(*)
En realidad no es gringa gringa (nacida en
Italia, digamos) sino hija y nieta de gringos, pero es como si lo fuera: se
siente exiliada en la Argentina, como atrapada en un país de mierda digamos.
No importa que -siendo casi analfabeta-
llegó a ser propietaria y comerciante y la levanta con pala (algo con lo que en
Italia jamás podría siquiera haber soñado): odia tanto a la Argentina que se
pregunta porque acá no se puede matar a los presidentes cuando no te gustan,
como hacen en EEUU.
Y a los argentinos: todavía hoy se está
preguntando como la inundación del Salado no siguió más tiempo y no subió más
el agua, así se ahogaban todos esos negros de mierda.
Su mundo es el almacén, del que sólo sale para
volver a su casa, no conoce Mar del Plata y recién hace poco conoció Rosario;
pero eso no le impide disertar (desde atrás del mostrador) sobre el mundo como
si lo conociera: está plenamente convencida por ejemplo (y es capaz de
discutírselo a cualquiera) que en todas las cárceles del país los presos tienen
televisión por cable, cada uno en su celda, y viven mejor que nosotros.
No es lo que se diga celosa de las normas
de lealtad comercial o de los derechos del consumidor: borra con alcohol la
fecha de vencimiento de los lácteos (sería la famosa leche larga vida), o
cuando las prepizzas tienen verdín de viejas, les pone un cartelito que dice
"oferta especial: pizza de orégano".
Cuestión que le mereció un par de visitas
de inspectores encubiertos de Bromatología y alguna que otra multa, por las que
despotrica ante sus clientes diciendo que la quieren coimear, y que -al fin y
al cabo- a ella nadie le trajo hasta ahora un caso de un jubilado que se haya
muerto por algo que le vendió en mal estado.
Vive en una casa que era de su abuela, y
todavía tiene a nombre de la pobre vieja (que murió en el 2004) todos los
impuestos y servicios, para pagar como jubilada, o sea menos, pero por supuesto
que reclama el 82 % móvil, y se enoja porque "gastan la plata de los
jubilados para cualquier cosa".
La registradora del negocio tiene poco
movimiento, el último ticket lo debe haber entregado cuando Cavallo era
ministro.
Hace poco conversaba con un tipo
(arquitecto o técnico constructor) que le tenía que hacer unos trabajos en la
casa, y le quería pagar en dólares.
El tipo le decía que no, que le pagara en
pesos porque él no iba a tener como justificar de donde sacó los dólares, y no
quería tener problemas con todo esto de los controles.
Y la gringa (no sin seguir insistiéndole)
le decía que entonces hicieran todo dividido en dos o tres veces, haciendo
figurar como que primero hacían una obra, y después presentaban otra ampliación
en la Municipalidad, para pagar menos impuestos.
El tipo se calentó, y le dijo algo así
como "¡Vos no me entendés, yo no quiero hacer nada por izquierda ni quiero
tener quilombos con nadie, si vos lo querés hacer así hacélo con otro, no
conmigo!", y se fue enojado.
Y la gringa -más enojada aun- comentaba
con los otros clientes que había en el almacén: "¿vieron lo que me dijo?,
con gente como ésta, éste país no va a salir nunca adelante".
(*) La imagen es meramente
ilustrativa, puede diferir del original
Puf, hay tantas de estas, en distintas versiones, de distinto sexo y grupos etarios...
ResponderEliminarLa que me toca tiene como muletilla: "se cree que somos todos estupidos??" (como cuando la morocha hablo de pasar los plazos fijos a pesos).
ResponderEliminarUna piba conocida volvió al pais después de pasarla como el orto (literalmente) en europa 5 años. Desde allá bombardeaba con mails antiK que le enviaban desde acá.
Tuvo el tino de no abrir la boca cuando nos volvimos a cruzar en estos días, pero creo que sigue igual...
Yo lo hubiese tomado en serio a este post si lo escribian antes que les corte el fiado, por motivos que solo ella conoce.
ResponderEliminarNingún corte de fiado.
ResponderEliminarEn la última reunión de la CK, esta vieja de mierda nos vendió la cerveza caliente y a $20 pesos el porrón.
El Colo.