona?)

Es cierto que el equilibrio de la ecuación tampoco puede alterarse en favor de los jueces o de los abogados, pero siempre será mejor que estos dos sectores, en conjunto dispongan, por asignación de la ley, de los votos necesarios para prevalecer en las decisiones a fin de no paralizar la marcha del Consejo con el juego de la política partidista. (nada más que para no paralizar la marcha, eh, no vayan a creer que es para que la justicia sea manejada por la rosca judicial, no señor) De lo contrario, podría reproducirse la situación actual en la que el oficialismo posee, en la práctica, un poder de veto sobre las decisiones más trascendentes que adopta el Consejo. (¿con 5 miembros sobre 13?, que falta les hace a estos tipos mirar el programa de Paenza)

Respecto de los jueces, sería aconsejable que durante el ejercicio de sus cargos de consejeros tuviesen licencia en el ejercicio de sus funciones judiciales. (sí, esa es una buena idea: ya se le ocurrió a Cristina -cuando era senadora, no presidenta- en la reforma del artículo 28 de la ley, que se critica en la columna, como pueden ver acá, o sea que ya está gente, ustedes tranqui con eso) Se impone entonces la necesidad de reorganizar el Consejo mediante el consenso de los diferentes sectores sobre la base del respeto de la separación de poderes y demás principios constitucionales.(y sobre la base de echar al representante del oficialismo, y de última a todos los políticos y legisladores, no nos olvidemos) La República así lo exige. (y el tipo de la Federación de Colegios de Abogados y el de la Asociación de Magistrados, que son los que en realidad escribieron este artículo, también)

1 comentario:

  1. Los editorialistas fantasmas para su brillante editorial, analizaron el Consejo a la luz de la Constitución de Ucrania.
    Son grandes especialistas en Derecho comparado.
    Aprendan en vez de criticar, no sean brutos.

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