domingo, 8 de mayo de 2011

LOS PROGRESISTAS Y LA IMPOSTURA


Por Raúl Degrossi

Este post de Gerardo Fernández a propósito de la actitud asumida por el denominado "arco progresista" no kirchnerista con motivo de la visita de la SIP nos mueve algunas reflexiones.

Señala con precisión Gerardo las defecciones del difuso arco del progresismo de centroizquierda argentino ante cada uno de los conflictos que el kirchnerismo ha emprendido desde la resolución 125 para acá, con silencios ominosos aun cuando esos conflictos estallen por defender decisiones y políticas con las que ellos acuerdan (o impulsaron), como la estatización de las AFJP o la ley de medios.

Siempre es complejo definir de que hablamos cuando hablamos de "progresismo", algo que parece más un estado de ánimo que una identidad política. ¿Cuáles han sido por ejemplo las definiciones y posturas concretas de Margarita Stolbizer -desde el conflicto agropecuario a la discusión por los directores estatales en empresas privadas, pasando por el caso Papel Prensa- para que la podamos considerar "progresista"?

Pero centrémonos en el progresismo no kirchnerista representado por Pino Solanas y todos los microemprendimientos políticos que convergen en Proyecto Sur u orbitan como satélites a su alrededor (dentro de los que hay que incluir a Luis Juez y Víctor De Genaro y su eterna "creación de lo nuevo"), y el socialismo cuya figura más visible es Hermes Binner.  

En ese cuadrante del mapa político, son frecuentes las críticas al gobierno por lo metodológico ("nosotros lo hubiéramos hecho de otro modo"), o por lo que consideran la insuficiencia de los avances que plantea -y logra- el kichnerismo ("si, pero, falta..."), así como las quejas por la "apropiación" de sus banderas por el gobierno nacional, en un constante reclamo de propiedad intelectual de las reformas (como la AUH, o la eliminación de las AFJP) que remeda la actitud del socialismo de Alfredo Palacios con las conquistas sociales consagradas por el gobierno de Perón.

Pero hay un aspecto de su discurso en el que quiero detenerme: es esta gente la que esgrime con mayor frecuencia el argumento de que el kirchnerismo es sólo una gigantesca impostura, una puesta en escena de un discurso y banderas en las que en realidad no cree, y que usufructúa exclusivamente para acumular poder y orientar las políticas en una dirección bien distinta. Y lo esgrimen con un inocultable aire de superioridad moral, propio del que cree tener en su historia una trayectoria abonada por épicas luchas emprendidas, que hoy se verían malversadas y prostituídas por el gobierno nacional.

¿Pero verdaderamente son así las cosas?, porque uno puede observar perplejo que, cuando esas luchas se plantearon desde el 2003 para acá en condiciones más favorables -con un Estado que se pone al frente de los reclamos, con una fracción del peronismo que conduce su enorme peso político, territorial y simbólico en esa dirección, luego del travestimo menemista-, no los encuentra en la primera fila, codo a codo con el oficialismo, deponiendo las diferencias adjetivas para sumarse a las coincidencias sustanciales.

No, siempre están de costado, de reojo, casi con postura de documentalista de los sucesos. Cuando no los encuentra del lado equivocado, como sucedió en la asonada agrogarca del 2008. Y como señala también Gerardo, con no pocas agachadas.  

El socialismo votó a favor la ley de medios, y Binner ha gestionado en la Legislatura provincial la creación de un sistema de medios públicos (posibilidad que la ley les otorga); pero asiste en silencio al despliegue de la estrategia judicial del Grupo Clarín para trabar su aplicación y desmantelar el monopolio creado por la ley de la dictadura y las reformas del menemismo.

A Pino Solanas seguramente le debe gustar que pasen sus documentales por Encuentro, pero no se sabe que haya salido a la palestra para pedir que las señales del Grupo incluyan a Paka Paka, y su reculada en el Congreso con el tema Papel Prensa fue un verdadero bochorno.

Todos ellos votaron a favor de la eliminación de las AFJP; pero ninguno enfrenta a Techint en su decisión de resistir el DNU de Cristina, que no es más que la consecuencia natural de aquélla medida.

Y no se contentan con el silencio, van más allá: se ocupan de no dejar de visitar Expoagro (donde Binner ha montado stands provinciales con gastos millonarios, y Solanas ha saludado con afecto a Duhalde, con el que coincidieron en la visita), y en el caso del socialismo santafesino, Binner y Giustiniani -duramente enfrentados en la interna provincial- coincidieron en aceptar la invitación de Magnetto y Víttori para inaugurar Artes Gráficas del Litoral, el emprendimiento que complementa a Papel Prensa, el regalo de la dictadura.


Si hemos de juzgarlos por sus actos, ¿no tenemos derecho a pensar cuanto hay -en su acompañamiento a algunas iniciativas del gobierno como la ley de medios o el fin de las AFJP- de un voto culposo por el triste papel que jugaron en la discusión por la Resolución 125?. Sin dejar de advertir que tienen una enorme molestia con la irrupción del kirchnerismo en la vida política, porque sintieron desde el 2003 que les disputaba una clientela que creían cautiva, como bien señala Bruchstein acá.

¿Por qué hay que creerles cuando proponen metas más ambiciosas para correr al gobierno por izquierda, como gravar la renta financiera o recuperar el manejo de los recursos naturales estratégicos, si se borran y cierran la boca cuando la SIP viene a jetonear sobre libertad de expresión, Techint se yergue abiertamente como un actor político enfrentado al gobierno, o Clarín resiste a las leyes y la justicia de la democracia?

Si reivindican la política del gobierno en materia de derechos humanos, ¿no es estruendoso su silencio en el caso de los hijos de Ernestina Herrera de Noble?

¿Hay que creerle a De Genaro cuando habla de democracia sindical luego del bochornoso fraude que su sector orquestó en las eleciones internas de la CTA?

¿Cuán sinceras pueden parecer las afirmaciones de este progresismo sobre "límites" para alianzas electorales, o sobre la necesidad de "acuerdos programáticos" cuando no tuvieron empacho en coincidir con el núcleo duro de la derecha del grupo A en el asalto de las comisiones en la Cámara de Diputados?

Déjenme pensar que más bien hay allí un frío cálculo electoral: con el mapa político actual, en la conformación de un polo de "centroizquierda progresista no K" pueden obtener el mismo rédito -para ellos, y en términos de quioscos legislativos- que en la reedición de una especie de Unión Democrática encabezada por el radicalismo con la candidatura de Ricardo Alfonsín.

Por eso si de progresismo e imposturas se trata la cosa, habría que preguntarse quienes son los verdaderos impostores. 

2 comentarios:

  1. JUNTO CON ALFONSIN POR LA UNIÓN DEMOCRÁTICA.

    Que buen eslogan para la campaña.
    Ganan seguro.

    El Colo

    ResponderEliminar
  2. Pretender a Binner contra Techint es imposible. De hecho les aporta por medio de la Fundación Observatorio Pyme.

    ResponderEliminar