Página 12 de hoy trae un relato bastante detallado de los avatares seguidos ayer en el BNDG cuando los hermanitos Nobel Herrera concurrieron a extraerse sangre y muestras de tejidos para luego hacerse los estudios de ADN.
Por lo que se ve, algo bastante sencillo como sacarse sangre, echarse un gallito en un hisopo o dejarse cortar una clinas, demoró casi todo el días.
Y por una razón muy sencilla: a cada paso, los hermanitos (comandados por Marcela, se ve que allí también hay matriarcado) cuestionaban el procedimiento, en especial cuando se enteraron de que las muestras debían quedar en el Banco en forma permanente, para ser cotejadas no solamente con las hoy existentes allí, sino con las que permanente se van incorporando, como la misma nota lo aclara.
Ni más ni menos que lo que establece la ley del Banco Nacional de Datos Genéticos.
Lo que queda claro con el relato es lo que habíamos dicho aquí hace unos días: el escrito presentado por los hermanos hace unos días ofreciéndose voluntariamente a la diligencia, tenía gato encerrado, como quedó demostrado cuando entraron al Hospital Durand y estaban lejos de las cámaras.
Probablemente algún estómago resfriado les transmitió tranquilidad por los resultados con la base de datos tal cual está, pero no hacia el futuro.
Por supuesto acá Clarin construye su propio relato, donde las demoras son culpa de otras de las partes de la causa, e insisten -ahora, después de diez años de dilaciones- con la premura en obtener los resultados. Por algo será.
Y al titular que "por cuarta vez dieron muestras de ADN..." omite que las veces anteriores lo hicieron siempre con el condicionamiento de que se cotejaran solamente con las de las familias querellantes, y los exámenes se hicieran en el cuerpo médico forense y no en el BNDG.
Y por sobre todas las cosas, se olvidaron que, en la anterior extracción ordenada por la jueza 8y no ofrecida voluntariamente por los hermanitos), la diligencia fracasó porque no se pudo establecer el perfil genético porque las muestras estaban contaminadas: correspondían a tres personas distintas en el caso de Marcela, y a dos en el caso de Felipe.
A menos que por "voluntariamente" en ese caso se refiera Clarín a que la saliva de Felipe era de Bonelli, o la bombacha de Marcela, la había usado María Laura Santillán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario