lunes, 30 de mayo de 2011

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL SER PROGRESISTA


Como todos sabemos, "el" tema político del momento -al menos por ahora- es saber que rumbo tomarán Hermes Binner y el Partido Socialista a la hora de definir alianzas para las elecciones de octubre; si rán o no con los radicales, si formarán parte o no de una coalición de "centroizquierda" junto a Proyecto Sur, el GEN y Luis Juez.

Todas las discusiones parecen -sólo parecen- versar sobre quienes cumplen o no el requisito básico para agradar al paladar socialista, y por ende para ser benedecidos con una alianza con el partido de la rosa: ser "progresista".

Claro que una cosa es decirlo para los títulos de los diarios, y los zócales de la tele, y otra es precisar que cornos significa justamente eso: ser "progresista", porque todos los que discuten si se juntan o no para las elecciones de octubre (desde Ricardo Alfonsín a Pino Solanas, pasando por Margarita Stolbizer, Luis Juez y el propio Binner) dicen que cumplen con el requisito; se consideran "progresistas".

Este fin de semana se reunión la comisión de acción política del socialismo, y produjo un muy institucional y republicano voleo en el orto al presidente del Partido, Rubén Giustiniani, marginándolo de las discusiones con un argumento muy progresista: perdió las elecciones internas en Santa Fe, quedando detrás de Bonfatti y Barletta, y desafió el liderazgo de Binner. Eso sí: el patadón se lo dieron con diálogo y consenso, como manda el cánon progresista.

Y el cónclave socialista produjo este documento, en el que tratan de explicar que es "ser progresista", y por que razón no aceptan el acuerdo de la UCR con De Narváez en la provincia de Buenos Aires. Ojo: esto último es una inferencia nuestra, porque al radicalismo se lo menciona pero al narcolombiano no, no sea cosa que a último momento cambie la bocha y sea bienvenido al progresismo.

Y la verdad es que, si uno lee el documento, no termina de entender el por qué del veto a De Narváez: los enunciados son tan generales, las metas son tan etéreas y voluntaristas; que pocos (o casi nadie) podría dejar de coincidir con lo que allí se plantea.

Refiriéndose a la alianza electoral en discusión, dice el documento en una parte: "Esa construcción debe basarse en un Programa, que permita sostener diálogos y conseguir consensos, que apunte a la transformación del Estado, a fortalecer las relaciones entre el Estado y la sociedad, sin olvidar que nuestro principal objetivo es contribuir a mejorar la vida de las personas."

Podría perfectamente aplicarse a la propaganda de algún culto evangelista de las que se ven a la noche por televisión, o en todo caso recuerda al socialismo de Juan B. Justo, Alicia Moreau y Alfredo Palacios, con sus cursos para dejar de fumar y abandonar el alcoholismo.

Si bien nadie pretende que en dos carillas se defina un programa de gobierno, si se puede exigir al menos un esbozo de cuadro de situación, desde el que una fuerza política (en este caso el socialismo) se planta ante la realidad.

Tras ocho años de kirchnerismo, el documento habla de "oposición al liberalismo conservador", horas después de que el propio Binner participara activamente del congreso de CRA en Rosario; y el demonio liberal no se corporiza: no existe la más minima mención a los dueños del poder real en la Argentina, ni a ninguno de los temas que se vienen discutiendo todos estos años, y por estos días.

La tónica del documento -que pretende dar un tinte épico a la gris gestión provincial del socialismo en Santa Fe- no da cuenta de la puja por la redistribución del ingreso, ni de la discusión por el modelo de desarrollo nacional, y cuando enfoca la cuestión del Estado lo hace desde el ángulo con que lo verían ong's como el CIPPEC o Poder Ciudadano, y no una organización política que aspira a conducirlo por decisión del voto popular.

Obviando además que a ese mismo Estado hoy se lo resiste y se lo combate no por sus opacidades, sino por su pretensión de arbitrar en el conflicto social, o ingerir en el proceso económico, o discutir el poder real y develar sus entretelones.

Conflicto: he allí la gran palabra ausente en el documento, en el que pareciera que los bellos propósitos que se plantean son asequibles sólo con eso: con proponérselo. No habrá resistencias, ni enfrentamientos, ni voluntades que doblegar.

El conflicto por la resolución 125, la puja por aplicar la ley de medios o la pelea por colocar directores estatales en las empresas de grupo Techint parecen suceder en una realidad paralela a la que describe el socialismo.

Curiosa manera de plantear la construcción de una alternativa política, donde no hay adversarios, ni hablar de enemigos: el progresista es un alma bella que logrará todo lo que se proponga con diálogo, consenso y sentado a una mesa, aunque se discuta por ejemplo la participación de los tabajadores en las ganancias de las empresas, y del otro lado estén los popes de la AEA.

Parece entonces que ser progresista consiste justamente en eso: pasar por la politica con la insoportable levedad de un ser que se desliza en el plano de la perfecta construcción teórica, de la perpetua corrección política, sin aventurarse nunca por los ripios de la política real, con el deliberado propósito de -finalmente- no transformar nunca nada, ni sumarse a la lucha de los que sí quieren hacerlo.

En todo caso, una forma sutil y elegante de marginarse del conflicto político: el contenido general del documento es coherente con el estruendoso silencio del socialismo en los pleitos en danza que enfrentan al kirchnerismo con el poder real, aun por iniciativas políticas que sus legisladores apoyaron en el Congreso; como la ley de medios o la estatización de las AFJP.

Lo que no se entiende es -con esos términos- porque se fijan límites para excluir a algunos de la alianza en ciernes, a menos que las razones sean mucho más prosaicas, y por ende, menos fáciles de explicar en público.

4 comentarios:

  1. No se extrañe que, de última, De Narváez sea considerado progresista, si en la Provincia ya le es Martínez Raymonda. Para mí la cuestión es el reparto (Elabas)

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  2. progresistas por aca ,progresistas por alla, menos mal que soy peronista.

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  3. Faltaría concretizar un poco las definiciones en el Documento del Frente Progresista.
    Hago una contribución conceptual para la próxima campaña electoral de Bonfatti:

    " Mejorar la vida de las personas a través del bien común desplegado en cada conformación nodal, pero sin fronteras ni limitaciones físicas que imposibiliten su irradiación al conjunto, favoreciendo su absorción en el universo de los seres vivos, en permanente sinergia con la biósfera y con los diversos componentes ontológicos del ser."

    El Colo copyright

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