sábado, 27 de octubre de 2012

HAY COSAS QUE NO TIENEN REMEDIO


Un país se endeuda por años hasta quedar acogotado, entre otras cosas, para que alguno mantengan un nivel de vida acorde con el primer mundo, porque los convencieron de que estábamos en ese primer mundo.

Y se endeuda tanto hasta que ya no puede pagar, ni siquiera haciéndole hacer agujeros en cinturón a todo el país, sobre todo a los que no disfrutaban de la fiesta que pagaba el endeudamiento.

Y cuando ya no puede pagar, un gobierno defaultea la deuda en el medio de la explosión del país.

Y viene otro gobierno, y negocia la deuda, y consigue una quita del 65 %, y reprograma los vencimientos a 30 años, y ofrece (dos veces) canjear los bonos de la deuda vieja por otros.

Y el 92 % de los que tenían esos bonos aceptan, quedando afuera el resto, que se los vende a tipos que especulan con esos bonos, comprándolos por monedas, y pretendiendo cobrarlos por su valor nominal.

Y esos bonos viejos (emitidos por otros gobiernos, los que endeudaron al paìs, para pagar la fiesta) fueron emitidos renunciando a la inmunidad de jurisdicción del país, dejando la puerta abierta para que los nuevos tenedores (fondos buitres les dicen) embarguen bienes del Estado; contra toda norma de derecho internacional.

Y entonces el mismo gobierno que reestructuró y canjeó la deuda, y que viene pagando puntualmente desde hace nueve años los desaguisados de los gobiernos anteriores, tiene que salir a atajar los pelotazos de los embargos que caen de todos lados, de los tipos que compraron los bonos viejos.

Y cae en la volteada la Fragata Libertad, porque en el viaje de egresados de la Marina que pagamos todos, a un cráneo "se le ocurrió" (a lo mejor con el tiempo nos enteraremos por cuanto) pasar por un país africano en el cual los fondos buitres pudieron meter un embargo.

Y un montón de otros nabos (que tienen barquitos para salir a rascarse el higo todos los fines de semana) empiezan una campaña en las redes sociales (que a esta altura cabe pensar que sirven para pescar pelotudos) para pedir que nos devuelvan la fragata.

Y salen con sus barquitos, que habrá que ver si los declararon en la AFIP para pagar Bienes Personales (y si muchos de los dueños no figuran como monotributistas, que piden poder comprar dólares), armando una caravana; olvidándose de todo lo anterior, o menefregándoselo ya saben por donde.

El caso sería una anécdota, si no fuera en su escala un fresco de los últimos diez o veinte años de la Argentina, donde al parecer hay cosas que no tienen remedio.

Como la boludez. 

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