Como dábamos cuenta acá, ayer los trabajadores de distintos medios de prensa de Santa Fe realizaron un paro en demanda de distintos reclamos que hacen a sus derechos como tales; entre ellos, los del diario El Litoral y Cable & Diario, la señal de cable de propiedad de los mismos dueños del vespertino.
Como consecuencia de eso y después de 44 años, el diario publicó una edición de emergencia, en la que apareció en el formato digital esta columna editorial, en la que Gustavo Víttori (esta vez lo vamos a llamar por su nombre) y la patronal dan su versión de las razones del conflicto.
No vamos a ensayar nosotros acá la defensa de los compañeros trabajadores, ni de la Asociación de Prensa de Santa Fe que los representa, atacados en la editorial de haber dispuesto un paro movido por intereses políticos; de alineamiento con el gobierno nacional y supuestamente en contra de un medio crítico de la gestión de Cristina.
Y no lo vamos a hacer no porque no compartamos sus reclamos (al parecer, pretender cobrar el aguinaldo en tiempo y forma, o no ser espiados por cámaras y micrófonos ocultos, son signos unívocos de militancia kirchnerista); sino porque no les hace falta, lo están haciendo bien ellos por sus propios medios, haciendo oír su reclamo.
Y también el gremio que los representa, que está en manos -por primera vez en años- de una conducción que asume como propia la defensa de los intereses de los trabajadores, tras años de vaciamiento de la entidad sindical, en manos de vulgares amanuenses de los propietarios de los medios locales (Víttori entre ellos, y sus socios en el diario, con intereses diversificados en diferentes medios), que jamás intentaron nada en defensa de sus representados.
Nos interesa en cambio detenernos en el punto en el que Víttori -porque suya es, sin dudas, la pluma que se expresa en la editorial- intenta desplazar el foco de la cuestión, descargando las culpas del conflicto en el gobierno nacional, y el manejo que hace de la pauta publicitaria, como un intento de amordazar a un medio crítico.
Probablemente muchos que leen este blog no conozcan quién son y como operan Gustavo Víttori y los que junto a él manejan el diario El Litoral, el auténtico órgano oficial del verdadero poder santafesino; ese que atraviesa los gobiernos y los partidos.
Pero en Santa Fe somos -todavía- pocos y nos conocemos mucho, como para creer en cuentos de aparecidos.
Dice la explicación oficial del diario sobre el conflicto que "El Litoral ha sido un proveedor (sic) habitual del Estado nacional", y es cierto; tanto como que en sus páginas (como en la de cualquier diario de provincia de sus dimensiones e influencia) la verdadera pauta publicitaria oficial que pesa en la línea editorial no es la nacional, sino la de los gobiernos provinciales y municipales: cualquiera que tome en sus manos una edición de papel no de ahora, sino desde hace años, podrá comprobarlo.
Por ende si vamos a hablar de disciplinamiento de los medio por vía de la publicidad oficial, hay que buscar por allí y no hacer como el tero: gritando a 500 kilómetros, en Buenos Aires, para poner los huevos acá; con silencios cómplices o notas de favor transcribiendo los partes de prensa de los gobiernos locales, con estas gestiones (la de Bonfatti, la de Corral) y todas las que las antecedieron, sin distinción de signos políticos.
Gestiones de las que también fueron "proveedores" en otros rubros, desde la contratación directa hecha en 1990 con el gobierno de Reviglio para imprimir el Boletín Oficial (nada menos), hasta la contratación directa (en sociedad con Clarín, y compartiendo la torta con Boldt) de la impresión de las boletas únicas con Binner.
Y hablando de Clarín: se jacta el editorial del emprendimiento conjunto de El Litoral con el grupo en AGL (Artes Gráficas del Litoral), en medio de la crisis del 2009: lo que no dice es que los trabajadores del diario y del canal de cable tienen la fuerte sospecha de que, los que realmente lo financiaron, fueron ellos con sus bolsillos.
Cobrando sus salarios a destiempo o en cuotas, o el aguinaldo fraccionado, no ahora, sino muchas veces antes: tantas, que por esos mismos años la empresa se acogió al Procedimiento Preventivo de Crisis de la ley de empleo, y el gobierno nacional (el mismo que ahora dice Víttori es el causante real de éste paro) pagó durante muchos meses parte de los salarios de los trabajadores del diario a través del programa Repro.
Decíamos antes que todos conocen por acá a Víttori y su recua: que en el diario El Litoral no haya habido un paro de actividades de sus trabajadores desde 1968 no es consecuencia de su ejemplaridad como patrones en el cumplimiento de sus obligaciones legales, sino de décadas de amedrentamiento y coacciones de todo tipo, directas o indirectas, para que esos trabajadores no se organizaran sindicalmente, ni participaran reclamando en defensa de sus derechos.
El cuentito de los defensores de la libertad de expresión amenazada por el Estado autoritario en la Argentina desde el 2003 para acá ya no engaña a nadie, como tampoco el de la moderación y el pluralismo de los que "abren sus páginas a todas las opiniones democráticas".
¿O acaso creen que acá en Santa Fe la gente no lee los furibundos libelos cloacales de Rogelio Alaniz -esbirro plumífero al servicio de Víttori, cuando no quiere ensuciarse directamente él las manos poniendo su firma- plagados de exabruptos e insultos agraviantes, no ya para la gestión del gobierno ni para la investidura presidencial, sino hasta para la misma condición humana y de género de Cristina?; y lejos está de ser el único, ni el más notorio.
Aunque los trabajadores de prensa (incluyendo a los que se desempeñan en El Litoral, sobre todo ello) tuvieran sus propias opiniones políticas (de hecho las tienen, Víttori: son ciudadanos, deberías recordarlo), no se entiende como éstas -de ser conocidas públicamente- podrían ser motivo de vergüenza.
¿Cómo es que una autotitulada tribuna de las opiniones democráticas como El Litoral considera que algunas son vergonzosas?
En todo caso vergonzoso es haber callado crímenes e inmoralidades, tanto en dictadura como en democracia, apologizando a Videla y su banda de carniceros (basta revisar los archivos del diario de la época), o encubriendo a Storni hasta que su situación fue insostenible al frente del arzobispado santafesino.
Y aunque todos los trabajadores de prensa de Santa Fe, y los que son empleados de El Litoral, fueran kirchneristas (para los santafesinos el sólo pensar en la idea es motivo de risa), ¿cuál sería el problema, si sus derechos fueran respetados?
Porque el verdadero problema (el que Víttori quiere que olvidemos) es ése: acá hay aguinaldos que se deben, sueldos que se cobran en cuotas, cámaras y micrófonos espiando a los trabajadores como si fueran delincuentes, o reclusos de una cárcel de máxima seguridad.
De lo contrario desde acá le lanzamos un desafío a Víttori (a partir de ahora y por un tiempo, no lo llamaremos el Loco Lindo): si tal como dicen, desaparecida las causas, desaparecen los efectos, que pague lo que debe, que desmantele el sistema de espionaje interno del diario, que comience por respetar a sus trabajadores y después vemos si siguen o no los paros con intencionalidades políticas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario