domingo, 26 de agosto de 2012

DURÓ POCO LA TRANSPARENCIA


Cuando sacaron el engendro de la boleta única nos quisieron hacer creer que era maravillos, porque iba a garantizar la transparencia y terminar con todos los problemas: el fraude, el clientelismo, y hasta la gonorrea.

Nosotros (y no fuimos los únicos, por supuesto) advertimos en repetidas oportunidades (acá por ejemplo) que agravaba la ya pronunciada fragmentación del sistema político (más incluso que la propia ley de lemas,), y que iba a terminar afectando la gobernabilidad; además de que ni la transparencia del comicio, ni el respeto por la voluntad popular estaban en duda con el sistema anterior. 

Y también se dijo que la reforma del sistema era en realidad una estrategia política del oficialismo provincial, que para colmo les salió mal: como resultado, por primera vez desde que se volvió a la democracia (más aun, desde que está vigente la actual Constitución provincial en 1962) la fuerza política que gobierna tiene minoría en las dos Cámaras de la Legislatura.

Porque ahí estaba el problema, y sigue estando: si -por ejemplo- la reforma tributaria que impulsa Bonfatti hubiera salido por un tubo como salió en el Senado (donde el PJ tiene mayoría, pero los senadores peronistas que votaron la boleta única tienen flor de rosca con Bonfatti), este proyecto ni se hubiera planteado.

Menos como se planteó. entre gallos y medianoche, de cayetano; casi casi como la ley de lemas en su momento.

Lo que demuestra que la arquitectura electoral (en Santa Fe como en todos lados) está siempre puesta o pensada, más tarde o más temprano, en función de la conveniencia y los intereses de las fuerzas políticas, aunque algunas (como los socialistas y los radicales) meen agua bendita, y se autotitulen los salvadores de la república y sus instituciones.

Como Binner, que llama a cerrar filas contra la probable reforma constitucional nacional, con el argumento de que no favorecería a la gente, o perjudicaría sus derechos:


Cabría preguntarse entonces (y preguntarle a Binner) cuanto beneficiaría a los santafesinos modificar otra vez el sistema electoral, dado que en su momento se les dijo que la boleta única era la panacea.

La realidad (no lo que se dice) es mucho más sencillo: socialistas y radicales temen volver a quedar en minoría aun ganando una eventual elección provincial en el 2015 (como le pasa a Bonfatti), o en las municipalidades que controlan, tener el Concejo en contra.

Incluso no saben si van a llegar al 2015 juntos, o separados; y por eso piensan volver a "pegar" las boletas del gobernador con la de los diputados provinciales, y la de lo intendentes con la de los concejales, cosa de no correr el riesgo del corte de boleta, o los pases de facturas entre aliados que se desconfían.

Y contaron para eso con el inestimable apoyo de los diputados del PRO, a los que les conviene -de cara al 2015- ir bien pegados de la boleta de Miguel Del Sel, para que no les pase lo que les sucedió el año pasado: el ex Midachi estuvo a 3 puntos de ser gobernador, pero en caso de haber ganado, hubiera tenido apenas 7 diputados propios en una Cámara de 50 miembros.

Dejan afuera de la maniobra la boleta de senadores provinciales (que seguiría yendo separada de las otras categorías) por una razón muy sencilla: preservar hasta el final del gobierno de Bonfatti el pacto con los senadores del PJ que votaron en su momento la boleta única, para salvar sus feudos departamentales del naufragio del peronismo en la elección provincial, en la era post Reutemann.

Y de paso asegurarse que esos senadores sigan desentendidos de la suerte del PJ en la elección provincial y no traccionen votos a un eventual candidato a gobernador, o sea mantener al peronismo en el esquema de libanización actual.

Nada ilegal, nada extraño, simplemente una estrategia política.

Pero entonces a no rasgarse las vestiduras cuando desde sectores del kirchnerismo se enarbola la bandera de la reforma constitucional para que Cristina pueda optar por otro mandato, porque es la mejor candidata, no aparece otro u otra competitivo en el horizonte en lo inmediato o parece la más adecuada para garantizar la continuidad del proyecto político iniciado en el país el 25 de mayo del 2003; y se evitan las disputas por la sucesión.

Sin ponerse colorados, esa es la verdad, y es una estrategia política válida; tanto como la del Frente Progresista de impulsar primero la boleta única, y a los dos años de haberla sancionado, querer modificarla porque les conviene electoralmente, y porque el resultado del experimento salió mal.     

Y sin meter en el medio a "la gente" y sus derechos, que no tienen nada que ver con el régimen electoral (si se garantiza razonablemente la transparencia de la elección), o con si hay o no reelección indefinida en uno u otro cargo.

Si nos sacamos las caretitas y nos dejamos de jugar a los republicanos indignados, nos vamos a entender mejor; o por lo menos vamos a ayudar a tener en claro desde donde cada uno hace lo que hace. 

Y esperemos además que -si el proyecto prospera- las nuevas boletas no se las vuelvan a dar en forma directa y sin licitación a Boldt y AGL, la sociedad entre Clarín y el diario del Loco Lindo.   

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