Por una vez un título de La Nación dice la verdad: no podía ser y no fue.
No debió ser.
La propuesta de Reposo para reemplazar a Righi fue un claro error de Cristina, agigantado por haber persistido en sostener el pliego cuando se sumaban las impugnaciones, y el propio Reposo no dejaba moco por hacer con sus respuestas, empezando por los "errores de tipeo" en el currículum.
Lo dicho no implica prejuzgar sobre la seriedad y consistencia de todas las impugnaciones (algunas francamente insustanciales), ni sobre la motivación de los impugnantes; algunos serios y otros, sólo preocupados por infringirle un daño político al gobierno; algo que en definitivas terminó éste provocándoselo a sí mismo.
Tanto que lesionó la credibilidad del propio Reposo para seguir en sus funciones en la SIGEN, donde (como él lo señaló, y eso es cierto) cumplió con su rol, sobre todo asumiendo la defensa de los intereses del Estado (hasta entonces, el socio bobo) en Papel Prensa.
Probablemente la lógica de guerra contra los medios hegemónicos nubló el juicio de Cristina (como reacciona el toro ante el trapo rojo), y ante la escalada mediática de la operación Ciccone (que se llevó puesto a Righi), no encontró mejor forma de afirmar su autoridad que proponer a quien los había enfrentado en uno de sus negocios más sensibles, respondiendo a las directivas presidenciales.
Y si el entuerto en el que el gobierno se colocó sólo se zanja ahora proponiendo a una profesional independiente y en apariencia intachable (acá Artemio aporta datos sobre Gils Carbó), el error se corrige pero no se borra: si la nueva candidata estaba en carpeta, se debieron sopesar las dificultades para imponer a Reposo, y haber comenzado desde el vamos con la ahora propuesta, máxime cuando nada imponía la premura en mandar el pliego.
Más todavía cuando Gils Carbó ha acreditado sobradamente independencia no sólo del poder político, sino fundamentalmente del poder económico, y por tal motivo empezarán a cuestionarla como lo hace acá el operador judicial de Papel Prensa, Adrián Ventura en La Nación: vamos a ver como se comportan los opositores ante la nueva propuesta.
Más todavía cuando Gils Carbó ha acreditado sobradamente independencia no sólo del poder político, sino fundamentalmente del poder económico, y por tal motivo empezarán a cuestionarla como lo hace acá el operador judicial de Papel Prensa, Adrián Ventura en La Nación: vamos a ver como se comportan los opositores ante la nueva propuesta.
Para los que quieren ver bajo el agua, la causa Ciccone está a años luz de llegar a la Corte (y habrá que ver en que termina, porque hasta acá viene flojita); y en la causa de Clarín por el artículo 161 de la ley de medios, Righi ya había dictaminado antes de su renuncia, y con un criterio mucho más contundente aun del que en definitivas reflejó el fallo de la propia Corte sobre la cautelar del juez Carbone.
El error cometido en el caso Reposo no fue menor, porque se les termina ofrendando a Clarín y La Nación titulares gratis, y a los escuálidos caceroludos de anoche un triunfo simbólico (que se lo atribuyen, aunque nada hayan tenido que ver), justo cuando su fracaso real fue estruendoso.
Por el contrario, ahí tienen los "defensores de las instituciones" un ejemplo (otro más) de que no estamos en una dictadura, existe la división de poderes y funcionan las instituciones.
Incluso el gobierno termina derrotado por una exigencia legal (acuerdo del Senado, con el voto de los dos tercios de los miembros presentes) que establece la Ley 24.946 en su artículo 5, en contra de lo que dispone la Constitución, que no exige para el cargo de Procurador General ni el acuerdo del Senado, ni la mayoría agravada en la votación.
Y los que se oponían al pliego de Reposo pudieron expresar sus disidencias en un procedimiento público, establecido por Néstor Kirchner y que Cristina siguió a rajatabala, cuando muchos pensaban que lo omitiría para imponerlo.
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