¿No resulta sintomático que cada vez que este muchacho anuncia que tomó una decisión, la decisión es no hacerse cargo?
Una jugada de manual (macrista): aprovecha la tragedia de Once para decir que le preocupa la seguridad de los trenes (claro: tiene miedo que le pase algo parecido, y recuerda que usó Cromagnon como trampolín para llegar al poder), le tira al gobierno nacional el fardo del servicio y -sobre todo- de decidir sobre la tarifas después que la aumentó un 127 %.
Ni siquiera se puede decir que le dé rédito en su electorado (que es lo que busca) porque los que lo votaron (cuatro veces, en dos elecciones y dos balotajes) lo votaron justamente por esta forma de entender la política: la culpa siempre está afuera, en los otros.
Por algo decía Dolina hace un tiempo que los porteños (con el riesgo de todas las generalizaciones, hablaba del porteño promedio) son -ante todo- grandes dispensadores de culpas.
Que si le retiran la custodia de la Federal, que si no le terminan las obras, que si le sacan los subsidios, que si los trenes son de hace noventa años: todas cosas que sabía hace unos meses cuando se empezó a hablar del tema, y cuando aumentó la tarifa de $ 1,10 a $ 2,50.
¿Qué cambió entonces?
La ventana de oportunidad que le creó la tragedia del Once, ni más ni menos que eso.
Pero Macri es esto, el PRO es esto, y nadie (ni siquiera el gobierno nacional) se puede llamar a engaño con estos tipos, que hacen estas cosas sabedores además que no saltan al vacío: sus electores los aplauden, y los grandes medios los protejen, porque los necesitan de cara al 2015.
Es irónico que ahora la preocupen los diez años de desinversión en el subte, cuando él mismo no cumplió ni una mínima parte de aquéllos diez kilómetros anuales de subte que prometía hacer en su campaña; como una muestra de la utopía gestionaria que transformaría la ciudad, incorporando masivamente gerentes a la gestión pública.
En la conferencia de ayer hasta mencionó que -al fin de cuentas- a los subtes los usan todos los días los habitantes (bárbaros invasores) del conurbano; como cuando se quejaba de los paraguayos y bolivianos que venían a atenderse a los hospitales porteños.
El episodio (con un desenlace previsible) debe servir para reflexionar sobre un par de cosas.
En primer lugar, que este esperpento es la gran esperanza blanca de la derecha política y económica y del estalishment argentino de cara al 2015: ¿se lo imaginan gestionando el país en medio de una crisis internacional, conduciendo la política exterior o enfrentando conflictos sociales o algo parecido a la asonada agrogarca del 2008?
La segunda es que, en una futura y eventual reforma constitucional, habrá que sentarse a pensar si -más allá de Macri y el PRO- el experimento de la autonomía porteña, tal cual está planteado, sigue teniendo algún sentido, o si debe quedar reducido a una vulgar municipalidad (como cualquiera), con problemas de escala municipal, pero también con autoridades de ese calibre.
me gusto tu comentario con respecto al imbecil de macri y sus secuaces,realmente lo de hoy no tiene parangon, sabia de lo vago que era macri pero nunca pense que llegaria a tanto, la verdad se deschavo solito,el que no lo quiera ver alla el.
ResponderEliminarLo que decís al final es verdad. Este tipo quiere saltar de intendente a presidente, como antes lo hizo el ex-intendente De la Rúa...
ResponderEliminarLa Capital es una gran agrandadora de loros.