viernes, 1 de julio de 2011

COMANDO CIVIL SE OFRECE


Por Raúl Degrossi

Hace unos días leía este post de Gerardo Fernández sobre la columna de Mariano Grondona en La Nación del domingo 26, y pensaba que a muchos (no es mi caso) les podría parecer exagerada su tesis central: la derecha ensaya una interpretación deslegitimadora de un eventual triunfo electoral de Cristina -que ya intuyen inevitable-; que no sería más que la entronización del despotismo, la monarquía, la muerte de la Constitución y quien sabe cuantas pestes bíblicas más.

Y concluía con lógica Gerardo que la interpretación de la tribuna de doctrina conducía a una subrepticia (y no tanto) legitimación de un golpe de Estado; porque al igual que en Honduras, no sería un golpe de Estado porque se atentaría contra un gobierno que no es democrático, ni respeta la Constitución.

La teoría es vieja en nuestra historia,  basta con repasar todas y cada una de las proclamas inaugurales de las dictaduras que tuvimos desde 1930 en adelante: todas mencionan la necesidad de poner fin al autoritarismo, la demagogia y la corrupción; para sentar las bases de una democracia auténtica, con respeto pleno por las instituciones de la república. Algo así como violar a una mujer en defensa de la virginidad.

Decía yo que a algunos podía parecerle una exageración la conclusión de Gerardo, pero pareciera que no solo dió en la tecla, sino que se quedó corto, y si no, vean esta columna de Santiago Kovadloff en La Nación de ayer

Está crispado Kovadloff, y no quiere perder tiempo, va a los bifes: ha expulsado al kirchnerismo de la democracia, lo ha colocado en el lugar del delito y se niega siquiera a reconocerle entidad como fenómeno político; una especie de carriotismo desorbitado.

Y en el acceso de furia se lleva puestos hasta datos incontrastables de la realidad: decir que González representa algo o alguien en el peronismo, es confundir los propios deseos con lo que verdaderamente sucede.

Dice Kovadloff: "No es fácil en cambio advertir todavía si sus opositores están dispuestos a deponer las diferencias que los segmentan ante la necesidad de impedir que ese triunfo oficialista se produzca...Las circunstancias exigen de las dirigencias opositoras una lucidez perceptiva que no admite más dilaciones. Lo que primeramente hace falta es derrotar al kirchnerismo."

¿En qué instancia propone don Santiago derrotar al kirchnerismo con esa estrategia?


No ha de ser seguramente en las internas del 14 de agosto o las generales del 23 de octubre, porque ya se han vencido los plazos para oficializar las candidaturas, y la oposición presentó 9 distintas para las presidenciales.


Y sigue un reto a a las discusiones entre Alfonsín, Binner y Solanas: "No es pues el progresismo lo que debe discutirse hoy en la Argentina, si de veras se quiere ir al fondo de las cosas. Hay algo previo que cabe discutir y son las condiciones que hacen posible la gobernabilidad."

¿De qué gobernabilidad está hablando Kovadloff, de la que ejecuta el kirchnerismo -que él repudia por delictiva-, o la que habría de construir un eventual gobierno de un rejuntado opositor?

Para mí está claro: logrado el objetivo principal (cerrado el paso a un nuevo gobierno kirchnerista, a como dé lugar), podemos ponernos a pensar en esas cuestiones del progresismo y demases.


Y para que les quede más claro que ése es el sentido de sus palabras, vean este párrafo: "De modo que la cuestión primordial no es saber quién ganará y quién perderá. Lo que cabe saber es qué se ganará y qué se perderá con quien gane y con quien pierda."

¡Epa amigazo, tenga mano!, ¿cómo que no es importante saber quien ganará o quién perderá?

¿Eso implica que, si no ganan los que usted quiere (e intuye que será así), el resultado pasa a ser irrelevante?

Curioso pilar fundacional de la democracia soñada el que elige Kovadloff: el desconocimiento de la voluntad popular. Cualquier parecido con la "legitimidad segmentada" de Carrió, no es entonces pura casualidad.

Y se esmera en seguir despejando dudas y malos entendidos: "Para configurar la contundente victoria electoral que busca, Cristina Fernández debe sumar, a los que ya tiene asegurados, votos que la siembra populista no le basta para cosechar. El sentimentalismo que vertebra la sensibilidad política de muchos argentinos y el auge consumista en curso se muestran dispuestos a brindárselos. 

Y trae en su apoyo a James Nielsen: "La compasión que tantos sienten por Cristina desde que murió su esposo ha podido más que la inoperancia tragicómica del gobierno que encabeza".

Acá aparecen en todo su esplendor no sólo la zoncera del "efecto viudez" (que en todo caso podría ser un lugar común de época), sino el enorme desprecio que personajes como Kovadloff sienten por las mayorías populares, y por su expresión política traducida en el principio más democrático de la democracia: el voto. 

El pueblo es tonto, sensiblero, consumista; por eso le venden cualquier buzón, nos está diciendo el columnista. Y por eso no hay que tomar en serio lo que dice, aunque lo haga a través del voto.

Y de no tomarlo en serio a desconocerlo, hay apenas un pasito; que el hálito golpista que flamea en las palabras de Kovadloff nos autoriza a suponer, él está dispuesto a dar.

Lo dice a renglón seguido: "Es, no obstante, en circunstancias como éstas que cabe decidir de qué lado nos pondremos. Si del lado de la resignación o del lado de una búsqueda tan difícil como imprescindible. Tan riesgosa como fundamental." 

¿Que tienen de "riesgoso"o "difícil" -así, con el acento dramático que le pone el contexto de todo el artículo- el debate político o la competencia electoral?

Nada, decimos nosotros; a menos que haya quienes no estén dispuestos a aceptar los resultados de la voluntad popular, y entiendan que deben clausurar ese debate por otros medios.

Y no hay que pensar en tanques ni soldados en la calle, hoy día no son imprescindibles como lo demuestra el caso de Honduras; que empezó justamente alimentado por alegatos como el de Kovadloff.

Bastarán los fierros mediáticos -como dijo claramente Cristina en el conflicto de la 125-, y si no alcanzan o están mellados a fuerza de gastarse en tapas negativas, siempre se podrá buscar algún atajo pseudo institucional; o empresarios amigos que quieran sacudir el mantel con el dólar, la bolsa, la fuga de capitales o algo por el estilo.

Te conozco mascarita, habría que decirle a Kovadloff y a todos los personajes de su laya.

Los conocemos desde hace mucho, desde el 30' para acá.

Y tanto los conocemos, que los vamos a desenmascarar, y se van a quedar con las ganas.

1 comentario:

  1. Habrá que desenmascararlos, y si es necesario porque nos obligan, habrá que hacer también lo que haga falta.
    El Colo

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