Tremendo este gobierno chavista, ¿a quién se le ocurre obligar a que los contratos que se hacen en el país entre personas que viven en el país, sobre casas, departamentos o campos del país, se hagan en la moneda legal del país?
Solamente a nostálgicos del setentismo, o de 1869 (casi el setenta), cuando se sancionó el Código Civil de Vélez Sarfield.
El reclamo de las inmobiliarias recuerda al de los comerciantes cuando Cavallo puso la tarjeta de débito y las maquinitas del posnet: que nadie las va a poder comprar, que son un curro, que nos vamos a fundir porque cuestan mucho y demás.
El tema verdadero era (y no lo defendemos a Cavallo) que no querían operar con el sistema (aun hoy algunos se niegan), porque hay que formalizar las operaciones, quedan registradas en la AFIP y no podían vender en negro.
Cuando fue la 125, la patria chacarera se levantó en tractores contra las retenciones móviles con la misma excusa: que no hay reglas de juego claras, que las cambian a cada rato, pero el problema era que no querían ponerse, y porque además cualquier medida de intervención estatal en la comercialización de productos agropecuarios evidencia el enorme grado de informalidad que hay a lo largo de toda la cadena (lo mismo pasó con las ROE roja y verde, las DJNI para importar).
Y lo mismo pasa con los controles para comprar dólares: más que el sueño de atesorar verdes, está la pesadilla de tener que blanquear.
Además siempre en estos casos los quejosos (que a diferencia del caso de los posnet son bastante menos) piden "reglas de juego claras y estables", que básicamente consisten en que no haya reglas.
Porque si de verdad se tratara de poner "reglas de juego claras y estables", levantemos la apuesta: hacemos una reforma constitucional (que requiere el voto de las dos terceras partes del Congreso), y volvemos por ejemplo a los artículos 38, 39 y 40 de la Constitución del 49'; estatizamos el comercio exterior y la banca, y nacionalizamos los recursos estratégicos, como el petróleo o la minería.
Consagramos el pleno derecho del Estado a intervenir en la economía, regular, limitar la propiedad privada y la libre iniciativa privada, y hasta momopolizar una determinada actividad económica, si es socialmente necesario; como decían esos artículos.
Denunciamos los tratados bilaterales de protección de inversiones, desconocemos la jurisdicción del CIADI y anulamos la ley de inversiones extranjeras, y prohibimos que los capitales extranjeros puedan intervenir en determinadas actividades, como los bancos por ejemplo; y ponemos que la alícuota del impuesto a las Ganancias de las empresas no puede ser menor de, ponéle, el 50 %.
También prohíbimos (en la Constitución) que los contratos a ejecutarse íntegramente en el país se celebren en moneda extranjera, instauramos constitucionalmente el control de cambios (que nadie pueda comprar o vender divisas si no es para el comercio exterior o viajar), y facultamos al Estado a regular precios, costos y márgenes de comercialización de cualquier cosa.
Una vez puesto todo eso en la Constitución, también modificamos el artículo 30 que reglamenta la reforma, y elevamos la mayoría necesaria para volver a reformarla a las tres cuartas partes del total de los miembros de cada Cámara del Congreso.
Y ahí verdaderamente tendríamos reglas de juego claras y estables, a ver si les gusta.
Y si cayeron un 20, pongamos un 80%. Si lo que queremos es que se vaya todo a la mieeerdaaaaa!!!
ResponderEliminarEn una Argentina de fantasía las operaciones se harán en pesos. En la Argentina real, "se harán" en pesos.
ResponderEliminarA ver si soy claro, para la ley, pesos. Para el negocio, dólares. Igual a prepararse, porque con las actuales condiciones de inflación y dólar, vamos camino a 10 operaciones inmobiliarias en todo el país por mes.
A confesión de parte, Tachoto...
ResponderEliminarTachoto: eso mismo dijeron con el posnet, sin ir más lejos. A la larga se adaptan, te pondrán los precios en pesos a un dólar a 6,20, se tendrán que meter los deptos en el orto unos meses, y luego bajarán y así. El tema es pulsear para no blanquear (en un mercado donde en los contratos nunca figuran las cifras verdaderas de la operación, por los impuestos y el origen de lav guita), y lo demás, oferta y demanda. Como les gusta, aunque a veces no se lo bancan.
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