domingo, 18 de septiembre de 2011

DUHALDE Y LA CRISIS DE LA FAMILIA


Eduardo Duhalde tiene un creciente y peligroso (por ahora, para él) estado de alienación, de incapacidad para reconocer la realidad circundante; agravado por los resultados del 14 de agosto.

Sin admitir eso, no se pueden entender disparates como los que dice a diario, o los que repite en esta nota que recoge Infobae: habla de temor a enfrentamientos entre sus seguidores y pibes que armaban una batucada, del supuesto fraude que hubo en las primarias -algo que, a esta altura, da risa hasta al periodismo rabiosamente antikirchnerista-, de que el gobierno no llegó al 40 % de los votos, y por eso ahora aspira alcanzar esa cifra.

Dice más: cree posible ganar las elecciones.

Está bien, en una época creyó que "Chiche" era linda, y una mina macanuda con la cual compartir la vida.

El caso Duhalde desnudó la complicidad de los medios hegemónicos con un sector de la dirigencia política en franca decadencia y avanzado estado de descomposición; que fue elevado por esos medios a la altura de estadistas, capaces de tener respuesta para todo, o de prever el futuro.

Las similitudes con Lilita Carrió son más que evidentes, ahora que las alucinaciones los asemejan más todavía.

Pero por sobre todas las cosas, la avanzada psicopatía de Duhalde desnuda la crisis de la familia: ¿cómo es posible que, viéndolo así, la mujer, los hijos, los nietos, los yernos, las nueras, los sobrinos, hermanos o cuñados, nadie pero nadie, sea capaz de decirle "Eduardo vení, es la hora de la pastilla", o discretamente y sin violencia, simplemente internarlo para ponerlo en mano de profesionales?

¿Qué clase de familia son los Duhalde que lo dejan así, sólo, librado a su propia suerte? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario