martes, 3 de enero de 2012

TENDRÍAN QUE ACLARAR QUIÉNES


La cloaca utilizada por La Nación para el tratamiento de operaciones políticas residuales (o sea La Política On Line) tendría que aclarar quiénes quieren convertirlo a Amado Boudou en el nuevo Cobos: los "ultra kirchneristas", o ellos mismos y los intereses que representan; que esperan el más mínimo resquicio (en este caso la enfermedad de Cristina y su operación) para socavar no ya al gobierno, sino a las instituciones.

Lo cual además es una implícita validación de la traición de Cobos y su falta de respeto por el mandato popular conferido: el mendocino no habría traicionado por debilidad o especulación -según la idea que subyace en el titular-, sino porque habría sido empujado a hacerlo por el "ultrakirchnerismo".

La ausencia de Cristina por aproximadamente un mes, y la aplicación del mecanismo de sucesión previsto en la Constitución para suplirla activa en cierta gente todo tipo de especulaciones interesadas, y convierten a un hecho normal (impactante sí, por lo sorpresivo, pero que está dentro del cuadro de posibilidades) en una plataforma para operar hacia el interior del gobierno; campo privilegiado de la disputa política atento a la virtual desaparición de la oposición, como consecuencia de los resultados electorales y del receso parlamentario del Congreso.

En esa misma línea (pero sin inventar declaraciones privadísimas de los propios protagonistas a los que misteriosamente tienen acceso) vemos esta columna de Dinatale en La Nación de hoy; que parece escrita para infradotados:¿cuál es la novedad que aporta, que Moreno, De Vido, Zanini y Máximo Kirchner cuentan con la máxima confianza de Cristina, que el sistema institucional argentino es presidencialista, o que Bouodu militó en la UCD en su juventud?

Todo eso era y es archisabido y no ha cambiado porque a Cristina la operen; y por lo demás, se está intentando introducir subrepticiamente la idea de una presidenta incapacitada para impartir instrucciones (aun sin estar formalmente en el cargo por su licencia), o que se desentendería por completo de sus obligaciones por un tiempo aun no determinado.

La sobriedad con que el gobierno manejó comunicacionalmente la noticia de la operación de la presidenta, y la tranquillidad que intentaron transmitir sobre su enfermedad los profesionales que entienden del tema, contrastan abiertamente con este petardismo informativo que busca ganancia de pescadores a río revuelto.

Porque habría que preguntarse por que razón los funcionarios del gobierno trasuntarían -si verdaderamente las tuvieran- sus dudas íntimas sobre la lealtad de Boudou a los cronistas de La Nación, en medio del conflicto por Papel Prensa, o del juicio de la AFIP por cobrarle al diario una deuda millonaria por impuestos no pagados: muy poco creíble.

Lo que no implica poner las manos en el fuego ni por Boudou ni por nadie, sino simplemente estar atentos porque con el correr de los días (sobre todo desde el miércoles en adelante) este tipo de operaciones de prensa berretas van a estar a la orden del día. 

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