Para quienes estamos entrados en algunos años (no tantos), la figura de Storni -desde su designación como obispo auxiliar de Santa Fe en tiempos de la dictadura-, ya contrastaba notablemente con su predecesor, monseñor Vicente Zazpe, quien se encontraba vinculado a un grupo de obispos como Angelelli, Novak, Hesayne y otros; que trataban de denunciar las atrocidades del régimen de facto.
En los corrillos de las cárceles y de los ámbitos de militancia ya se hablaba de Storni con sentido negativo. Se comentaba que era la contracara dentro del arzobispado y eso pudo confirmarse cuando asumió como obispo a la muerte de Zazpe. Su tono autoritario y soberbio, su estilo retrógrado e impopular, formaban parte de su sello.
Además de influir en los gobiernos de turno, poniendo y sacando funcionarios (incluso ministros y jueces) tuvo otra faceta personal negativa: la de ser un depravado y abusador. Es así como jóvenes seminaristas fueron víctimas de ello, y quienes no callaron la situación dentro del propio ámbito de la Iglesia, recibieron presiones y hasta el oprobio, con la complicidad de lo peor de la sociedad santafesina (y de buena parte de la jerarquía católica nacional), que trató de ocultar por todos los medios la situación que se vivía.
Pero además le imprimió su sello a toda la actividad y las organizaciones de la Iglesia santafesina, y -en la medida que se lo permitieron- su ansia de poder lo llevó a ejercer influencia fuera de ella. Persiguió concienzudamente con la obsesión del autócrata enfermizo de poder todo brote de disidencia: con los años se sabría que, con algunos sacerdotes, religiosas y lacios, lo separaba algo más que una diferentevisión pastoral; quería tenerlos lejos, asustados y con miedo de contar lo que sabían.
Murió impune, lo cual habla mal de la justicia santafesina. Sin embargo, su caso testigo en estos pagos, sirvió para que mucha gente abriera los ojos a realidades que estaban bajo el manto cómplice de los dueños del poder tradicional.
Y con los ojos abiertos habrá que seguir estando, porque muchos que fueron personeros de Storni o cómplices de sus trapisondas (dentro y fuera del episcopado) siguen teniendo poder e influencia en Santa Fe, y así como callaron en su momento para ganarse la bendición del purpurado, tratan hoy de que olvidemos aquéllo; para seguir usufructuando posiciones de poder conseguidas a su amparo, y hasta se dignan por ahí a levantar el dedo acusador como si fueran los dueños de la moral pública.
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