jueves, 29 de marzo de 2012

BREVE (BREVÍSIMO) CURSO DE PERONISMO BÁSICO PARA MOYANO


A ver, Huguito: a esta altura queda medio mal que nosotros desde acá te digamos que no sigás ladrándole a la luna desde los medios opositores porque así Cristina no te va a dar pelota.

Si no te atendía antes, cuando la relación estaba mejor, ¿pensás que lo va a hacer ahora, porque se lo pedís desde lo de Nelson Castro o Morales Solás?

Difícil.

Pero hay otra parte que no se entiende, eso de que "el líder de la CGT tiene que gustarle a los trabajadores, no a la presidenta" y lo de que "quienes estuvieron al frente de la CGT por incidencia de un gobierno fueron repudiados".

Sobre todo esto último: no sabíamos que de golpe te habías vuelto trosco (en tus palabras, no las nuestras) y la verdad, nos confundís un poco.

Porque hace poquito (menos de dos semanas) salieron estos afiches en las calles de Buenos Aires, con tu firma y la del "Momo" Venegas (alguien que no es repudiado por los trabajadores, al parecer):

     
Reivindicando a Rucci, del peor modo: maccarteando a Agustín Tosco, un dirigente sindical ejemplar; y que se tomaba en serio lo de la "autonomía de la clase obrera", postura muy respetable por cierto, pero nada peronista.

Para el peronismo los trabajadores son no sólo su principal base electoral (en definitivas, el peronismo es la identidad política que han elegido la inmensa mayoría de los trabajadores argentinos desde 1945), sino la columna vertebral de un frente de clases para lograr las tres banderas históricas: soberanía política, independencia económica y justicia social.

Frente donde convergen -junto a los tabajdores- sectores de la clase media, del estudiantado, de los empresarios: justamente cuando esos otros sectores abandonaron el barco, el frente se empezó a resquebrajar, con las consecuencias conocidas.

Eso es el peronismo, que nunca fue un partido laborista (y si no preguntále a Cipriano Reyes), ni un partido clasista a la usanza de la izquierda tradicional: te guste o no, bueno o malo; nadie se puede llamar a engaño sobre ese punto.

Menos si -como vos hacés- está a cada rato blandiendo el peronómetro.

Pero volvamos a Rucci, reivindicado por vos y el "Momo" en los carteles, con el nada sutil propósito de ganar adhesiones al interior del peronismo denostando implícitamente "a los montoneros que nos gobiernan", con el deplorable recurso de pegarle a Tosco.

¿Vos creés por ventura que en 1973 a Perón le daba lo mismo que en la Secretaría General de la CGT estuviera Rucci o Tosco?

Justamente la importancia de Rucci (y no lo estamos reivindicando acá, sino simplemente recordando el rol que cumplía en el dispositivo político conducido por Perón) era sumar la pata trabajadora a la mesa del Pacto Social; de modo de poder llevar adelante la reconstrucción del país  -después de 18 años de proscripción del peronismo en el poder-, conciliando intereses entre todos los sectores que conformaban el frente nacional.

A los trabajadores entonces les chupaba un huevo quien conducía la CGT: les importaba que había vuelto Perón al país y al gobierno; y les bastaba cualquiera allí, con tal que cumpliera su rol dentro del plan de Perón; que por algo sacó casi el 62 % de los votos.

Esa es la relación histórica del peronismo con el movimiento obrero organizado y la CGT, desde el mismo 17 de octubre de 1945: en tanto accedió al poder siempre por el voto popular, en el peronismo conduce quien es votado por el pueblo para gobernar.

Que ahora es Cristina, ¿o por quién creés que votaron los trabajadores el 23 de octubre?

La disputa por la Secretaría General de la CGT es secundaria, no perder de vista el tablero completo y lo que se juega hoy en el país es fundamental.

Y en el 73' Rucci (a su modo) lo comprendía y era funcional al plan político de Perón, y por eso estaba donde estaba.

A menos que no comprendas eso (troncal en el peronismo), y de golpe te hayas vuelto trosco, o al revés: lo que reivindiques de Rucci sea lo peor de él; que era un obsesivo "cazador de troscos".

Pero mientras se aclaran los tantos, no andemos por ahí -como decía Perón- echándonos la suerte entre gitanos, y llamemos a las cosas por su nombre.  

Sobre todo porque si todo este quilombo es por la guita de las obras sociales, tampoco se la deben a Perón, si no a Onganía. 

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