sábado, 25 de junio de 2011

MALESTARES


No somos expertos en los vericuetos de la interna del peronismo bonaerense, pero con certeza sabemos algo: todo cierre de listas para una elección trae aparejadas quejas, resquemores e insatisfacciones.

No existe la rosca perfecta, la que conforma a todos, y siempre son más los aspirantes a ocupar cargos, que los lugares disponibles. En todos los partidos, aclaramos, porque por momentos pareciera que solo sucede en el peronismo.

"Malestar en el peronismo", titula Clarín comentando la decisión de Cristina de ungir a Gabriel Mariotto como compañero de fórmula de Scioli.

Lo que no sabíamos era que Lilita Carrió y Mario Llambías eran peronistas, porque acá en La Nación los dos se despachan a gusto contra la decisión; sin que nadie les pregunte: ¿y a ustedes que carajo les importa qué candidatos elige el peronismo y en qué contexto, o acaso alguien les cuestiona lo que hacen en su partido? 

A Llambías por ejemplo, lo eligió el dedo de Carrió, que allá lejos y hace tiempo era chaqueña, y ahora está exiliada en la Capital. No vemo como los bonaerenses han participado en la decisión.

Lo de Carrió demuestra que siempre puede correr los límites: a días de su pifia histórica (una más y van) por haber vaticinado que Cristina no iría a la reelección, con la misma soltura de siempre incursiona en el análisis de la situación del PJ bonaerense, para calificar de "autoritaria y perversa" a Cristina por haber metido mano en la fórmula. Sí, no se rían: Carrió tildó a alguien de "autoritaria" en el manejo de su fuerza política.

¿Y por casa como andamos Lilita?, ¿cuántos candidatos de la Coalición Cívica no fueron ungidos por tu dedo anaranjado, sí que indicador de podredumbres morales de los demás?

El propio caso de Llambías es un ejemplo, pero no el único; abundan en las listas de todo el país, incluso en desmedro de los (cada vez más escasos) militantes y dirigentes de la CC que sostienen a la fuerza, al borde la desaparición por los barquinazos mesiánicos de su jefa.

La tapa de Clarín es reveladora de todo un estado de emoción violenta del magnettismo: no acaban de hacerse a la idea de que se les está escapando el 2011, cuando deben asimilar que muy probablemente estén empezando a perder la posibilidad de influir en el 2015.

La designación de Mariotto los enfurece, no sólo por la obvia razón de que ha encarnado en su persona la lucha del gobierno por desmantelar el multimedios aplicando la ley de medios: también su furia expresa que jugaron durante mucho tiempo a la carta Scioli (más allá incluso de las reales intenciones del gobernador bonaerense) como cara amigable del kirchnerismo; y el gambito de Cristina los desconcierta; porque el motonauta tendrá que medir bien sus propios pasos de cara al próximo turno presidencial.

La Nación no se queda atrás: esta columna del inefable Pagni expone con toda su crudeza la furia que inunda la redacción de la tribuna de doctrina.

Malestares sí, seguramente los habrá en el peronismo. Tanto como en los demás partidos, y mayores tanto menores sean las chances electorales y las posibilidades de acceder a cargos.

¿O acaso el espectáculo que nos proporcionaron esto días Solanas, Binner, Libres del Sur y demases por su ruptura es una edificante competencia democrática por ver quien tiene las mejores ideas?

Aquí en Santa Fe los socialistas siguen destrozándose entre sí (confirmando Binner una vez más que mete dedo en las listas como el que más, y reparte como el que menos), y los radicales no les dan tregua: hasta les han impugnado el nombre Frente Progresista

Malestares hay muchos en estas horas de cierre de listas, seguramente.

Pero los peores están en Clarín y en La Nación.

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